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—Shelly, por favor, márchate —estaba diciendo Selena—. Sé que tienes una cita para cenar con Sam. Justin llegará enseguida.

—Sabes que no puedo hacerlo —protestó Shelly—. Justin me mataría si te dejara sola.

Selena frunció el ceño. Estaba cansada de necesitar niñera y quería estar sola; necesitaba prepararse para decirle adiós a Mustang… y a Justin.

—¿No puedes llamar a Vic y decirle que venga?

—No. Vic está de servicio.

—Pues llámalo y dile que pase por delante de la casa de vez en cuando. Eso será suficiente. Por favor, Shelly. Necesito estar sola —insistió. Shelly dudó un momento y Selena supo que tenía que presionar—. Si Vic pasa por aquí y yo tengo las puertas y las ventanas cerradas, no pasará nada. Y le diré a Justin que te eché de aquí.

—De acuerdo —asintió la joven por fin—. Pero solo si Vic está de acuerdo en pasar por delante de la casa cada media hora.

Cuando Shelly fue a la cocina para llamar por teléfono, Selena se dejó caer en el sofá.

Le había dolido la cabeza durante toda la tarde y no encontraba alivio. Sabía que era porque había llorado durante mucho rato.

Lágrimas por Justin, por sí misma, lágrimas por el amor que nunca podría ser. Y seguía sintiendo aquellas lágrimas quemándole los ojos.

Estaba cansada de disimular, de intentar mantener una conversación. Quería estar sola. Necesitaba estar sola.

Shelly volvió de la cocina.

—Vale. He hablado con Vic y me ha dicho que pasará por delante de la casa cada quince minutos hasta que vea el coche de Justin. ¿De verdad quieres que me vaya?

—Insisto —dijo Selena, levantándose.

Ella se marcharía de Mustang, pero Shelly tendría que quedarse y, al menos, conseguiría sus sueños.

—Vete. Diviértete con Sam y muéstrale que eres la mujer de su vida.

—Voy a echarte de menos. Me gustaría que siguiéramos en contacto —dijo Shelly, besándola en la mejilla.

—Lo haremos —mintió Selena.

No podría seguir en contacto con Shelly porque eso le recordaría a Justin y no podría soportarlo. La única salida era cortar de modo definitivo con Mustang y todo lo que representaba.

—Cierra la puerta con llave —insistió Shelly.

—Lo haré.

Cuando la joven salió, Selena cerró con llave.

Sola. El silencio de la casa era abrumador, tan vacío como su corazón. ¿Había cometido un error apartándose de
Justin?

¿Sería tan malo aceptar su amor, dejarlo decidir si quería cargar con una mujer ciega o no? ¿Sería tan malo aceptar su amor aunque no estuviera segura de qué era lo que lo había llevado a amarla?

Era demasiado tarde. Justin se había ido y su ausencia explicaba más que sus palabras. Quizá necesitaba tiempo para pensar y, durante ese tiempo, había decidido que no quería una mujer ciega y que su amor por ella era el resultado de su sentimiento de culpa hacia Nick.

En cualquier caso, parecía que su plan era alejarse hasta que estuviera dormida. Y no tendrían mucho tiempo por la mañana antes de que Keller fuera a buscarla.

Debería hacer el equipaje, pensó. Había dejado pasar la tarde porque no quería pensar en ello, pero sabía que tenía que hacerlo.

Selena se dirigió hacia su habitación, pero, en lugar de entrar, se encontró en la de Justin. La estancia olía a él y el aroma llenaba los sentidos de Selena, mientras esta lloraba por lo que nunca podría ser.

El Árbol De Los BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora