Capítulo 9: Decepción.

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El sol entraba por la ventana, dándome en el rostro. Poco a poco fui despertando, sentí que alguien se movía a mi lado, abrí los ojos y vi a Christian dormido boca abajo. Se veía tan lindo mientras dormía. Me levanté despacio, para así no despertarlo, busqué con cautela mi ropa que estaba esparcida por toda la habitación.

¿Qué rayos pasó aquí?

¡Parece que pasó un Huracán!

Río ante mi pensamiento, escucho que Christian se mueve en la cama. Termino de cambiarme y salgo sigilosamente de la habitación de mi jefe.

Mi jefe...

¿Qué he hecho? ¡Dios me condenará al infierno!

¿Ahora que hago?

Tal vez me despida...

¿Qué pensará de mí? Seguro, de que soy una fácil.

Entro a mi habitación, para poder ducharme y ponerme ropa nueva. Dejo el vestido en un costado, entro corriendo al baño. Cuando termino, me pongo ropa interior nueva, y de la maleta, elijo un conjunto de ropa nuevo. Decido ponerme unos jeans apretados color negro, una camisa ceñida al cuerpo, y unos zapatos negros. Tomo mi cartera junto con mi celular y las llaves para poder bajar a desayunar algo, me detengo cuando escucho a mi celular zona, lo cojo y veo el nombre de mi jefe allí. Nerviosa, lo atiendo.

-Buenos Días, Señor Smith.-Le digo tratando de sonar normal.-

-Hola Elizabeth. Recuerde que tenemos una reunión en 5 minutos y no llegue tarde.-Me dice de forma fría.-

-Perfecto, ya bajo.-Le digo y cuelga sin más.-

Parece que alguien está molesto el día de hoy. Espero no sea porque lo dejé que despertara solo.

¡Es lo mejor para ambos! Nuestra relación no estará bien vista.

Suspiro, abro la puerta, salgo de la habitación. Camino rápido hasta el ascensor, las puertas se abren, y entro. Cuando estoy en la planta baja, lo veo a lo lejos, lleva puesto un traje azul sin corbata y saco.

-Ya era hora de bajar, Señorita Wood.-Me dice serio, sin siquiera mirarme.-

-Lo siento señor, pero solo fue un minuto de retraso. El ascensor no baja más rápido.-Le digo de forma obvia.-

-Por eso mismo lo digo. Yo le dije a una hora y usted viene cuando quiere.-Me dice de forma amenazante.-

-Con todo respeto, Señor. Pero si está enojado, no discuta conmigo. Si sigue así, tendré que tomar un vuelo de regreso a Nueva York, porque está insoportable. No dejaré que me hable de esa manera.-Le digo cabreada, este se ríe de manera sarcástica.-

-Mire señorita, si quiere seguir trabajando para mí, es mejor que se calle.-Me dice entre dientes y me deja allí con la palabra en la boca.-

¡Maldito hijo de perra!

Fuimos a todas las reuniones que teníamos ese día, luego regresamos al hotel. Ninguno se dirigió la palabra y en parte me gustaba. Porque no me gustaría hablar de lo que había ocurrido la noche anterior.

Hoy era el último día de nuestra estancia en Miami. Christian me había dejado el día libre, por lo que recorrería la bella ciudad. Tenía pensado ir a la playa, dicen que es hermosa. Me vestí con una Bikini negra, arriba un vestido floreado y unas sandalias. Tomé mi bolso con lo necesaria y salí de la habitación.

Caminé por las calles calurosas de Miami, recorrí cada avenida conocida que me indicaba el Google Maps, hasta que me había cansado y caminaba tranquilamente hasta la playa.

Cuando llegué, pude apreciarla, era tan hermosa como decían. La vista era mejor, debido a que estaba casi vacía. Me quité las sandalias, comencé a caminar por la arena hasta parar en un lugar que me agradara. Saqué de bolso una manta, para luego colocarla en la arena.

Me quité el vestido, quedándome en la bikini negro, me agaché para tomar el pomo con protector solar, quite un poco y comencé a esparcirlo por mi cuerpo.

-No tenía idea de que el mar traía a hermosas criaturas.-Escuché que dijeron detrás de mí. Me di a vuelta y pude ver a Nicholas Street, el socio de Christian. Se veía tan guapo, con solo un short negro y todo su cuerpo exhibido.-

-¡Oh! Hola Nicholas. ¿Qué haces por aquí? ¿Me sigues?-Le digo en forma de burla.-

-Hola Bella Dama. No, no te estoy siguiendo. Solo es casualidad.-Me dice riendo. Se sienta junto a mí.-

>¿A caso el idiota de Smith te ha dejado el día libre o te has escapado?-Dice con una sonrisa encantadora.-

-Me ha dejado el día libre.-Le digo riendo.-¿Tu que haces aquí?-

-Vengo a hacer un poco de Surf. Esta playa tiene buenas olas.-Me dice, mirando el agua y luego vuelve su mirada a mí.-

-Qué bueno...-Le digo nerviosa, no sé que decirle. Las palabras no salen de mi boca.-

-¿Lizzy, algunas vez te han dicho lo hermosa que eres?-Me dice Nicholas, mirándome atentamente, mientras se acerca despacio.-

-Muy pocas veces, la verdad.-Le digo apenada, este toma de mi mentón, haciendo que lo mire a los ojos.-

-Pues, tiene que decírtelo seguido. Porque eres muy hermosa, Lizzy...-Dice Nicholas en un susurro, mientras se acerca a mis labios. Cuando nuestras respiraciones se mezclan, alguien me aparta de él.-

-¡Aléjate de ella, Idiota!-Dice Christian, furioso.-

¿Qué hace él aquí? Su rostro está rojo de la furia que lleva encima.

>Elizabeth, cámbiate que nos vamos.-Dice el ojiazul, sin dejar de mirar a Nicholas, que está en el suelo con el rostro serio.-

-¿Quién te crees para alejarla de mí, Idiota?-Dice Nicholas de forma amenazante, poniéndose de pie.-

-Yo... ¡Soy su Jefe!-Le grita Christian. Cuando dijo eso, mi corazón sintió como lo destrozaban.-

¿Qué esperabas? ¿Flores y Chocolates?

Qué estúpida soy...

Sólo fue sexo sin sentimientos de por medio.

Cuando Christian me ve que ya estoy cambiada y con todo en la mano, me toma del brazo, para comenzar a tirar de mí hasta el estacionamiento, donde había un auto.

-Entra al auto.-Dice entre dientes, mientras me abre la puerta.-

Entro sin rechistar, este cierra a puerta de golpe haciéndome sobresaltar. Se monta en el asiento del piloto y comienza a conducir sin dirigirme la palabra. Durante el trayecto al hotel, me he quedado callada, mirando por la ventana.

Cuando llegamos, bajamos sin hablar, cada uno fue hasta su habitación para recoger todo. Caminé con mis cosas hasta la entrada, donde le entregué con una sonrisa, la llave a la recepcionista, Christian ni siquiera me dirigía la mirada. Cuando llegamos al aeropuerto, nos escoltaron hasta el avión, allí, me senté alejada de él, conecté mis auriculares en el celular y me puse a escuchar música.

Quería llegar cuanto antes a mi casa, no quería verlo a él, ni a nadie. 






EL JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora