Sans, un joven esqueleto, decide dejar su hogar y marcharse lo más lejos de allí, debido a un suceso que lo marcará de por vida.
Ahora, su casa son los caminos...
Irá vagando de pueblo en pueblo hasta que, un día, por obra del destino, se encuentre...
Sans y Frisk van corriendo entre calles secundarias y callejones, intentando pasar desapercibidos entre la oscuridad de la noche.
–Como conseguiste entrar a la capital? –pregunta Sans, bajando el ritmo.
–Pues... Trepando la muralla con una cuerda –responde la chica.
De repente, se escucha el silbido de alguien. Ambos levantan la mirada y ven a Gerson sobre la muralla.
–Por aquí...! –dice la tortuga, sin levantar demasiado la voz, mientras señala hacia abajo.
Frisk y Sans se acercan hasta donde Gerson les señaló. Es la gran puerta de la muralla, que está lo suficientemente abierta para que puedan pasar.
–Gracias... –agradece el esqueleto mientras pasa a través de la puerta, justo delante de Frisk.
Una vez fuera, los dos corren lo mas lejos de la capital.
Justo en ese momento...
Los soldados se detienen a un par de metros de donde está Vince. Todos bajan sus picas, apuntando hacia el chico, haciendo así un temible y puntiagudo muro de lanzas.
–. . .
Vince permanece con los brazos cruzados, en silencio, y con una expresión seria.
–Vaya Chara, como sabías que iban a rescatar al esqueleto? –se escucha la voz de un chico joven.
Dos soldados se hacen a un lado, dejando un pequeño pasillo entre ellos por el que pasan dos figuras extrañas.
Una de esas dos figuras enciende una antorcha.
–Es el monstruo cabra ese de antes... Y la que la acompaña es esa famosa traidora...? –piensa Vince mientras su cara seria cambia a una de sorpresa.
–Fácil. Si en verdad lo apreciaban, vendrían a buscarlo –responde la chica.
–Por qué haces esto? –interrumpe Vince–. Traicionar a los de tus propia especie?
Chara mira al que interrumpió. Le quita la antorcha a Asriel y se acerca a él, poniéndole el fuego muy cerca de su mejilla, para poder verle la cara mejor. Ella solo le responde con una sonrisa tenebrosa.
–Que vamos a hacer con él? –pregunta Asriel.
–Hmm... Que se lo lleven –responde mientras lo mira de arriba a abajo–. Tal vez nos sirva... O por lo menos una parte de él.
–Qué...?
Chara se va por donde vino. Asriel la sigue.
Dos soldados bajan sus lanzas, para acercarse a Vince y apresarlo.
–No! Soltadme! –forcejea y se resiste a ser capturado.
Los dos soldados le agarran los brazos y un tercero le golpea en la cara con el puño, dejándolo inconsciente.
Una hora más tarde...
Sans y Frisk, con las piernas ya cansadas de tanto correr, se acercan al lugar donde el resto de los compañeros de Vince les están esperando.
El humo proveniente de una hoguera sube hasta el cielo desde la cima de una colina.
–Como les diré lo de Vince... –piensa Frisk, nerviosa.
Sans es el primero en llegar. Los cinco, que estaban sentados sobre el césped alrededor del fuego, se levantan, sorprendidos.
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Pocos segundos después, llega Frisk. Unas cuantas gotas de sudor bajan por su frente mientras respira de forma agitada, debido a todo lo que corrió.
–Y Vince...? –pregunta Aaron, el más alto, al ver que nadie más llega.
