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Aunque ha intentado mover la venda de sus ojos y ver mi rostro, a cada intento le contraataco con un golpe en la cabeza; tengo claro que en algún momento sucederá, pero no quiero que sea ahora. Veo el cielo anaranjado por el hermoso amanecer naciendo en nuestro frente, provocando una sensación de ansiedad y tranquilidad a la vez; lo que asumí que era causa del whisky tomado durante más de tres horas, mezclado con caramelos. Lo observo, ya en la poca claridad que se alcanza a reflejar en él; sin duda lo he visto, no tengo el recuerdo presente pero cada una de sus fracciones son tan perfectas, sería totalmente imposible olvidarlas: sus pómulos rosados, su nariz un poco respingona, sus dientes blancos perfectos con un brillo peculiar cuando sonríe y lo combina con sus perfectos hoyuelos en la comisura de sus labios; sus labios carnosos y de un color rosa pálido, que cuando son mordidos inconscientemente se hacen más rojos. Cuando tira de su cabeza hacia atrás para tomar de la botella de vino en sus manos; cuando pasa de su boca a su garganta; emite un sonido ronco tan peculiar, tan varonil...

- Mérida? ¿Estás dormida?

- No.

- ¿Qué haces?

- Observo.

- ¿Puedes decirme que vez? Como entenderás estoy ciego – señala la venda en sus ojos.

- Veo el amanecer.

- Descríbelo – solo suspire - una vez dijiste que te gustaba la luna y yo te comente que me gustaba el amanecer, la luz; esa vez dijiste que te gustaría sentir a un escritor con solo escucharlo, querías que un escritor te describiera lo que llora la luna, ¿no es así?

- Si.

- Entonces hazlo tu conmigo, díctame que canta el amanecer junto a ti.

- Bien – aclaro mi garganta y me recuesto en el seco césped, seguida de el – el sol sale de apoco, llenando cada centímetro del oscuro cielo que había antes de él, subiendo sin prisa, formando muchas hondas de luz, disminuyendo su intensidad, haciendo que cada honda forme una sonrisa; ¿si en hermoso? Absolutamente magistral, pero sería mejor acompañado del mar y que él le sirva de espejo; irradiaría tanta luz que, cuando la luna quiera desaparecer, el sol estaría en su mayor cúspide.

- ¿Como lo haces?

- ¿Hacer que?

- Hablar tan diferente, tan ...

- Poético.

- Si! - Gritó - además de tu hermosa voz, tus palabras a conjunto; son música.

- Solo es por escuchar tanto a mi padre recitar poemas de Neruda y eso - observo el reloj en mi muñeca y me levanto de un salto - me tengo que ir, nos mantendremos en contacto - dije mientras me alejaba de su lado.

- Pero ¡¿que pasa?!

- No te preocupes solo es tarde - monté mi moto, con mis cosas en mano y aun sin casco arranque. Cuando sentí el viento frío contra mi vientre caí en cuenta de que había dejado mi blusa en su rostro; sin razón alguna una sonrisa sale de mis labios. Llego a la casa y todo esta en silencio, busco a la nana y esta en la cocina dando vueltas como pava sin rumbo.

- Carolina! ¿Donde estabas?

- Tomando aire fresco, nana.

- ¿Sin blusa? - me mira divertida y con una ceja levantada.

- No seas paranoica, solo salí con la chaqueta.

- Ajam... - si fuera una desconocida no le diera importancia pero es mi nana; me pone nerviosa con sus preguntas.

Triste ArcoIris (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora