Había amanecido un día lluvioso esa mañana. No era muy fuerte pero Taris había decidido no salir y se puso a ayudar a Dáia con los quehaceres de la casa.
-Está más tranquilo que en el mar. Expresó Dáiady.
Taris volteó a mirarla y preguntó
-¿Ya antes habías visto una lluvia?
-Tormenta, para ser exacta. No fue muy bonita que se diga.
Una terrible tormenta se encontró con el barco de Keyval, el barco casi se hunde. Yo hubiera preferido que se hundiera y murieran todos esos criminales, en cuanto a mí, no me habría pasado nada. Habría nadado libre.
Ella abrazó al lobo y añadió
-Pero si hubiera pasado eso, no te habría conocido.
-Todo pasa por algo.
-O por alguien. Opinó la sirena.
Taris le dio un beso y le dio una taza de café humeante.
-Toma, te calentará el cuerpo.
La sirena bebió un sorbo. Le dio un beso a Taris y se fue a sentarse a una silla. Además de llover un poco, el ambiente estaba algo frio. A Taris eso no le afectaba, los lobos poseían una capacidad para resistir los cambios de ambiente.
Taris preparó un café para él, luego, escuchó claramente que alguien gritaba.
Taris miró a Dáiady, ella hizo lo mismo
-¿Lo escuchaste verdad? Preguntó el lobo.
La sirena asintió. El lobo se fue a buscar una capucha para la lluvia, volvió donde Dáiady, la besó y dijo
-Quédate aquí, volveré.
-Ten cuidado. Aconsejó ella.
Taris salió de su casa y se encontró con Vaslief. Este se apretó un poco más la capucha y le dijo
-Supongo que lo escuchaste.
Él asintió y juntos avanzaron hasta la entrada, muy afuera de la aldea, soportando la lluvia que por momentos se debilitaba y volvía a ser más fuerte.
Taris y Vaslief caminaron durante un rato. El lobo utilizó su visión y agudizó sus oídos.
Luego escuchó unos gemidos, le hizo señas a Vaslief para que lo siguiera.
Al llegar, hallaron a un hombre reclinado contra un árbol. Parecía estar herido y agotado.
-No creo que aguante mucho. Debemos llevarlo a la aldea.
Taris y Vaslief cargaron con el hombre herido. Lo llevaron a la casa del jefe.
El hombre le había entrado una fiebre y sudaba mucho, balbucía algunas cosas que no se entendían.
-¿Me pregunto qué le habrá pasado? Se preguntó Vaslief en voz alta, como si Taris o alguno de los que estaban ahí supieran la respuesta.
-Yo lo que quiero saber es porqué estaba ahí, en medio de la lluvia. Exclamó Taris.
-Esa herida es producto de un disparo. Conozco la forma en la que perforan el cuerpo.
Quedaron en silencio unos segundos. Vaslief miró hacia la cama en donde estaba el hombre, quien no dejaba de moverse en la cama.
-Lo mejor será llamar a un médico. Sugirió Vaslief.
Después de unas horas, llegó el doctor y revisó al extraño hombre. Mientras, en otra sala, Taris, Vaslief, Dáiady y otros más, esperaban a que terminara.
El médico salió y dijo
-Tiene una fuerte fiebre. Revisé la herida y se la he vendado, al parecer el disparo fue a quema ropa y lo atravesó de un lado al otro... es un milagro que haya podido resistir hasta que ustedes lo encontraron.
-No sé si llamarlo suerte o casualidad. Opinó Taris.
-Bueno, dejé algunas medicinas sobre la mesa al lado de la cama para que se tranquilice un poco la fiebre. Quizá mañana pueda decirnos qué fue lo que le paso. Que tengan buenas noches.
El médico se fue y todos lo siguieron con la mirada hasta que se perdió en la oscuridad.
Vaslief se dirigió hasta donde estaba el hombre herido. Lo miró unos instantes. Taris entró y se recalcó en la pared.
-No se ve tan adulto. Opinó.
Vaslief asintió.
-Parece que tiene menos de treinta años.
El lobo puso su mano en el hombro del jefe y dijo
-Ya le preguntaremos mañana. Por ahora hay que descansar.
-Buenas noches Taris. Dijo Vaslief.
-Buenas noches. Contestó él.
Taris se fue junto a Dáiady hacia su casa, con la impaciencia de saber quién era el extraño hombre.
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El Lobo y la Sirena
Hombres Lobouna noche Taris un hombre lobo se conoce con Dáiady,una sirena quien es buscada y perseguida por un grupo de piratas, liderado por el terrible capitán Keyval.