Epilogo

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Justin estaba de pie al lado del sacerdote, esperando impaciente la llegada de la novia. Habían pasado tres meses desde el arresto de Vic y Burt, tres meses desde que Justin y Selena habían compartido el beso mágico bajo el árbol de la leyenda. Y, en aquel momento, estaba esperando delante de todo el pueblo de Mustang a la mujer que lo transformaría de solterón empedernido en hombre casado.

Millicent Creighton estaba sentada en la primera fila, con una sonrisa que parecía indicar que se consideraba responsable del feliz acontecimiento.

Llevaba una tarta de boda en la cabeza, descubrió Justin, perplejo. Su infame sombrero contenía tres capas de pastel y tenía unas figuritas encima. Los vecinos de Mustang tenían mucho sentido del humor.

Miley también estaba sentada en la primera fila. Al menos una vez a la semana, Justin y Selena se reunían con Nick y su mujer para cenar. Nick estaba enseñándole a Selena a leer en braille.

Justin se irguió cuando Mindy y Mandy aparecieron al final del pasillo, tirando pétalos de rosa por el suelo. Tras ellas iba Shelly, radiante, con Sam del brazo.

Y allí estaba ella. Selena . Llevaba un vestido largo de encaje blanco y un velo le cubría la cara. El corazón de Justin empezó a dar saltos al verla caminando del brazo de Nick por el pasillo.

Las dos personas que habían marcado su vida.

Cuando Nick le dio la mano de Selena, Justin levantó el velo y miró el rostro de la mujer que amaba.
Ella estaba radiante.

—Gracias por ser mis ojos —murmuró.

—Gracias por enseñarme a ver —contestó Justin.

El sacerdote se aclaró la garganta.

—¿Podemos empezar?

Justin sonrió y también lo hizo Selena. Ellos ya habían empezado. La ceremonia era solo una formalidad. Los dos se habían jurado amor eterno tres meses antes, bajo las ramas de un árbol.

Selena  se despertó sonriendo entre los brazos de su marido. Llevaban un mes de casados y ella seguía despertándose cada mañana con la emoción de encontrarse a su lado.

Cuando abrió los ojos, la claridad la cegó y tuvo que volver a cerrarlos. El corazón de Selena empezó a latir con fuerza. ¿Lo habría imaginado? Tenía miedo de volver a intentarlo.

Tomando aire, abrió los ojos de nuevo. Luz… un borrón. Pero el borrón se fue disipando y pronto empezó a ver sombras.

Lágrimas de felicidad asomaron a sus ojos. Justin. Selena se volvió para ver por primera vez al hombre que amaba.
Él dormía de lado. Tenía el aspecto que ella había imaginado. El pelo oscuro, despeinado, las cejas anchas, las pestañas largas. La nariz era recta y sus labios suaves y sensuales. Se había casado con un hombre muy guapo.

Pero lo habría amado igual si tuviera tres ojos y un cuerno en la cabeza. Porque eran su corazón y su alma lo que amaba. Aunque le gustaba saber que nunca se cansaría de mirarlo. ¡Mirarlo!

Selena se sentó de golpe sobre la cama.

—¿Qué… qué pasa? —preguntó él, medio dormido.

—Nada.

—Pues vuelve a la cama, donde tienes que estar.

—No puedo.

—¿Por qué?

—No creo que pueda volver a dormir nunca más en esta habitación.

Justin abrió los ojos.

—¿De qué estás hablando?

—Es el papel pintado más horrible que he visto en mi vida.

—Ya te dije que era muy feo… — Justin se sentó de golpe sobre la cama—. ¿El más feo que has visto? ¡Selena!

—Sí, el más feo —repitió ella, con lágrimas en los ojos—. No, es precioso. Y tú eres precioso —murmuró, tomando la cara de él entre las manos—. Justin Bieber, eres el hombre más guapo que he visto en toda mi vida.

—¿Puedes verme?

—Sí —ella rio.

Justin la abrazó y Selena sintió la desesperación que había en aquel abrazo.

—Me alegro tanto por ti —murmuró él sobre su frente. Selena se daba cuenta de que estaba asustado—. Estoy muy contento, pero las cosas van a ser diferentes a partir de ahora. Y los cambios siempre dan un poco de miedo.

—Aunque fuera ciega, me daría cuenta de qué es lo que te preocupa —sonrió ella, apretándose contra su pecho—. No voy a volver a Chicago. Te quiero y voy a quedarme aquí porque este es mi sitio. Además… —siguió, mirando de nuevo el papel pintado de la pared— si todos los vecinos de Mustang tienen tan mal gusto como tú, mi nueva tienda de decoración va a ser un éxito.

Justin sonrió.

—¿Tienes idea de cuánto te quiero?

—Demuéstramelo —dijo ella en voz baja—. Pero ten en cuenta que ahora puedo ver todo lo que haces.

Justin hizo lo que tenía que hacer. Y ella también.

  Aqui esta el epilogo para tod@s que lo pedian 🙈.

Gracias x todo, los votos y comentarios que me encanta leerlos de verdad muchas gracias.

~Axlvictoria

El Árbol De Los BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora