Capítulo 20

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-Eso no... no puede ser. Exclamó Taris.

Jalban se puso de pie. Caminó unos metros y dijo

-Será mejor que vuelvas, hay algo importante que tienes que saber.

El lobo se puso de pie, se acercó a él y poniendo una mano sobre el hombro de Jalban dijo

-Lo lamento... fue mi culpa, si tan solo hubiera podido levantarme, hubiera evitado que ese tipo lo matara.

-No fue tu culpa, Taris. Fue Keyval el que lo hirió, no tú... ahora, vamos, tenemos algo que decirte.

Jalban caminó seguido por el lobo. Este iba pensando que muchas cosas recaían sobre su conciencia, no podía evitar sentir remordimientos por varias cosas, Dáiady ya no estaba con él. Keyval de seguro la estaba haciendo sufrir para sacarle más lágrimas.

Carbasto era otra cosa, su muerte empezaba a afectarlo. Desde la lucha contra Árin, no había olvidado al anciano y su ayuda para introducirse al castillo y salvar a la sirena.

Llegaron al castillo, en la entrada, los esperaban Nastin y Sirou, al parecer volvieron antes que Jalban, confiados en que este, lo habría encontrado.

-Tenemos que hablar contigo, Taris. Le dijo seriamente el general.

Lo miraron unos momentos y Sirou dijo

-Pero creo que no en esas fachas.

-Cierto. Opinó Jalban.

Lo llevaron a un cuarto y Taris tuvo que vestirse con unos trajes del tipo que solo había usado cuando salvó a la sirena.

Luego de eso, el lobo los siguió hasta una sala, ahí estaba una persona que él no había visto nunca. Estaba vestido elegante y tenía un aire de gran caballero.

-Notario Diben. Este es el joven.

El hombre miró a Taris de pies a cabeza, parecía analizarlo con minuciosidad cada centímetro de su estatura. Luego hizo un gesto de aprobación, le pidió a Taris que se acercara. Sirou, Jalban y Nastin hicieron lo mismo.

Todos se sentaron en cómodas butacas. Guardaron silencio un momento hasta que Diben preguntó

-Dime Taris, ¿eras familiar, o amigo íntimo del conde?

El lobo lo miró un momento. No entendía porque ese hombre le había preguntó eso, pero contestó

-Solo amigo... nada más.

-Bien- explicó el notario -. Te pregunto eso para saber si el conde eligió bien.

-¿Qué quiere decir con eso? Preguntó Taris confundido.

El notario se puso de pie y enfrente de todos sacó de una maleta una hoja, parecía una carta. Diben la abrió y la leyó

-''Yo, Carbasto Arúben de Bryanjax, estando aún en vida y como última voluntad, no teniendo ningún hijo legítimo, declaro como único heredero, de todo mi poder, posesiones y riquezas, así como las llaves del condado de Bryanjax, en las cuales, está el poder para gobernarlo, a mi gran amigo, Taris el Lobo. No estando éste presente en la lectura de este testamento, ordeno que se le busque para que se haga cargo de Bryanjax junto a su prometida Dáiady. En ellos confío que el condado irá por buen camino lleno de paz y prosperidad.

Testamento cambiado el 12 de diciembre de mil nueve cientos nueve.

Carbasto Arúben de Bryanjax. Conde.''

¡Demasiadas noticias en un solo día!

Mientras Diben guardaba el testamento, Taris se llevó las manos a la cabeza. ¿Cómo se le ocurrió a Carbasto dejarle todo a él? Taris apenas podía con su vida... ¿cómo iba a dirigir un pueblo por la prosperidad que Carbasto quiere que el condado alcance?

Frente a él, se presentó un sobre con la siguiente inscripción

''En caso de muerte, desaparición o enfermedad mortal, entregarse a Taris.''

El negó con la cabeza, no quería saber más cosas, se apartó del notario quien lo miró con extrañeza.

-Ha tenido un mal día. Le explicó Jalban.

-¡Porqué hizo eso, porque me eligió a mí como su heredero...! gritó desesperado.

-Taris escúchame- dijo Jalban -, tal vez pienses que esto es mucha responsabilidad para ti, pero entiende; mi hermano te escogió a ti porque sabe que tú eres el más indicado para esto.

-No Jalban... yo no, apenas puedo con mi propia vida, no sé qué haré, nunca quise ser un líder, jamás he pensado en que todos hagan lo que yo digo... no quiero, ¡no!

Miró al anciano y se le acercó a él diciendo

-Jalban... usted... usted podrá hacerse cargo, yo tengo algo más importan que hacer... debo ir y buscar a Dáiady y salvarla de esos piratas...

-Irás a salvarla, Taris, pero no irás solo. Dijo Nastin.

-Debemos preparar un barco para perseguir al de Keyval, por esto del testamento podrás preocuparte después.

El lobo asintió y dijo a Nastin

-Prepara un ejército, Nastin. Debemos darnos prisa.

-Sí señor. Obedeció Nastin.

Salió de la habitación a preparar a los soldados mientras Taris dijo al notario

-Discúlpeme, Diben, pero debemos retinarnos.

-Por mí no se preocupe. Yo ya cumplí lo que tenía que hacer como abogado del conde. Pasen un buen día.

Salió del castillo y subió a su carruaje.

Taris y los demás lo miraron por la ventana, en cuanto se alejó de su vista, se fueron a preparar todo.

-Carbasto tenía un barco, está en un puerto a cuatro horas en la Bahía Felgos.

El lobo se desabrochó el chaleco y preguntó

-¿Dónde está esa bahía?

Llegaron a la puerta de la habitación y Jalban contestó

-A doscientos metros del bosque de Nadel.

Taris se detuvo y apretó sus puños.

Miró al anciano y dijo

-Ahí conocí a Dáiady.

Un rato más tarde, varios soldados esperaban en sus caballos en las afueras del condado.

Taris llegó junto a Jalban en un caballo cada uno. El lobo miró al grupo y dijo

-Les pregunto, ¿están seguros que quieren ir a esta batalla?

Nadie dijo nada. Taris entonces asintió y dijo

-Bien. Entonces, vuelvan al condado, yo iré solo.

Empezó a caminar, pero cuando estuvo a unos metros, alguien lo detuvo diciendo

-Yo lo acompaño.

Taris se detuvo e hizo que su caballo diera la vuelta.

Le había hablado el soldado más joven del grupo, y se había parado enfrente de todos.

Taris sonrió y le dijo

-Muy bien, sígueme.

Taris volvió a caminar, el joven lo siguió junto a Jalban quien le dio una palmada amistosa en la espalda.

El grupo de soldados los miró y uno dijo

-No me quedaré como un cobarde, yo voy con ellos.

Espoleó su caballo hasta alcanzarlos.

Los demás lo siguieron sin decir nada. Por una parte, les atemorizaba luchar contra Keyval, pero querían vengar a su anterior conde y esto último los hizo tomar valor para seguir a Taris...

El Lobo y la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora