Capítulo 4

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Taris y Dáiady cargaron con unas cuantas manzanas para el camino. Pero además de eso, Taris cazaba animales, porque solo manzanas la cosa no tenía chiste. El no tuvo ningún problema, pero Dáia al saber que era de animales, seres con vida, se reusó a comer la carne, pero con el tiempo el olor que despedía la carne asada le entró un apetito y un día hizo el esfuerzo. El resultado fue que la carne, principalmente de aves, se convirtió en su favorita.

Durante su viaje no tuvieron inconvenientes, hasta que pasaron cerca de un condado donde vivía un rico conde. Taris no quiso pasar por el pueblo, Dáia sabía por qué, así que mejor continuaron el camino. Durante su viaje la luna no se había hecho presente, Taris prefería que fuera así. Esa noche parecía que tampoco habría luna.

Ambos jóvenes decidieron detenerse un momento. Taris pensó en buscar algo para la cena y Dáia lo siguió con la intención de ayudarlo, se adentraron en un bosque mirando los arboles a ver si encontraban algo, Taris creyó escuchar ladridos pero no le tomó importancia. Pero se detuvo al escuchar que algo se acercaba hacia ellos con mucha prisa

-Hazte a un lado, esto podría no ser fácil. Dijo a la sirena.

Ella se puso en un sitio aparte donde podría ver todo. Luego de entre los arbustos un animal se lanzó furioso hacia Taris y este lo contuvo contra el suelo y con la daga de Arbot que aún conservaba le degolló el cuello.

-Listo, ya puedes venir.

-¿Qué es eso? Preguntó ella viendo al animal muerto que Taris acomodaba para cargarlo en su hombro.

-Es un jabalí, hoy tenemos suerte, la cena vino directo a nosotros...

Pero antes de que terminara de hablar un grupo de hombres en caballo se acercaron hacia él y uno de ellos le dijo

-En nombre del condado de Bryanjax comarca de Laescert te pido que digas quien eres.

Taris miro al hombre que le había hablado, parecía ser quien dirigía los demás pero le dijo

-Diré al señor que me ha hablado y contestaré sus inquietudes con toda paciencia, en cuanto él me diga quién es él.

El que había hablado bajó del caballo y ordenando a sus hombres que calmaran a los perros dijo

-Yo soy el Conde Árin de Bryanjax, yo gobierno estas tierras por legitimidad de mi padre el difunto Conde Carbasto de Bryanjax.

Taris contestó

-Mi nombre es Taris, viajo hacia una tierra un poco lejana con mi hermana, Dáiady.

El conde miró a Dáia y se impresionó de su belleza. Sonriendo asintió con su cabeza hacia la sirena y dijo a Taris

-Amigo, espero no ofenderte con lo que voy a decirte: es una preciosa joya la que llevas contigo.

''si te le acercas...''pensó Taris.

El conde volteó a ver a Dáiady y le dijo

-Hermosa doncella, disculpa que llegara así de repente con mis escoltas. Tengo la costumbre de salir a cazar cada tarde en mis dominios.

-No se preocupe, de todos modos ya nos íbamos. Vamos Taris.

-Esperen -quiso detenerlos el conde -, ¿tienen dónde pasar la noche?

-Tú dile que sí Taris, no me agrada ese tipo.

Taris volteó hacia el conde quien volvía a subir a su caballo y contestó

-No se preocupe señor, tenemos donde resguardarnos durante la noche.

-Me supongo yo que en una cueva o bajo un manojo de hojas no es lugar adecuado para una frágil criatura tan hermosa como tu hermana, viajero Taris.

El Lobo y la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora