XII

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En algunas ocasiones, podría pensar que esto es una maldita broma pero no. Salvador Blackson apuntando a la cabeza de su hijo, si de Nick. El intercambio era con él, y aunque yo no había bajado de la camioneta el sabia que la cabeza estaba entre ellos. El negocio era el siguiente: 200k x 2,000.000.00 de libras. Pero todo cambiaba cuando habia una persona en riesgo; uno de los dos tenia que perder, y yo no voy ha ser esa. Me coloque la mascara y salí. Me miró curioso; mientras que su hijo no podía creerlo, abrió loa ojos como platos.

- Querida Camilla, no cambias - sonríe de lado, haciendome estremecer - tu corazón es tan bueno que no matarías a una hormiga - sentía tanto odio, que solo pensé en explotarle la cabeza a balazos - un cambio de planes; tienes que presenciar esta pequeña discusión familiar.

- Mérida - la voz de Nicolás era un grito de pena, observe sus ojos; estaban vidriosos. No era ese chico tranquilo, semblante de mujeriego que conocía - vete - movió los labios y los leí. En el mismo instante de que Blackson golpeaba su mandíbula haciéndolo caer y escupir sangre. Apreté las manos en mis costados, haciendo que nudillos se tornaran blancos. Inmediatamente Nick pateo la mano con la que su padre le apuntaba, logro levantarse y golpear su nariz; un grito salio de su boca mientras sacudía la mano. Nadie hacia nada, todos se quedaban observando el espectáculo familiar; hasta que me harte y quería que esto terminara. Tome la escopeta que Luis tenia en sus manos y dispare al aire, haciendo que todos se estremescan y apuntaran a mi. Caminé apuntando directamente la cabeza de Nick.

- Blackson, no tengo mucho tiempo y me vale los problemas que tengas con tu primogénito pero si no quieres que lo mate y te mate a ti de paso, terminemos con esta porquería, cabrón!! - sonrió con superioridad.

- Bien - tendió su mano y le colocaron un maletín, lo abrió y me lo mostró. Miré a Luis, saco una caja de su camioneta y la tiro a mis pies, la abrió y mostró su contenido. La escopeta no bajaba de la cabeza de su hijo, y aunque no lo mirara a los ojos sabia que buscaba una pizca de diversión en los mios. Luis me tendió la pistola que era de mi padre y le entrege su arma, tomando otra pistola de mis caderas y apuntando a ambas cabezas - Pon el dinero enzima de la caja, Blackson - sonrió ladeado, aunque todos sus subornidados estaban apuntando a mi; tenia los mejores francoticadores de toda Rusia, el no me daba miedo. Luis tomó el dinero y yo patee la caja, a los pies de Salvador - Tu! - dije mientras mira a Nick - sube - señale con mi cabeza mi camioneta; me miro confundido como si estuviera bromeando - ¡estas sordo o que! - dispare a sus pies, y efectivamente; salio corriendo y se montó en la parte trasera.

- No imaginé que serias tan ruda, querida - dio un paso para acercarce y ambas pistolas apuntaron a su cabeza.

- Ahora mismo, pienso muchas maneras de como descuartizarte - dijo y esta vez soy yo quien me acerco presionando el frío metal bajo su mandíbula - y aunque todos pensaran que soy una asesina serial, prefiero que te quede muy claro que voy tras tu cabeza; voy a jugar al gato y al ratón con tus pelotas - sentí como trago por el movimiento de la pistola. Me aparte, Luis cubrió mi espalda mientras volvía con el dinero a mi camioneta; le lanze una pistola a Nick, si lo sabe usarla que aprenda. Me acerque a su oído - solo apuntale a las piernas - sonrió de lado y asintió, monte la camioneta y cuando escuche el disparo, arranqué.

Cualquiera diría que es adrenalina pura pero no, en esta vida no hay adrenalina; aquí solo estas para vivir o morir en cualquier lugar, hora, minuto, segundo y sin ninguna razón aparente. Voy sumergida en mis pensamientos cuando unos golpes en el cristal del copiloto me hace frenar de golpe y apuntar con la pistola. Olvide a Nick. Le abro la puerta y ya acomodado continuo manejando.

- Piensas matarme de un infarto, niñato - le digo mientras lo observo de reojo atravez de la mascara.

- Yo? ¡yo! Tu fuiste la loca que aceleró haciendo que me golpeara la puta frente con el borde del vehículo! - levanta las manos - Y aparte me deja detrás para que me maten! - gritó; la furia era aparente en sus ojos. Suspira cansado - pero gracias, se que mi padre me habría matado de no ser así - una risita intensa salí de mis labios y la contengo - te burlas de mi chichon verdad? - busca su reflejo en su celular, mientras de mi sale una gran carcajada; respiro y vuelvo a mi semblante duro, lo observo de reojo y me mira con ternura - aunque allá sido una carcajada transformada apuesto  que en tu voz es el sonido mas angelical de todo el mundo - gruñí al sentir la calentura asomarse en mi rostro.

- Busca en la guantera una venda, colocatela - me mira y suspira cansado.

- Esto sera siempre? - sonrío a mis adentros.

- Siempre, Nick - su ojos brillaron y sonrió como tonto. Busco la venda y obedeció mis ordenes, detuve la camioneta y me quite la máscara. Encendí el radio y comenzé a cantar soñando contigo de una banda americana de rock llamada Saurom. Sonrió, mientras escuchaba como yo cantaba por lo bajo. Llegamos a una llanura, a unos 45 minutos de la ciudad. Apage el motor y me gire a mirarle; respiraba pausado, como si estuviera intentado controlar su respiración.

- Mérida?

- Mm.. - murmuro.

- Puedo salir? Necesito aire - sonríe tímido.

- Estas nervioso o que? - este hombre tenia que ser quinpolar.

- Para nada, pero soy asmático y necesito aire puro, para no entrar en crisis - salí del auto y di la vuelta a la puerta del copiloto.

- Tiende tu mano - la tendió y le coloque las llaves, siguió el tacto hasta que llevo a la puerta. Al ayudarle a salir del coche, hizo el mejor de todos los gesto que pudo haber hecho.

- Eres tan caballerosa - dijo mientras ponía una de sus manos en su cintura y con la otra tapaba su boca con supuesta timidez. Reí a carcajadas, por unos 7 segundos; luego me compuse y volví a mi semblante. Esto no puede estarme pasando.

- Lo escuchaste? - apuesto mi cabeza a que dirá algo mas estúpido aun.

- No, el que?

- Un coro de demonios que se crugieron en el infierno cuando soltaste esa maquiavélica carcajada - el era romántico a su manera.

- Eres un estúpido.

- Gracias, cariño - lo empuje para que caminara - pero que salvaje eres!.

- Deja de gritarme idiota o te rompo la nariz.

- Eso me paro los vellos de la espalda; eres... - bajé el puerton de la cabina de la camioneta haciendo que sonara fuerte y el dio un salto hacia atrás - me vas a matar del corazón! - gritó - maldito demonio sexi, de pelo precioso y carcajada malévola - murmuró por lo bajo sin saber que le entendía a la perfección.

- Sube - dije señalando la camioneta, golpee mi frente al olvidar no podía ver.

- Claro, piensas tirarme por un barranco ahora que estoy ciego, verdad bruja maléfica - me gustaba la idea de que el pensaba en mi como una bruja, al fin y al cabo era peor que eso. Tengo su mano hacia mi - enseñame donde - tome su mano.

- Maldición! - susurré.

Triste ArcoIris (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora