Al entrar, Taris se encontró a Carbasto apuntando al conde con un fusil. El traicionero hijo trataba en vano de tranquilizar la ira de su padre. Carbasto miró al lobo sin dejar de apuntar a Árin.
-Taris, ¿eres tú?
-Sí, soy yo Carbasto.
-¡Tú lo liberaste... ambos hicieron esto! Se exasperó el conde señalándolos con un dedo. Trató de alejarse lentamente
-No te muevas. Lo detuvo Carbasto.
-Dime Árin -lo interrogó Taris -, ¿cómo deshago el hechizo?
-¿De cuál hechizo hablas monstruo del infierno?
Taris puso a Dáiady en el suelo y después le dio un empujón al conde contra una pared.
-No dejes de apuntar Carbasto.
-No te preocupes, desde hace días he querido hacer esto.
-Dime de una vez Árin, ¿cómo deshago el hechizo?
-¿Tú crees que te voy a decir, miserable?
Taris lo agarró de los hombros, levantó y lo sostuvo violentamente contra la pared
-¡Dímelo desgraciado, o te rompo la cabeza en este instante!
-Yo puedo contestar eso.
Taris, Carbasto y Dáiady miraron hacia la esquina de donde había salido esa voz.
Hacia ellos caminó tres pasos un hombre de una edad aproximada de 52 años, vestía un traje elegante de color negro y una capa purpura por un lado y negra por el otro.
-Soblath... ayúdame, libérame de estos asesinos, en especial de este monstruo. Dijo el conde quien ya no soportaba la presión que Taris ponía en sus brazos.
Taris soltó a Árin y se acercó un poco al hechicero, este no mostró el más mínimo miedo hacia el lobo.
-Conque tú eres Soblath. Dime, ¿cómo libero a Dáia de tu hechizo?
-¿De qué serías capaz de hacer por ella?
Taris dijo sin pensar
-Cualquier cosa.
El hechicero se alejó de Taris unos pasos y dijo.
-Desgraciadamente, yo no puedo deshacer mi hechizo en tu hermana. Pero hay una cosa que puede hacerlo.
-¿Cuál es?
Dáia miró a Taris. Ella sintió una desesperación en el lobo.
Carbasto no dejaba de apuntar al conde sin dejar de oír el acontecer de los hechos.
El hechicero miró a la sirena y contestó
-Debes matarme.
-¿Solo eso? ¿Con matarte se arreglará todo?
-¿No me digas que tienes miedo de un mago?
-Para nada.
Taris se lanzó hacia el hechicero pero este lo repelió con una ráfaga de viento.
-Me olvidé de decirte que no será fácil.
Taris se puso de pie y corrió hacia él. El mago levanto varios objetos y los arrojó contra el lobo. Este cayó al suelo inmóvil, Soblath miró a Carbasto y le dijo
-Señor, no debería jugar con armas.
Una extraña fuerza le arrebató el fusil al anciano quien se hizo un poco hacia atrás. Árin empezó a sonreír, ahora si se aseguraría de que su padre muriera.
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El Lobo y la Sirena
Hombres Lobouna noche Taris un hombre lobo se conoce con Dáiady,una sirena quien es buscada y perseguida por un grupo de piratas, liderado por el terrible capitán Keyval.