Orlando lanzó el bolso al interior de su apartamento y corrió escaleras abajo para ir a comprar algo de beber y algún postre. No podía bajar por el ascensor, tenía demasiadas energías para contenerlas en un espacio cerrado, luego esperó unos minutos en la planta baja para no cometer el error de encontrarse con Amelia en la calzada.
Un tiempo después se duchó apresurado, aún consciente de que estaría listo mucho tiempo antes de que ella llegara, se afeitó y acicaló cuidadosamente y se arrepintió de rociarse tanta colonia, sería demasiado evidente si se arreglaba demasiado, por lo que se introdujo de nuevo en la ducha para quitarse el aroma y se vistió de manera casual, un chándal medio desgastado era la mejor opción para no abrumarla y sobre avisarla de sus intenciones.
Para matar el tiempo, sacó los libros de las bolsas, le quitó las etiquetas de los precios, los ojeó, dobló y tiró para que parecieran usados. Como eso no fue suficiente, agarró un poco de tierra de los materos de su balcón para frotarla en sus manos y luego en los textos, cuando estuvo satisfecho con el resultado, esperó impaciente a la llegada del objeto de su deseo.
Su corazón saltó cuando finalmente escuchó el timbre, se hizo una nota mental de conseguir la manera de obtener el número de su móvil, la espera fue dolorosamente larga y si hubiera tenido la manera de comunicarse con ella hubiera tenido la oportunidad de irse preparando emocionalmente para su llegada.
—¿Listo? —preguntó la chica con una hermosa sonrisa cuando abrió la puerta.
Orlando asintió y la siguió al apartamento de la señora Romano, los corazones de ambos palpitaban con fuerza, los dos estaban nerviosos y esperaban que el otro no se diera cuenta de ello. El chico hizo amague de querer ayudarla con las bolsas de comestibles que llevaba en su mano, pero supo por la fuerza con las que las agarraba que iba a ser rechazado.
Cuando él entró en la cocina, sonrió por el orden y la limpieza del lugar, las gambas se estaban descongelando en el fregadero y había varios contenedores con diferentes ingredientes y especies maravillosamente dispuestos y picados. La chica era muy meticulosa a pesar de que tenía planeado cocinar solo para ella.
—Estás en tu casa —dijo Amelia ocultando el temblor en su voz—. Puedes revisar el reloj cucú si te apetece.
Orlando asintió dirigiéndose a la sala de estar, se contuvo de ofrecer las cervezas inmediatamente, no quería que ella pensara que él había planeado emborracharla o algo parecido. Cuando el momento fuera correcto, las ofrecería, y luego de comer, ofrecería el postre. Le tomaría menos de dos minutos buscarlos en su apartamento.
Al pasar frente a la mesa del comedor, observó unos papeles y materiales de estudio sobre la superficie. Amelia había estado estudiando y no había pedido su ayuda, o tal vez sí lo había hecho, quizás había ido a tocar su puerta y él no estaba ahí para ella. Maldijo para sus adentros y se sentó a revisar el contenido de los documentos. En una hoja Amelia había estado practicando y todas las respuestas eran correctas, ella sabía lo que hacía; eso quería decir que su estado emocional y la falta de tiempo eran los culpables de que ella reprobara sus estudios.
Se lamentó no poder ayudarla más, él podría costear sus clases perfectamente, podría pagar la matrícula en la universidad de su preferencia, pero estaba demasiado claro que ella no aceptaría su dinero, no mientras no fuera suya, tendría que asegurarse de eso entonces, de estrechar su relación, de convertirla en parte de su vida, de crear una situación que permitiera que él pudiera protegerla y hacerse cargo de sus necesidades y de cumplir cada uno de sus sueños.
—¿Deseas algo de tomar? —preguntó la chica acercándose a él. Llevaba puesto un delantal que resaltaba sensualmente su pequeña cintura. No se incomodó al verlo sentado frente a sus papeles, se enorgullecía de su habilidad intelectual aunque sus condiciones de vida no le permitieran los resultados deseados.
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Vecinos (COMPLETO)
RomanceÉl era escritor, ella estudiante. Él estaba fascinado con ella, ella se negaba a ser herida de nuevo por un hombre. Él quería conquistarla, ella se negaba a ser conquistada... ¿podrá Orlando ganarse la confianza de Amelia? Quizás el destino los quis...