XIX

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— Te busqué tantas veces en aquel parque, que mi vida se hizo una rutina.

— No te dije que me fueras a buscar, o si? — le decía a Nicolás mientras estaba boca abajo sobre el sofá, desnuda; y el sentado en el suelo, acariciando mi espalda. Hablaba de tantas cosas, que mi cerebro no procesaba y solo respondía lo primero que venia a mi mente.

— Cambiaste. — dijo, sonriendo triste.

— Todos cambiamos, para bien o para mal.

— Tu lo hiciste para mal; cuando te conocí, la sonrisa de tus labios no desaparecía y tus ojos tenia ese brillo de vida y felicidad, totalmente incomparable.

— No te preocupes, los extraterrestres sólo me lavaron un poco el cerebro, cuando vuelva a la normalidad volveré hacer lo que quieres, marica — porque mi sarcasmo siempre lo hacia sonreír como retrasado mental?

— Marica no soy — dijo mientras tomaba aire para continuar hablando — tengo que mostrarte algo — tomó su bóxer del piso y mientras caminaba a una estantería cercana, iba subiéndolo por sus piernas. Tomó un libro que por el color de la portada deduje que era "Hush hush". Al volver a mi lado, abrió el libro y cinco pétalos largos y marrones estaban entre sus paginas.

— No jodas! — dije mientras de un salto me acomodaba para tocar las pequeñas disecciones de la flor — ¿Por qué? — fue lo único que pude articular, mientras observaba sus ojos. Ese brillo, esa ilusión, esa llama; la observe en mi hermano y la veo en Luna.

— Tus ojos.

— ¿Que? Tengo lagañas o que?

— No — su sonrisa se izo mas grande — tus ojos me llamaban la atención, eran dos rayos de luz en mi oscuridad; luego tu cabello — dijo mientras pasaba una mano entre mis rizos — tienes el cielo mas oscuro y limpio en el, es perfecto; como toda tú — mi corazón estaba acelerado, mi cerebro palpitaba al mismo ritmo.

— No se que putas fue eso pero si esperas que te responda con algo igual, te digo que te haz jodido  — sonrió.

— Eres tan diferente, como te recordaba: libre, espontánea, rebelde; solo con la diferencia que ahora no tienes brillo en tu mirada.

— Y que quieres que haga? — respiré profundo y me puse de pie para comenzar a vestirme — que te quede claro, no te acerques a mi familia, si quieres cogemos, pero no mas — me giré a mirarlo a la cara — si me entero que le diste mi rostro o pistas sobre mi al podrido de tu padre, te torturaré a tal magnitud que me rogaras que te mate de una vez por todas.

— A veces me das miedo, solo cuando tienes esa mirada sádica y demoníaca pero tranquila, estoy de tu lado — tomé mis botas y caminaba hacia la puerta — Megan — los bellos de mi nuca se encresparon — duerme conmigo.

— Solo dormir?

— Si, si eso es lo que quieres entonces solo dormimos.

— Bien, donde esta tu alcoba? Estoy muy cansada — señaló con la cabeza la escalera y avanzó hacia ella, dándome ha entender que quería que lo siguiera y así lo hice — bienvenida a mi fortaleza — todos los muebles eran grises, las paredes blancas como la habitación anterior — de que lado prefieres dormir? — lo miré con una ceja levantada.

— Pos ni idea, ¿en el que me sienta cómoda? — sonrió divertido ante mi respuesta — deja de tratarme como si fuera tu payaso personal y consigue algo para dormir.

— Unos bóxer mios? — alce los hombros señalando que no me importaba. Busco entre los cajones unos bóxer anchos a cuadros grises y negros junto a una remera negra. Me deshice de mis prendas delante de el.

Triste ArcoIris (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora