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La veía a lejos, riendo con un vaso lleno de vodka en la mano. Era la mujer de sus sueños y ¿por qué
carajos estaba con su papa? ¿Por qué se dejaba acariciar por él? ¿Porque estaba en esa vendita silla al
lado de la piscina con un mini-bikini con su papá y no con él? Diablos, debía de tener prácticamente su
edad, si no era menor, y estaba allí con su papa que, bien, podría doblarle la edad.
Le estaba ardiendo la sangre. De verdad que ahora al fin estaba conociendo el sentimiento de
impotencia, de estar con las manos atadas. Le gustaba esa mujer. ¡Por dios no podía pasar de los 25!
¡¿Por qué se fijaría en su casi abuelo padre?! ¿El dinero? Por Dios, Chris tenía lo mismo y es más,
estaba haciendo su propio dinero con su empresa de diseño grafico. Bueno aunque ¿cómo competir
con su padre que era un gran empresario de petróleos?
Ella por fin se levanto de al lado de su padre, no sin antes recibir un beso de éste. Chris hizo una
mueca de desagrado y miró hacia otro lado. Sus padres se habían divorciado prácticamente tres años
después de él haber nacido y él había visto a su padre con tantas mujeres, y mucho mas jóvenes que
esta, pero por alguna razón realmente le desagradaba verle con aquella chica.
Ella se dejó caer en la piscina con un clavado perfecto y volteo a ver al padre de él, ofreciéndole un
guiño y una invitación a también tirarse. Pero este se negó, alegando que estaba vestido y que tenía
un vaso de vodka que aún le esperaba. Así que ella se encogió de hombros y empezó a nadar a través
de la piscina. Chris aprovechó ese momento para acercarse a su padre.
Aníbal (padre de Chris): Es hermosa, ¿no te parece? -sonriendo señalándola a ella mientras nadaba-.
Es una diosa... una ninfa maravillosa...
Y sí que lo era, pensó Chris. Es más, era más que una diosa, era la tentación hecha mujer. Era tan
perfecta. Era a quien quería tener consigo en la cama durante toda la eternidad.
Chris​: ¿De dónde sacaste a este padre? -viéndole inquisitivamente.
Aníbal​: ¿A Dulce? -se encogió de hombros-. La invitó Derrick a la fiesta de hace una semana y decidí
presentarme formalmente.
Chris​: Si... recuerdo bien haberla visto.
¿Que si la había visto? Si hubiese podido se la hubiese devorado en ese mismo momento. Si hubiese
podido la habría llevado a alguna de las habitaciones y la habría hecho suya hasta el cansancio. Pero
no lo había podido hacer. ¿Por qué? Porque la condenada mujer se había ido a sentar al lado de su
padre y había empezado a hablar con el coquetamente. ¿Cómo pelear con su padre por una mujer?
¿Cómo hacerlo?
Aníbal​: ¿Cómo resistirse a esas curvas tan perfectas hijo? -dijo sonriendo. En realidad Chris se
preguntaba lo mismo.
Chris​: Podemos concentrarnos un momento y hablar de negocios padre -dijo interponiéndose entre la
mirada de su padre y aquella pelirroja mujer-. Hay muchos aspectos que tenemos que tratar de la
empresa.
Aníbal​: No me quites el hermoso panorama que tengo -tratando de voltear la mirada para ver tras Chris

Chris​: Por favor papá, esto es serio -sintiéndose frustrado.
Aníbal​: Ok, ok -cruzándose de brazos-. ¿Que necesitas? ¿Aceptas por fin que invierta dinero en tu
empresucha esa de Diseño? Digo has de estar ya ahogado.
Chris​: No padre, no necesito que me des nada. Mi empresa de diseño, como bien sabes, la ha hecho
yo con mi propio dinero. Y para tu información nos ha ido muy bien. Solo quería hablar de la
petrolera.
Aníbal​: ¿Qué sucede con la petrolera? -tratando de desviar de nuevo la mirada hacia la ninfa que
nadaba en la piscina.
Chris​: Quise revisar un poco los libros contables para ayudarte, pero tu contador no me dejo verlos.
Según él no estoy calificado para ver esa información. ¿Qué tengo que hacer aparte de ser tu hijo y
querer ayudar para poder verlos?
Aníbal​: No te estreses por eso. No tienes que revisar eso cuando yo lo hago a diario, así que relájate
-dijo esto en un tono que demostraba el aburrimiento que tenía por escuchar la conversación con su
hijo-. ¿Por qué más bien no agarras el convertible negro y te vas a un bar a conocer nenotas en vez de
estar acá estresándote y estresándome a mí?
