Día mil veinte, de toda una vida

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Estaba vacía.

No había nada que llenará ese vacío. 

Algo se estaba rompiendo y ni siquiera era capaz de detenerlo. Ya estaba harta, de luchar contra ti, contra ella, contra la vida; se me acababan las estrategias de batalla.

Me sentía inútil; aun lo hago.

Me sentía rota; aun no hay arreglo.

Me sentía sin fuerzas; jamás creí tenerlas.

Aquella fortaleza de la que me vanagloriaba se estaba yendo al piso. ¡Maldición cuan débil me había convertido! 

¡Estaba huyendo! Estaba huyendo del maldito problema, estaba huyendo de tus miradas acusadoras, me estaba encogiendo ante todo, me estaba dejando pasar por encima, me estaba volviendo polvo...

Tenía miedo de llegar a casa; no quería verte, ni a ti , ni a ella.

Quería un descanso...¿Por qué todo parecían tener un descanso? ¡¿Por qué todos estaban en paz?!

<<No juzgues sin saber>> fue lo que me dije sin querer juzgar a primera vista tantas sonrisas y caras felices.

Y allí estaba...de nuevo hecha un ovillo llorando como idiota.

¡Quería levantarme, quería seguir adelante sin lagrimas en mi rostro! Pero me estaba ahogando; ya no había aire.

¡La quería a ella de vuelta! La quería conmigo, pero sabía que no sería así...





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