Selena había decidido no preguntarle a Justin por Ryan . Sabía que no era asunto de ella y que él probablemente se enfadaría con Shelly por habérselo contado.Durante los últimos cinco días, la joven había estado cuidando de ella, hablándole sobre Mustang, los simpáticos vecinos del pueblo y sobre su amor por Sam Black.
Shelly no parecía notar que Selena le contaba muy poco sobre su vida, pero ella estaba tensa. Tenía que ser prudente cada vez que decía algo.
Nunca olvidaba que estaba interpretando un papel, el de la prometida de Justin Bieber.
Inicialmente, la compañía de Shelly le recordaba el tiempo que solía pasar con su hermana. Alicia y ella solían charlar sobre moda, hombres y matrimonio. Pero recordar a Alicia y su marido la llenaba de amargura.
El sábado por la mañana, Selena se había despertado como siempre, con la esperanza de que, al abrir los ojos, podría ver la luz del sol y la habitación en la que llevaba cinco días durmiendo. Pero la esperanza solo había durado un segundo.
En cuanto entró en la cocina, supo que no era Shelly quien estaba haciendo café.
—¿Justin?
—Sí. ¿Cómo has sabido que no era Shelly?
—Porque hueles de otra forma —contestó ella. No quería decir más, no quería decirle que su aroma masculino provocaba en ella un efecto que ningún otro podía provocar.
—¿Por qué estás en casa hoy? ¿Habéis resuelto el caso Casanova?
—No. Tienes una taza de café delante de ti —dijo Justin, sentándose frente a ella—. No tenemos pistas, ni huellas, nada —la frustración en su voz era evidente—. Ah, casi se me olvida, tengo un regalo para ti.
—¿Un regalo? —el corazón de Selena dio un curioso salto. ¿Justin le había comprado un regalo?
—Es de Vic —dijo él. Selena tuvo que disimular su desilusión. Por supuesto, Justin no iba a comprarle un regalo. ¿Por qué iba a hacerlo? Ella solo era una obligación—. Pon la mano.
Selena hizo lo que le pedía y Justin depositó un objeto en ella. Cuando pasó los dedos por la superficie del objeto descubrió que era una pastilla de jabón. Olía a menta, como Vic. El alguacil siempre olía a jabón de menta.
—Es un pez —dijo, triunfante.
—Exacto. Vic hace animales con pastillas de jabón y no se le da mal.
—Qué detalle acordarse de mí —murmuró Selena, conmovida—. Justin, ¿crees que puedes resolver el caso Casanova quedándote en casa conmigo?
—No, pero he pensado que tomarme un día libre me ayudaría a ver las cosas con perspectiva.
Justin había sido irritantemente amable con ella desde que se habían besado. En realidad, habían pasado poco tiempo juntos desde aquella noche. El se iba a trabajar muy temprano y volvía tarde a casa.
—Esto empieza a ser como una cárcel —suspiró Selena, tomando un sorbo de café.
Justin se quedó en silencio durante unos segundos.
—No sabía que mi casa te parecía una cárcel.
Selena suspiró.
—Me parece que estoy en la cárcel desde la noche que mi hermana y su marido fueron asesinados. Las celdas cambian, los carceleros cambian, pero yo sigo siendo una prisionera —intentó sonreír—. Al menos, Shelly era más agradable que Kent Keller, que no solía decir ni una palabra.
De nuevo, Justin se quedó en silencio.
—Quizá a los dos nos fuera bien un cambio —dijo por fin—. ¿Por qué no nos vamos de acampada? Podríamos irnos ahora y volver mañana por la mañana.
—¿Lo dices en serio?
La idea de salir de allí la alegraba y la asustaba al mismo tiempo. Estaba cansada de pasear por la casa y un cambio de escenario sería emocionante. Pero sabía que, fuera de aquella casa, volvería a depender totalmente de otra persona.
—Lo digo en serio —contestó él, levantándose—. Creo que es lo que los dos necesitamos. Siempre pienso con más claridad cuando estoy al aire libre y tú podrás salir de tu celda. ¿Te apetece?
—Claro —asintió Selena, sintiéndose aventurera—. ¿Qué tengo que hacer?
—Termínate el café y ponte unos vaqueros. Yo me encargaré de lo demás.
Después de decir eso, Justin salió de la cocina.Selena se tomó el café e intentó imaginarse a sí misma en una tienda de campaña. ¿Tendría Justin una tienda o dormirían bajo las estrellas? Unas estrellas que ella no podría ver.
Pero se negaba a compadecerse de sí misma y arruinar la aventura. Romper la rutina sería bueno para ella.
Selena dejó la pastilla de jabón sobre la mesilla, pensando de nuevo en el detalle de Vic. La figurita de jabón sería probablemente el único recuerdo que se llevaría de Mustang.
Media hora más tarde, Justin y ella estaban en el coche, con el maletero lleno de cosas que, según Justin, iban a necesitar.
—¿Dónde vamos? —preguntó Selena.
—A un parque nacional. Está a una hora de aquí y el paisaje es precioso.
—Si es tan precioso, tendrás que describírmelo para que pueda verlo.
—Nunca se me han dado bien las descripciones.
—Pues tendrás que aprender… por mí —sonrió ella—. ¿Solías ir de camping de pequeño? —preguntó, curiosa por saber más del hombre que parecía ocupar gran parte de sus pensamientos.
—Casi todos los fines de semana —contestó Justin—. A mi padre le gustaba mucho el aire libre y me enseñó a respetar la Naturaleza.
Selena se daba cuenta de que aquellos recuerdos eran agradables para él. Y lo envidiaba. Ella no tenía muchos recuerdos felices de su infancia.
—Si alguien me hubiera dicho hace dos meses que estaría en Montana a punto de ir de camping, le habría contestado que estaba loco.
—Supongo que las decoradoras de una gran ciudad no tienen mucho tiempo para disfrutar de la Naturaleza —dijo él.
Selena podía sentir que estaba sonriendo y el deseo de ver sus sonrisas empezaba a ser angustioso—. ¿Qué solías hacer en Chicago para divertirte?
—Todo tipo de cosas.
—¿Como qué?
Selena frunció el ceño, intentando recordar una vida que, en aquel momento, le parecía la de otra persona.
—Pues… solía llevar a mis clientes a cenar o al teatro.
—Pero eso es trabajo, ¿no? ¿No tenías aficiones, cosas que te gustase hacer cuando no estabas trabajando?
¿Aficiones? Selena nunca había tenido tiempo para aficiones. Le habían enseñado que eso era una pérdida de tiempo.
—Me encanta mi trabajo —contestó, con una pasión un poco forzada—. Y en cuanto recupere la vista, volveré a Chicago y seguiré haciendo lo que me gusta.
La vehemencia de la respuesta pareció echarlo para atrás. Justin se quedó en silencio y ella también. La discusión la había deprimido y no sabía por qué. Lo único que sabía era que, por primera vez desde que había llegado a Mustang, la idea de volver a Chicago no le parecía tan fascinante.
Hola chicos, disculpen esta tardanza de casi 3 meses , este es mi ultimo año en la secundaria y estado muy ocupada les doy muchas gracias por el apoyo que tuvo la novela. :)
Axl victoria <3
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El Árbol De Los Besos
FanfictionAunque él la conocía bajo el nombre de Cecilia Webster, su verdadero nombre era Selena Gomez y, hacía tan sólo algunas semanas, lo tenía todo en la vida, hasta que una tragedia le arrebató la vista. La ceguera era sólo temporal, al igual que su nuev...