Respiró profundo. Realmente odiaba que su padre le saliera con evasivas. Odiaba que nunca diera
respuestas concretas, odiaba su jodida forma de decirle que no se metiera en sus asuntos. Dio la
vuelta sobre sus talones y se encamino hacia la casa principal. No vivía allí, ya que con el dinero que
ganaba con la empresa de diseño había comprado su propio apartamento, pero aun conservaba una
habitación en aquella gigantesca casa, solo por si las moscas... Y pretendía tirarse allí a dormir un rato.
Había pasado toda la noche realizando el diseño de una campaña publicitaria para una reconocida
empresa de gaseosas durante toda la noche, y las horas de sueño perdidas ya le estaban estorbando a
sobre manera. Pero antes de adentrarse en ella, volteó a ver hacia la pelirroja que nadaba en la
piscina. Sus miradas se encontraron, pero ella la apartó de inmediato. Esa mujer tenía algo que le
prohibía apartarle la mirada de encima, algo que lo tenía jodidamente enganchado.
Ella lo vio irse y se quedó pensativa. Era guapo, de verdad, un adonis definitivamente y esas pompas...
"Ya dulce tienes una misión" -se dijo en la cabeza. No debía olvidarlo, no debía desviarse. Ella estaba
allí por algo y no podía echarlo todo a la borda solo porque este wey estaba como quería. De veras
que no debía de confiarse. Y si todo salía como esperaba, saldría de allí con todo lo que necesitaba.
Pero había escuchado algo de la conversación. Quizás el no tenía nada que ver. "Olvídalo" se dijo a sí
misma y se hundió en la piscina para luego salir de esta y secarse con una toalla que estaba sobre una
silla y se sentó al lado de Aníbal. ¿Cuánto tiempo más tendría que soportarlo antes de obtener lo que
necesitaba? ¿Una semana, quizás dos, un mes... o un año? Siempre había sido fácil su trabajo.
¿Porque ahora era tan complicado? Este hombre era tan cerrado como una tumba. Y tenía un hijo que
estaba...
Dios santo tenía que terminar esto antes de caer en la tentación de ese hijo. Pero no podía fallarle a
Alfonso. El había confiado en ella y ahora era su responsabilidad no dejarse ganar. Derrick le había indicado todo lo que debía hacer y le había advertido lo que no. No podía fallar. No podía permitirse
eso.
Aquella casa era gigante. Puertas y más puertas en un pasillo que parecía no tener fin, esa casa
necesitaba señalización, definitivamente y ella necesitaba urgentemente encontrar un lugar donde
quitarse ese vestido de baño emparamado y ponerse ropa seca. Si tan solo recordara cuál de todas
aquellas puertas llevaba al baño que Aníbal le había indicado horas antes.
Demonios esa casa parecía un hotel. ¿Quién carajos compraría una casa con tantas habitaciones
cuando solo vivían en ella solo él, su servidumbre y su hijo que por cierto solo se aparecía cada mil
años? Bueno eso es lo que le había contado Derrick. Pero Dulce pensaba diferente. No había habido
día en que estuviese con Aníbal en el que no estuviese su hijo. ¿Se habría equivocado su amigo?
"Dios, por favor, que no me lo tope ahora", rogó entre dientes mientras apretaba aún más
fuertemente el pareo sobre su cuerpo para ocultar el efecto del frio sobre su cuerpo. "Permíteme
llegar hasta el cuarto de baño y cambiarme. "
Dio unos pasos más a través de aquel pasillo, definitivamente era seguro que era. "No Dulce, no hagas
juicios cuando aún no tienes las pruebas en tus manos", se dijo a sí misma; pero era su trabajo dudar.
Llegó al final del pasillo. De allí en adelante una escalera bajaba en forma de caracol. ¿Alguna escalera
hacia la cocina para los empleados? ¿Quizás un baño ya que por alguna extraña razón el que antes le
habían indicado se había desaparecido del mapa? O la oficina de Aníbal, cualquiera de las opciones le
gustaba así que fue a dar un paso hacia las escaleras, hasta que sintió una voz tras de él.
---​: Yo no haría eso si fuera tú.
Su cuerpo tembló, su cabeza dio vueltas, definitivamente conocía esa voz. Es más, conocía ese olor a
colonia Calvin Klein con un toque de colonia de después de afeitarse. Se dio vuelta para enfrentarlo de
frente, sus piernas flaqueaban y el frio que la rodeaba fue compensado por el calor que recorría todo
su cuerpo.
Chris​: Esas escaleras llevan al despacho de mi padre.
Dulce -intentando aparentar indiferencia ante tal aclaración-: Solo busco el baño, necesito
cambiarme.
