— Te busqué tantas veces en aquel parque, que mi vida se hizo una rutina.
— No te dije que me fueras a buscar, o si? — le decía a Nicolás mientras estaba boca abajo sobre el sofá, desnuda; y el sentado en el suelo, acariciando mi espalda. Hablaba de tantas cosas, que mi cerebro no procesaba y solo respondía lo primero que venia a mi mente.
— Cambiaste. — dijo, sonriendo triste.
— Todos cambiamos, para bien o para mal.
— Tu lo hiciste para mal; cuando te conocí, la sonrisa de tus labios no desaparecía y tus ojos tenia ese brillo de vida y felicidad, totalmente incomparable.
— No te preocupes, los extraterrestres sólo me lavaron un poco el cerebro, cuando vuelva a la normalidad volveré hacer lo que quieres, marica — porque mi sarcasmo siempre lo hacia sonreír como retrasado mental?
— Marica no soy — dijo mientras tomaba aire para continuar hablando — tengo que mostrarte algo — tomó su bóxer del piso y mientras caminaba a una estantería cercana, iba subiéndolo por sus piernas. Tomó un libro que por el color de la portada deduje que era "Hush hush". Al volver a mi lado, abrió el libro y cinco pétalos largos y marrones estaban entre sus paginas.
— No jodas! — dije mientras de un salto me acomodaba para tocar las pequeñas disecciones de la flor — ¿Por qué? — fue lo único que pude articular, mientras observaba sus ojos. Ese brillo, esa ilusión, esa llama; la observe en mi hermano y la veo en Luna.
— Tus ojos.
— ¿Que? Tengo lagañas o que?
— No — su sonrisa se izo mas grande — tus ojos me llamaban la atención, eran dos rayos de luz en mi oscuridad; luego tu cabello — dijo mientras pasaba una mano entre mis rizos — tienes el cielo mas oscuro y limpio en el, es perfecto; como toda tú — mi corazón estaba acelerado, mi cerebro palpitaba al mismo ritmo.
— No se que putas fue eso pero si esperas que te responda con algo igual, te digo que te haz jodido — sonrió.
— Eres tan diferente, como te recordaba: libre, espontánea, rebelde; solo con la diferencia que ahora no tienes brillo en tu mirada.
— Y que quieres que haga? — respiré profundo y me puse de pie para comenzar a vestirme — que te quede claro, no te acerques a mi familia, si quieres cogemos, pero no mas — me giré a mirarlo a la cara — si me entero que le diste mi rostro o pistas sobre mi al podrido de tu padre, te torturaré a tal magnitud que me rogaras que te mate de una vez por todas.
— A veces me das miedo, solo cuando tienes esa mirada sádica y demoníaca pero tranquila, estoy de tu lado — tomé mis botas y caminaba hacia la puerta — Megan — los bellos de mi nuca se encresparon — duerme conmigo.
— Solo dormir?
— Si, si eso es lo que quieres entonces solo dormimos.
— Bien, donde esta tu alcoba? Estoy muy cansada — señaló con la cabeza la escalera y avanzó hacia ella, dándome ha entender que quería que lo siguiera y así lo hice — bienvenida a mi fortaleza — todos los muebles eran grises, las paredes blancas como la habitación anterior — de que lado prefieres dormir? — lo miré con una ceja levantada.
— Pos ni idea, ¿en el que me sienta cómoda? — sonrió divertido ante mi respuesta — deja de tratarme como si fuera tu payaso personal y consigue algo para dormir.
— Unos bóxer mios? — alce los hombros señalando que no me importaba. Busco entre los cajones unos bóxer anchos a cuadros grises y negros junto a una remera negra. Me deshice de mis prendas delante de el.
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Triste ArcoIris (EDITANDO)
Teen FictionMientras buscaba en la biblioteca de la casa de mi tia Luna, un libro forrado en piel con un pequeño listón rosa llamó mi atención. Al sacarlo de la estantería y abrirlo, una fotografía y unos pétalos de girasol ya negros, salieron de el. Era un lib...