John:
A la segunda semana de estar encerrado en casa, con un odio intenso por el mundo, decidí salir finalmente.
Salí a caminar por una plaza en los adentros de la ciudad, ensimismado en encontrar un escape de todo. No sabes lo asfixiado que me llegué a sentir y todo por tus actitudes, tus inseguridades. Porque sé ahora que era eso John: el problema de mi vida y la del resto era tu inseguridad para con vos mismo.
Al cabo de una hora y media seguía sentado en el banco de la plaza sin haber llegado a ninguna conclusión más que la de que mi vida era un abismo sin final.
Pero entonces una mano se posa sobre mi hombro y yo giro mi cabeza y me encuentro de lleno con esos ojos hermosos que no hacían más que hacerme sentir. Y eso ya era mucho.
Ian y yo nos quedamos mirándonos mutuamente por unos segundos en completo silencio hasta que el sonríe, como siempre lo hace.
Y yo le devolví la sonrisa.
Luego me besa. Como si nada hubiera pasado, como si no hubiera sido golpeado por mi culpa, como si no lo hubiera ignorado por completo, como si el tiempo apenas existiese. Me besa como si nada y como si todo.
Y en ese beso entendí, John, la salida de las cosas.
Matt.
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Cartas de verano ("Historias de estaciones" tomo III)
Любовные романы50 cartas de amor nunca enviadas.