Sus ojos volaron por el cuerpo de ella. Sus piernas largas y bronceadas estaban de exhibición, y sus
caderas y su cintura tenían una armonía que tendría que ser clasificada como prohibida. Todo en ella
era tan perfectamente proporcionado, hasta aquel cabello rojo y húmedo que bajaba ondulado por su
cuello y hombros.
Tragó saliva y trató de mantener su compostura, cuando lo que en verdad quería era apretarla entre
su cuerpo y la pared y hacerla suya sin que tuviese derecho a reclamar. Era una diosa.
Chris​: El baño esta varias puertas atrás -exhalo lentamente-. Si quieres te indico cual es -quería
devorársela en ese mismo momento. Su cuerpo entero estaba tenso por la expectativa.
Dulce​: Te lo agradecería -sabía que debía negarse a la oferta, no podía estar a menos de dos metros de distancia de él. Era una distracción muy grande y ella necesitaba cumplir su misión.
Chris​ -caminando hacia el pasillo que ella acababa de recorrer-: Es por aquí, sígueme.
Dulce​ -asintiendo-: Si.
¡Dios! ese hombre era un definitivo adonis. ¿Cómo podía un hombre llegar a tal perfección? Su
mirada viajo hacia su trasero. "¡Wow! Eso debía de estar prohibido", pensó. Volvió a levantar la
mirada. ¿Que estaba pensando? Debía enfocarse, tenía que seguir las órdenes. ¿Pero cómo hacerlo?
¿Cómo besar al padre cuando el hijo estaba tan... tan... ¡demonios! ¡Tan provocativo!
"¿Por qué no deje a Any hacer esto?" empezó a preguntarse a sí misma en su cabeza, mientras seguía
a aquel hombre. "Pero claro, yo de orgullosa. Si claro, yo y mi ‘yo puedo Alfonso, déjame a mí’. Que
tarada. Definitivamente."
Chris -interrumpiendo sus pensamientos-: ¿Te puedo hacer una pregunta y no te enojas? -aun miraba
hacia adelante sin fijarse en ella.
Dulce​: Depende de la pregunta -aparentando indiferencia.
Chris​: Yo sé que a las mujeres no les gusta que le pregunten su edad, pero... -tragó saliva antes de
proseguir- ¿qué edad tienes Dulce?
Dulce​: No, no me molesta decir mi edad -"es obvio que me lo pregunta por mi relación con su padre",
se dijo ella misma. Quizás ella le interesaba, o quizás solo quería saber que tan joven la había
conseguido su padre ahora-. Tengo 25 años. ¿Y tú? -tenía que contra-atacar.
Chris​: 27 -quería seguir con un "¿qué carajos le viste a mi padre que no tenga yo?", pero se contuvo.
Quizás esa pregunta la asustaría. Pero al parecer ella leyó su mente, ya que contestó la respuesta al
instante.
Dulce​: Te preguntaras porque ando con tu padre -Chris se tensó. ¿Era bruja? ¿O adivina?-. La verdad
ni yo lo sé, nunca había salido con alguien mayor y mucho menos con alguien tan mayor, pero -"es mi
trabajo", pensó. Esa era la verdad, era una misión que debía de cumplir, pero por el bien de todo dio
otra excusa. Quizás la más trillada-. No sé qué me pasa con Aníbal.
Christopher se desesperó, quería darse la vuelta y zarandearla un poco, a ver si dejaba aquellas ideas
locas. Demonios, la quería para él, la quería debajo de él en su cama, besarle cada rincón de su piel.
De solo pensar que debajo de ese pareo estaba aquel vestido de baño de dos piezas blanco, aquel que
se unía en el valle de sus pechos con una argolla plateada. Aquel que dejaba ver aquel perfecto
abdomen adornado con un pequeño sarcillo en forma de corazón incrustado en su ombligo.
Demonios, esa era su debilidad, al igual que era la de su padre. ¿Acaso ella lo habría investigado o era
mera coincidencia?
Llegaron a la puerta del baño y él se giró sobre sus talones para verle e indicarle la puerta. Mala idea.
Su corazón empezó a martillear sobre su pecho cuando ella lentamente tomaba uno de sus húmedos
cabellos rojos y lo pasaba tras su oreja, tan lenta y sensualmente que tuvo que humedecerse el labio
inferior.
Chris​: Este es -las únicas palabras que pudo pronunciar ya que en los labios de ella se curvó una
sonrisa que lo dejó anonadado. Invadido por un sin fin de exigencias, necesidades... si, la necesitaba a ella en ese momento, necesitaba saborear esos Dulces labios.

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Sonia

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