John:
Sucedió a finales de agosto de ese año. Se había organizado una fiesta en mi barrio aunque yo no iba a ir hasta que Ian y su grupo de amigos me preguntaron al respecto en clase. Yo me extrañé porque ellos nunca me hablaban y hasta creo que recelaban a Ian por su relación conmigo.
Ante mi respuesta negativa, Ian insistió en que fuera con ellos. Volví a decir que no. Ian dijo que él invitaba las bebidas. Yo dije nuevamente que ni loco. Uno de sus amigos dijo que sería divertido. Y entre tanta persistencia en que vaya, terminé esa noche en esa maldita fiesta.
Nos acomodamos en un rincón de la sala de estar de una casona gigante en donde se estaba llevando a cabo tal fiesta. Con el grupo de Ian estuvimos charlando tímidamente mientras las cervezas iban y venían, aunque era imposible evitar las miradas de los demás: Matt Harmer, el chico malo, el bicho raro, estaba en una fiesta y rodeado de personas que le hablaban para colmo.
Ian pareció no notar ese pequeño detalle, o tal fingió no hacerlo. Lo que sea. Pasamos gran parte de la noche así hasta que a él se le ocurrió ir a bailar y no tuvo mejor idea que pedirme que lo acompañase. Estaba borracho pero yo no por lo que me negué. Fue inútil sin embargo porque él prácticamente me arrastró hacia un lugar vacío cerca de la barra donde podíamos deslizarnos sin necesidad de estar apretados.
-No me gusta bailar Ian, en serio.- dije, apenas él empezó a hacerlo y me invitaba con gestos a imitarlo.
-Vamos, un poco. Las chicas miran.- contestó entre risas ebrias.
-Me miran a mí y por las malas razones.- ante mi respuesta tajante, Ian frenó si ritmo y suspiró. Me miraba largamente, ido.
Entonces estiró su mano y me agarró suavemente del brazo, moviéndolo de a poco, tratando de hacerme bailar pero lento, muy lento.
Se me erizó la piel. Un cosquilleo eléctrico recorrió todo mi cuerpo, empezando por ahí, el lugar del brazo donde él me había acariciado. Mi corazón aumentó su velocidad pero por fuera quedé paralizado.
Tiré mi brazo para atrás con fuerza. Ni siquiera me molesté en mirar cómo reaccionaba Ian, o si alguien me estaba mirando -todos me habían estado mirando- simplemente salí corriendo del lugar y no paré hasta llegar a casa. Allí fue donde te encontré, tirado en el patio delantero, durmiendo borracho.
Odié a todos en aquel momento. A todos. De nuevo.
Entré a casa y a grandes zancadas llegué a mi pieza. Me encerré en ella y me tiré sobre la cama, agobiado. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué estaba sintiendo? No lo sabía. Solamente sabía que el cosquilleo todavía era real y estaba en mi cuerpo. Y la cara de Ian me miraba a través de la oscuridad de mi cuarto.
Matt.
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Cartas de verano ("Historias de estaciones" tomo III)
Romance50 cartas de amor nunca enviadas.