Capítulo 22

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Taris seguía peleando con Keyval, hasta que sintió que muchos lo atacaban. Eran los piratas que quedaban de la batalla, lo estaban golpeando con cualquier cosa. El lobo cayó al suelo de una patada de Keyval. Los piratas lo sostuvieron

-¡Hemos ganado capitán! Dijo un pirata.

Keyval escupió algo de sangre, miró a Taris y dijo

-Esta vez no voy a dejarte con vida, miserable lobo.

Se acercó a Taris y le dio una fuerte palmada en la herida del abdomen. El lobo gritó de dolor, la lluvia empezaba a calmarse hasta ser una lluvia normal sin tempestad.

-Señor- preguntó un pirata -, ¿qué hacemos con los que han quedado?

Taris observó que habían aprisionado a algunos soldados, entre ellos, a Nastin.

Keyval lo miró paseando de un lado a otro, se detuvo delante del soldado más joven y le preguntó

-¿Te gustaría ser parte de la tripulación del capitán Keyval?

Sin vacilar, el joven soldado le escupió en plena cara y dijo

-He prometido lealtad a mi señor Carbasto delante del altar de Dios para el bien de las personas... nunca seguiré a un asesino que se ha entregado a las artes del diablo.

Keyval se limpió la saliva, miró a un pirata y a una señal de su cabeza, se acercó al joven soldado con una espada en mano.

-No. Dijo Taris.

El pirata agarró del cabello al soldado y lo mató.

-Que esto sirva de ejemplo para todos ustedes- exclamó Keyval.

Iba a hacer la misma pregunta a otro soldado, pero este dijo

-Prefiero estar muerto antes de servir al pirata más cobarde de la historia.

El pirata los miró con arrogancia y argumentó

-Al parecer, todos piensan lo mismo ¿no es así?

Hubo un silencio. Keyval entonces ordenó a sus hombres que los mataran.

La orden fue hecha rápida y atrozmente. Taris miraba todo desde el suelo, pero su ira aumentó y cuando se liberó de los piratas que lo detenían se fijó que solo Nastin quedaba con vida... pero no por mucho tiempo.

Se lanzó a salvarlo pero recibió un fuerte golpe de Keyval que lo hizo caer al suelo.

-¡Presiónenlo y encadénenlo! Ordenó el pirata.

Le colocaron en sus muñecas unos grilletes y entre varios hombres lo arrastraron jalándolo por cadenas hasta una parte.

-Este creo que es el que más aprecias verdad Taris.

El lobo miró. Keyval estaba a punto de cortar la garganta de Nastin.

-¡Aléjate de él desgraciado o te....!

-¿O qué? Preguntó burlón el pirata.

Taris trató de ir hacia él, pero las fuertes cadenas se lo impidieron.

Nastin supo su intención, miró al lobo y dijo

-No te preocupes Taris... me voy con el gusto de saber... que te ayudé hasta el último momento de mi vida.... Y... también recuerda lo que te dije, solo confiando en tus habilidades ganarás.

Taris sintió que sus ojos se humedecían, nadie podía acertar que lloraba, ya que su llanto se combinaba con la lluvia que caía sobre él, escurriéndose por todo su cuerpo.

El Lobo y la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora