「 s i e t e 」

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Habíamos viajado en completa calma por varios minutos, así hasta que Hoseok se estacionó a las afueras de una casa con un jardín bien cuidado. Como la idiota que soy, creí que la fiesta sería allí, incluso me sentí algo desanimada. Yo esperaba algo salvaje, luces estrambóticas y un montón de adolescentes hormonalmente inestables. Pero luego, sin previo aviso, me vi arrastrada por el castaño hasta una calle paralela. Al parecer, solamente íbamos a dejar la motocicleta en ese lugar.

Desde allí, tuvimos que caminar una cuadra hasta llegar a un galpón enorme, y justo ahora, estamos de pie afuera del mismo.

Me tenso como una cuerda a unos metros de la entrada y planto mis pies al asfalto. No puedo moverme, ni retroceder y mucho menos avanzar. Cuando Hoseok nota que ya no estoy a su lado, gira con el ceño fruncido e inmediatamente vuelve a mi lado.

—¿Qué pasó?

Música fuerte. Cuerpos sudorosos, demasiado cercanos entre ellos. Nadie oye mis gritos.

—¿Minnie? Vamos, mírame. —Agito la cabeza con fuerza y me enfoco en el chico preocupado frente a mí. Niego lentamente, incapaz de controlar el inminente temblor en mis manos.— ¿Ya no quieres entrar?

Aparto la mirada avergonzada y trago con fuerza para deshacer el nudo en mi garganta.

—Vamos a hacer esto. Un pestañeo, significa no, dos pestañeos, significan sí. Si quieres ir a-

Hoseok es interrumpido por un montón de gritos desde el interior del galpón. Suena como si estuvieran gritando un nombre, o saludando a alguien. Hoseok sonríe, y una voz grave comienza a hablar. No, no está hablando. Pareciera ser que-

—Es Namjoon. La idea de la fiesta es una competencia de rap.—Explica Hoseok sonriente, como si me hubiera leído el pensamiento. Realmente espero que no pueda hacer eso, o tendría que dar bastantes explicaciones del porqué su imagen sin camisa aparece en mi cabeza cada media hora.— ¿Aún quieres irte?

Doy una larga respiración, y tras unos segundos, comienzo a caminar decidida hacia la entrada del galpón. Puedo sentir la risa de Hoseok a mis espaldas, y me siento un poquito mejor conmigo misma. Después de todo, su risa es mi sonido favorito en el universo.

—¿Nombre? —Un chico pasados los veinte nos detiene en la entrada. Trae puesta una capucha que oscurece su rostro, pero su voz me parece remotamente familiar. Hoseok articula un breve "oh"  y empieza a rebuscar en sus bolsillos.

—Demonios. —Oigo murmurar a Hoseok. El chico desconocido se pone de pie frente a mí, aunque su mirada no sale de Hoseok.

—Sin nombre y sin la tarjeta. Que triste, pero tienen que marcharse.

—Espe-

—¡Lo siento! —Repone con ironía.— Gajes del oficio, compañero.

Compañero, compañero...

Solo he conocido a una persona en mi vida que aún utiliza ese tipo de modismos. Alzo la vista y casi me echo a reír. ¡Como no reconocí antes esos hombros anchos y el casi metro noventa!

Hoseok chasquea la lengua y saca su celular. Al parecer está a punto de llamar a alguien, pero le hago señas para que no lo haga, captando también la atención del chico.

Le doy ocho segundos.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, se-

talk - jhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora