Havā

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Desperté en mi cama a la misma hora de siempre. Pero no recordaba haber abierto los ojos. Fui directamente al primer piso. Todo se veía como siempre: tranquilo. Así se mantuvo hasta que abrí la puerta. La imagen que vi ante mí fue aterradora. En la calle había una grieta donde caían infinidad de personas, parecía el infierno mismo.

Fijé mi vista en una masa que se encontraba levitando encima de la grieta. Era agua que levitaba libremente, pero, de repente, empezó a tomar forma. Forma humana. La figura se había moldeado como un joven de entre quince y dieciocho años. Fijó sus ojos en mí, pude ver que brillaban de color azul. Azul intenso. Vi que su aura no era ni azul ni roja, sino que era morada. Empezó a girar y de su cuerpo salieron llamaradas; de las cuales, una casi me alcanza. Pero en ese momento el sueño acabó.

Desperté, esta vez de verdad, en medio de completa oscuridad «¿La luz no ha vuelto?» pensé. ¿Qué diablos soñé? No sabía si era una premonición de un futuro cercano o lejano. Pero me olvidé del asunto en cuanto me paré enfrente del espejo del baño. Vi que unos ojos de serpiente me devolvían la mirada, la pupila con forma de rendija y el resto del ojo, de color azul. Al igual que el aura que me rodeaba: azul como el mar.

Terminé de arreglarme para ir por Mike, Nina y Axel. Salí al jardín cuando las bombillas se empezaban a encender. Miré hacia arriba, hacia un árbol cercano mientras seguía caminando. La misma águila que había visto el día anterior, estaba posada sobre una de las ramas de ese gran árbol. Mirándome.

Seguí caminado mientras veía con fascinación como el águila abría sus dos grandes alas y emprendía vuelo, haciendo que algunas ramas cayeran del árbol.

Cruzamos las puertas de la preparatoria justo a tiempo ya que Axel no había salido de su cama. La noche anterior había estado entrenando sus habilidades para desviar rayos, lo estuvo haciendo toda la noche.

Entramos al salón de historia. Karim estaba hablando con su padre. Me quedé como estatua admirándola. El cabello negro le caía por la espalda cual cascada. Sus ojos oscuros se posaron sobre los míos justo como cuando la conocí. Una tímida sonrisa se asomó en su rostro haciendo que se sonrojara, al igual que yo.

Salimos de nuestro trance cuando el director anunció algo en el altavoz. Llamó al señor Reed y a Sam.

-¿Qué crees que sucede?- preguntó Axel cuando oyó el nombre de su tío.

-Tal vez los llamaron porque son maestros nuevos- dijo Mike, él era el alumno más antiguo de la escuela-. Les sugerirán cosas. O hay una reunión de maestros de emergencia.

Nos quedamos callados en nuestros puestos mientras los demás estudiantes hablaban acerca del baile.

Saqué el primer cuaderno que cogí de mi mochila, junto con un lápiz y empecé a dibujar guiado por un impulso.

-Que buen dibujo- afirmó Axel-. No sabía que supieras dibujar.

-Generalmente sus dibujos son un asco- bromeo Mike.

Había dibujado la misma águila que había visto en la mañana, con las alas abiertas sobre un espiral que asemejaba una corriente de aire.

-¿Significa algo?- pregunté confundido. El dibujo lo hizo mi brazo, que se movió a su antojo.

-Creo que si- dijo Axel-. Pero no se mucho acerca de esa historia. Hay que preguntarle a mi tío.

-Pero, ¿sabes algo?- insistió Mike.

-¿Conocen al águila de Haast?- pregunto él. Mike negó, yo asentí.

-Fue un águila de más o menos tres metros de envergadura- le expliqué a Mike-. La más grande registrada hasta ahora.

BalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora