— Adiós niñato — le dije mientras lo dejaba en una de las calles serca del hospital. El amanecer se acercaba a su mayor resplandor, era maravilloso. Mi humor está de unicornios y arcoiris; Evelyn tiene razón. Una carcajada sale de mi boca retumbando en toda la camioneta al recordar las palabras de mi hermana; "Cuando tengas el mejor de los mejores orgasmos de tu vida, tu humor dejara de ser nublado y encontrarás un arcoiris". Niego mientras estaciono al frente de mi casa. Al entrar; la nana sale de la cocina con una taza de café en sus manos.
— Carol, volviste! — chilló mientras un par de lágrimas caía por sus mejillas.
— Ya estoy aquí, mi nana — Sequé sus lágrimas con mi mano derecha y acaricie su mejilla — estoy bien, no te preocupes — le sonrío. Mas lágrimas caen de sus ojos mientras acaricia mi mano sobre su mejilla.
— Mucho tiempo que no veía ese brillo de vida en tus ojos, mi niña — le sonreí — hoy tienes cita con el psicólogo a las dos, ve y descansa un rato — evadió el tema, me conoce tan bien que parece mi madre. Asentí y subí a mi habitación, sacando las botas y la chaqueta de mi cuerpo, logrando acomodarme en la cama. Observo el techo de mi habitación y las fotografías en el; todas son de cuando era niña, con mi hermano, mis amigas, mi padre y Camila, hasta el señor Vanegas sale en una de ellas. Estamos los tres, Marcy, él y yo; carga a su hija en brazos mientras comida una galleta y yo tenia un tarro de nutella entre mis pequeños brazos y el ceño fruncido. Sonreí con los recuerdos que llegaron a mi mente.
Flashback
— Fuera!! — grite — NANA!!! — llevaba unos 15 minutos gritando que saliera de mi habitación y no salia, solo se quedaba ahí estático sobre mi escritorio. Mi garganta dolía, y apenas podía tragar.
— Aceptas jugar conmigo? — le niego moviendo mis rizos de un lado a otro — Entonces no me iré, continua gritando si quieres — alzó sus hombros — me da igual, pequeña mono — lo mire con el ceño fruncido hasta caer en cuenta a lo que se esta refiriendo; yo estaba enzima de los barrotes de la cabecera de mi cama; gruñí. Bajé, me senté en posición de indio y en ese mismo momento entro la nana con agua y las pastillas que me daban par dormir.
— Si acepto jugar se irá? — asintió mientras tomaba su portafolios y sacaba una pluma y una hoja en blanco — ya que — sonrió y lo fulmine con la mirada haciendo que una carcajada saliera de sus labios.
— Una regla, la señora Camilla no puede jugar — agrandé mis ojos hacia la nana y suspire.
— Si, de que trata su jueguito.
— Preguntas. Tu preguntas y yo responderé pero yo igual preguntaré y tu tendrás que responder con la verdad — puse los ojos en blanco.
— Acabemos de una vez con esto.
— Bien, ¿cual es tu nombre completo?
— Enserio! — la nana me miro con desapruebo, gruñi — Megan Carolina Cornielle Bonnaire, ¿Su nombre?
— Marco, puedes decirme Marco, ¿tienes amigos?
— No, ¿cuantos años tiene?
— Treinta años, ¿te gustaría hacer amigos?
— No, ¿tiene hijos?
— Si, una niña, ¿quieres que te la presente?
— No, ¿le gusta la nutella?
— A mi hija? — asentí — no, prefiere las galletas, ¿porque no quieres hacer amigos?
— No lo se, no se como hacerlo o si hay que darles de comer como a los perros o si no puedo golpearlo, ya no se que preguntar... — coloque mi mano en mi mentón mientras pienso — ¿como se llama ella?
—Marceline, le decimos Marcy, ¿porque el negro? — alce mis hombros.
— Me gusta, ¿cuantos años tiene?
—Ocho, ¿te gustaría jugar con ella?
— Y si le hago daño? — aunque me daba ilución hacer amigos, también me llenaba de una incertidumbre increíble.
— Ella sabrá como tratarte — me sonrió — una ultima pregunta, ¿confías en mi? — mi mandíbula se tensó y me puse de pie sobre la cama.
— No confió en nadie, ¿volverás? — pregunté, era la primera persona con la que hablaba y me sentía tranquila.
— ¿Quieres que vuelva? — asentí lentamente — entonces volveré, y traeré a mi hija, ¿hecho? — tendió su mano para que la tomará, la observé, era gigante comparado con la mía, solo cerré los ojos con fuerza y la toque rápido y al soltarla los abrí, tenia dos pares de ojos observandome; la nana me miraba con sus ojos cristalizados y el doctor con ojos de orgullo.
Fin flashback
Sonreí, giré mi cuerpo hasta quedar boca a bajo en la cama y poder conciliar el sueño.
" Carolina, saldré con tu madre — observo a mi padre con mis ojos llenos de lágrimas; al percatarse de ello, corrió y se arrodillo ante mi cama — ¿Que pasa mi niña?
— No ... Vayas, papito, no... — dije mientras hipaba.
— No pasara nada, mi amor — dijo mientras acariciaba entre sus grandes y rasposas manos las mías — estaremos bien, ¿de acuerdo? — asentí solo con la cabeza, haciendo alborotar mis locos rizos — Marcy vendrá, traerá helado y galletas — dijo mientras acomodaba uno de mis rizos detrás de mi oreja — Y Ev traerá películas.
— Te esperare despierta — sonrió, de la formas mas sincera y natural de todo el mundo; su sonrisa era mi alegría.
— Te amo, mi reina — dijo mientras besaba mi cabeza y yo asentía. "
Despierto de golpe, sudada y con la respiración entrecortada. Lo ví, después de tantos años. Me siento en la orilla de mi cama y sonrei.
— Gracias papá — observo el reloj — 11:34, tengo tiempo — me levanto de la cama y voy a la ducha, hoy tengo cita con el psicólogo; esto es totalmente estresante, no es como con el señor Vanegas. Salí de la ducha y busque mi ropa; botas rojas, un jeans, una remera gigante y mi chaqueta de cuero rojo. Estaba intentando desenredar mi cabello cuando tocan la puerta con desesperación — maldición, es que no puedes esperar Eve... — mi voz se apago cuando vi a Benjamín con Luna, abrazados — ¿Luna?, Pero estabas en el hospital; ¿Que haces aquí?
— Hola Meg, pues me han dado de alta y mi hermano dejo que venga a pasarme unos días bajo el cuidado de la nana, claro si tu lo permites — al mencionar a su hermano mis rodillas temblaron y en mi labios se planto una sonrisa tonta.
— No hay problema, cuñada — le dije acariciando su mejilla — Tu! — señale a Benjamín — Duerme con ella, en el tercer cajón hay condones — los señalo a ambos — no quiero sobrinos, ¿ok? — de los labios de mi hermano sale una escandalosa carcajada mientras que luna se muere de vergüenza — Adiós tórtolos! — cerré la muerte y terminé de peinarme.
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Triste ArcoIris (EDITANDO)
Ficțiune adolescențiMientras buscaba en la biblioteca de la casa de mi tia Luna, un libro forrado en piel con un pequeño listón rosa llamó mi atención. Al sacarlo de la estantería y abrirlo, una fotografía y unos pétalos de girasol ya negros, salieron de el. Era un lib...