El fin de semana llegó más rápido de lo que hubiera deseado Amelia, el jueves en la noche se encontró frente a su armario deseando poseer ropa más apropiada debido a que era la novia de un escritor famoso, lo cual era una tontería, a Orlando le parecía que su chica era hermosa así tuviera una bolsa de basura como atuendo. Las pocas veces que salían, la llevaba de la mano como si ella fuera su posesión más preciada, la presentaba con un orgullo vibrante en sus ojos, como si no pudiera creer que una mujer como ella estuviera con él, aunque realmente no salían mucho porque optaban pasar el poco tiempo que tenían juntos en la cama haciendo el amor.
Cuando llegaron a Los Ángeles los recibió un elegante chofer en una lujosa limusina para llevarlos a un exclusivo hotel cinco estrellas que quedaba relativamente cerca de los estudios de cine más prestigiosos. La suite que le reservaron era inmensa y estaba repleta de regalos, tanto para él como para ella, una evidente demostración de que estaban deslumbrando a Orlando para lograr un resultado satisfactorio al final de su visita.
Amelia se sorprendió de que hubiera presentes destinados para ella entre las ofrendas: perfumes, maquillaje, unos pendientes de diamantes, un celular de última tecnología... entonces le dirigió una mirada interrogante a su novio.
—No me mires a mí —dijo Orlando—. Yo no tuve nada que ver con eso.
Alguien llamó desde la puerta, y cuando el joven escritor la abrió, entró Alexander vestido con prendas de última moda.
—¿Cómo llegaron...? ¡Guau! ¡Está suite es estupenda! —exclamó el agente.
Amelia sonrió, Alexander se percató de la cantidad de regalos ubicados en diferentes lugares de la habitación y agregó:
—Se nota que están inmensamente interesados, no dejaron ningún detalle por fuera —vio la mirada sorprendida de Amelia que todavía no comprendía cómo es que la habían tomado en cuenta a ella y él quiso darle la explicación más plausible—: La agencia supuso que debías ser muy importante para Orlando para que solicitara tu compañía en este viaje, si querían hacerlo feliz, tenían que hacerte feliz a ti también.
—En eso pueden estar seguros, si Amelia es feliz, yo soy feliz —replicó Orlando.
—En una hora tienen que estar listos porque vamos a almorzar con los representantes de la agencia para que los conozcas y para coordinar las reuniones con las productoras. Sé que desean que una de las reuniones sea esta tarde. También tengo entendido que quieren que vayan a unas fiestas esta noche y mañana, van a poner unos estilistas a su disposición para vestirlos, aparentemente habrá estrellas de cine entre otros ejecutivos de la industria.
Amelia sintió como si estuviera cayendo al vacío, la idea de estar rodeada de gente tan importante le daba dolor de estómago. Orlando intuyó lo que su novia estaba pensando por los gestos de su rostro, por lo que se apresuró a sacar a su agente de la habitación con la excusa de que debían aprontarse. Cuando se hubo ido, se acercó a su chica y la tomó de las manos diciendo:
—No tenemos que ir a ninguna fiesta si no quieres.
—Sería una descortesía rechazar cualquier invitación —replicó Amelia.
—No necesariamente, a la agencia le interesa que yo ceda los derechos de mi historia y por eso, supongo que se están desviviendo para demostrarme todo el glamour de Hollywood con regalos y fiestas. Nada de eso tendrá ningún peso en mi decisión, lo que realmente deseo es que se mantengan fiel al manuscrito que escribí, que no le hagan cambios drásticos ni distorsionen la trama. Mientras me den seguridad sobre esos puntos, no hay regalos ni fiestas que influyan de una forma u otra —entonces se acercó un poco más para rodearla con sus brazos y susurrarle al oído—: Y realmente prefiero quedarme en la habitación haciéndote el amor, que en un lugar rodeados por desconocidos.
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Vecinos (COMPLETO)
RomanceÉl era escritor, ella estudiante. Él estaba fascinado con ella, ella se negaba a ser herida de nuevo por un hombre. Él quería conquistarla, ella se negaba a ser conquistada... ¿podrá Orlando ganarse la confianza de Amelia? Quizás el destino los quis...