Balance

Daemon

La nieve fría se dejaba caer suavemente sobre los jardines de toda la calle.

Después de haber "transformado" al espíritu, varias aves levantaron vuelo, eran cuervos. Y, al igual que la nieve, cayeron sobre el frío suelo de todos los jardines del vecindario.

La escena era bastante tétrica y aterradora. Muchos bultos oscuros inmóviles quedaron cubiertos por el manto blanco impoluto que soltaba el cielo por trozos.

Alan me miró para que le diera una explicación. Una explicación que tenía que entender yo primero.

Lo más lógico, era que la actividad espiritual de la zona estuviera afectando a los animales que habitaban la ciudad. Además de los cuervos, había varios lobos caminando por la ciudad. Lobos que, se supone, son tímidos y rara vez se dejan ver por los humanos.

Lo más extraño, no era la presencia de estos animales; sino que no salían del bosque para lastimar niños, gatos o a sus primos de la cadena evolutiva. Buscaban protección en los hogares. Rasgaban las puertas de las casas hasta que alguien abría, solo para lastimarle el hocico al pobre animal.

Se supone que los humanos somos bondadosos y solidarios. Pero ese tipo de personas es escaso en el mundo.

Creía saber por qué los lobos buscaban refugio en las casas del vecindario: sabían que algo grande y peligroso se estaba acercando, y buscaban protección.

Pero estarían mil veces más protegidos en el bosque que en un hogar actual. Aunque Dante, Nina y Mike se habían hecho cargo de uno o dos canes, cada vez venían más de ellos.

Loki había estado alterado todo el día. Corría por el jardín ladrando y gruñendo hacia el bosque, hacia los jardines contiguos y hacia la calle. Haciendo que mi preocupación por el porvenir fuera incrementando cada vez más.

Las clases, como era de esperarse, fueron canceladas. Así que decidí ir a casa de Sam. Al igual que Alan, me era muy necesario tratar de comprender algunas cosas. En la calle se podían ver varias personas con bolsas recogiendo los cuervos del suelo. Las caras de asco y miedo rebosaban aquella mañana por todo el vecindario.

Llegué, por fin, a la casa verde a la que ya estaba acostumbrado. David y el chico, cuyo nombre no conocía aun, estaban moviendo los cuervos del jardín usando la nieve.

-Hola, Aaron- saludó enérgicamente David-. Aterrador ¿no?

-Demasiado.

-¿Usas lentes?- preguntó el chico desconocido.

-No que yo recuerde- dije indiferente, hasta que caí en cuenta- ¿De qué color son?

-Azules- respondieron ambos al tiempo.

-Creí que eran grises- dije pensativo-. ¿Está Sam?

-Está hablando con Khara en el sótano- dijo el desconocido-. Me llamo Joseph, por cierto.

Procedí a entrar en la casa.

Axel estaba sentado en el sofá mirando la pantalla de su iPhone mientras formulaba una sonrisa, la cual se borró de su cara en cuanto me vio. Lo saludé con un movimiento de la cabeza y fui directo al sótano antes de que él pudiera saludar de vuelta.

Mientras descendía hasta los cimientos de la casa, pude notar que los escalones tenían grabados parecidos a letras griegas, lo que me sobresaltó. Aunque fue otra cosa lo que en realidad llamó mi atención: la figura de un trilobite, un poco más largo que los originales, estaba dibujado en la puerta que daba al sótano. La imagen me pareció curiosa, incluso familiar.

Dejé que mis ojos se perdieran en esa obra de arte pintada sobre una puerta de madera bajo la casa. Después de recobrar la compostura, me atreví a tocar la puerta; pero antes de lograr mi objetivo, alguien abrió desde dentro.