Un par de semanas después Amelia se encontraba cocinando en el apartamento de Orlando, su respiración se aceleró cuando oyó las voces provenientes de la sala de estar. La familia del escritor ya había llegado y ella todavía no se sentía preparada para ese momento. Se alisó con las manos el vestido que se había comprado para la ocasión y plantó una sonrisa en su rostro para dirigirse hacia ellos.
Unos días atrás, Orlando tuvo que utilizar todas sus herramientas de persuasión para convencerla, la idea de conocer a sus padres y hermanos la aterró desde el primer momento que se lo propuso, pero lo que realmente hizo que accediera, fue el saber que, si se negaba, iba a herir sus sentimientos.
Cualquier idea que se hubiera creado en su mente para conocer a los Olsen, jamás la hubiera preparado para la realidad. Su vestimenta y su actitud era seria y formal, no parecían estar relacionados de ninguna manera con el vecino bueno y generoso del que estaba enamorada, ¿quiénes eran esas personas que lo trataban como si no valiera nada?
Estar preparando la cena le dio la excusa perfecta a Amelia para mantenerse ocupada en la cocina, había preparado todo de tal manera para que pudiera estar saliendo y entrando constantemente, pero luego de la primera impresión que se formó, decidió ocultarse en sus actividades culinarias. Todo estaba quedando exquisito, por lo menos en ese sentido no podían hacerla sentir inferior.
El ambiente de la cena fue aceptable, aunque nada excepcional, la frialdad de la familia de Orlando no permitió que se desarrollara una conversación normal a pesar de que la joven pareja intentó proponer varios temas interesantes sobre los cuales hablar, de pronto, el escritor dijo:
—Acabo de firmar un contrato en con una agencia en Los Ángeles, van a llevar a la pantalla mi último libro.
Amelia pensó que se iba a ahogar con el pedazo de comida que tenía en la boca. ¿Orlando no les había contado a sus padres esa noticia hasta ese momento? ¿Por qué? Algo tan maravilloso merece ser compartido desde sus comienzos, sobre todo con la familia, que no daría ella por tener a sus padres vivos para poder relatarle cada detalle de sus días.
—¿Para eso nos invitaste a cenar? —preguntó el padre de Orlando. Por el tono de su voz, Amelia no supo definir si sus palabras estaban cargadas de sincera curiosidad o menosprecio por la noticia.
—En parte —respondió el joven escritor—. También quería que conocieran a Amelia.
La madre de Orlando observó a Amelia con desaprobación, provocando que la chica deseara desaparecer en ese momento.
—¿De qué trata tu última novela? —preguntó su hermana.
Amelia hubiera creído que la pregunta estuvo intencionada para salvarlos de la mirada de desdén de su madre, sino fuera porque sus palabras estaban cargadas de un tono burlón.
Mientras Orlando habló sobre la trama, y respondió a las siguientes preguntas y comentarios peyorativos de su familia, Amelia no paraba de pensar en lo equivocados que estaban los familiares de su novio. ¿Cómo era posible que no valoraran a una persona tan inteligente, generosa, talentosa e ingeniosa como Orlando? A pesar de las palabras despectivas de los visitantes, el escritor parecía tomárselo con gracia, una sonrisita sarcástica decoraba su rostro.
—Pensé que sería una noticia que les alegraría, que realicen una película basada en una de mis historias es un importante avance en mi carrera —dijo Orlando.
—¡Por Dios, Orlando! —exclamó su madre—. No seas dramático, eres demasiado sensible, pareces una mujer mimada que no está recibiendo la atención que desea.
Amelia pensó que algo de cierto tenían sus palabras, Orlando no se comportaba ni pensaba como el resto de los hombres, no era machista ni se guardaba sus sentimientos, era honesto y decía todo lo que pensaba. Gracias a eso era tan buen escritor, por esa capacidad de expresar emociones y de manifestar los más profundos sentimientos; y ese hombre tan distinto a los demás, tan especial, se había fijado en ella, realmente era muy afortunada.
La madre de Orlando observó a Amelia intrigada por su sonrisa, su intención no era alabar a su hijo y aquella mujer había interpretado sus palabras como un halago. En ese momento, sin una palabra que lo motivara, su padre alabó a sus otros hijos por sus logros y alcances, no le parecía admirable que su hijo fuera a ser famoso en Hollywood.
Amelia analizó la actitud prepotente y formal de los hermanos y pensó qué no importaba si curaban cerebros y liberaban presos políticos si no era felices, solamente hay una vida por vivir y lo importante era la felicidad y aprovechar las virtudes para alcanzarla. Orlando era optimista y muy bueno en lo que hacía, y eso para ella era suficiente motivo para sentirse muy orgullosa.
Entonces se sintió inmensamente afortunada de haber conocido a esa gente tan mezquina porque gracias a ellos pudo volver a visualizar un futuro con Orlando. Su familia no lo valoraba, ¡pero ella sí!
Ella, que había sufrido de tanta escasez de amor sabía exactamente cómo hacerlo sentir amado y valorado. Había aprendido a conocerlo y podría mostrarle lo orgulloso que debía sentirse por cada uno de sus logros, ella era la persona indicada para aportarle todo lo que su familia no le daba, ella era la persona indicada para hacerlo feliz.
Esa noche lo devoró a besos mientras hacían el amor, y cada vez que él le decía que la amaba, ella le respondía: «Más que a mi vida».
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Vecinos (COMPLETO)
RomanceÉl era escritor, ella estudiante. Él estaba fascinado con ella, ella se negaba a ser herida de nuevo por un hombre. Él quería conquistarla, ella se negaba a ser conquistada... ¿podrá Orlando ganarse la confianza de Amelia? Quizás el destino los quis...