Capítulo 9

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Dáiady caminó algunos metros hasta que oyó a un grupo de personas. Se acercó y en frente de todos había otras personas sujetando a aquel hombre.

-¡Ahora, por fin acabaremos con nuestras desgracias e infortunios. Este hombre, es sin duda, es el hombre lobo que tantos dolores y aflicciones nos ha causado!

El tipo que hablaba se acercó al prisionero y le quitó el saco de la cabeza.

Dáiady palideció en cuanto lo reconoció; era Taris. Lo habían amordazado y golpeado en la cara. La sirena derramó una lágrima al verlo.

El tipo siguió hablando

-¡Madres, recuerden a aquellos hijos suyos que esta bestia desapareció, y a sus esposos también!

Caminó ante todas las personas argumentando muchos otros crímenes atribuidos a un hombre lobo.

-¡Y ahora, acabaremos con todo eso. Este ser, debe pagar!

Taris no oponía resistencia. El hombre que lo acusaba se extrañó y le quitó la mordaza, el lobo no dijo nada.

-Ahora, monstruo, dime cuál es tu último deseo antes de morir.

Taris miró con tristeza al hombre y le dijo.

-El único deseo que yo quisiera hacer realidad es estar con Dáiady... pero no se puede...

-¿Quién es Dáiady? Preguntó el hombre.

Taris agachó la cabeza y con voz quebrada dijo

-La única persona que en verdad me comprende en este mundo... pero ya no está conmigo.

-Seguramente ya no está contigo porque nadie puede convivir con un monstruo. Argumentó el hombre.

-¡Se equivoca! Gritó la sirena furiosa.

Toda la muchedumbre volteó a verla. Taris sonrió un poco al verla.

Dáiady caminó hasta el lugar donde tenían a Taris. Y preguntó

-¿Cómo pueden estar seguros de que es él el causante de estas desapariciones?

El hombre dijo

-Él declaró que es un hombre lobo.

Las demás personas confirmaron que eso había sido así.

Dáiady miró a Taris y este agachó la cabeza con resignación.

La sirena dijo

-Sí, es cierto; él es un lobo, pero es diferente a los demás.

-Es un asesino, ¿cómo puede ser diferente a los demás?

-Usted cree conocerlo pero no es así; yo he viajado con muchos días, incluso, he estado con él mientras está transformado en hombre lobo. Él es diferente porque puede controlarse.

Todos guardaban silencio. Las personas escuchaban atentamente lo que decía la sirena respecto a su amigo.

En cuanto dijo que había viajado con él, muchos comenzaron a murmurar que si ese muchacho había viajado con ella, aun transformado, es porque de verdad podía controlarse como un hombre lobo.

Aun así, el viejo no se daba por vencido e interrogó

-Señorita, ¿qué razones tiene para defenderlo?

Taris levantó la cabeza y dirigió su mirada hacia Dáiady para escuchar más atentamente su respuesta.

La sirena lo miró también un poco pensativa. Sintió una preocupación y angustia proveniente de Taris y una impaciencia del viejo.

El Lobo y la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora