Ella la agradeció y empezó a caminar hacia dentro del baño, pasando por su lado, cuando de pronto
sintió la mano de él sobre su muñeca, que la jalaba y la recostaba contra el marco de la puerta. Y allí,
estando entre el cuerpo de aquel hombre y la puerta, mientras su cuerpo respondía ante aquella
proximidad, ante aquel embriagante olor a Colonia y mientras unos oscurecidos ojos marrones la
veían con intensidad, allí empezó a dudar de su capacidad para cumplir su misión.
Sentía su respiración chocar sobre su rostro, mientras su cuerpo temblaba por la anticipación. Estaban
pegados, los labios de él estaban tan cerca de los suyos que sentía que iba a morir si él no recorría los
pocos milímetros que los separaban y la besaba. ¡Dios! Se sentía en los cielos, sentía que no podía
más consigo misma, que necesitaba sentirle, perderse en sus labios, en sus caricias. Su presencia era
tan imponente, irradiaba un calor que la tenía absorta.
Se veían a los ojos, fijamente. Ninguno de los dos decía una palabra, sin embargo se decían tanto. El
deseo brotaba por sus ojos, un deseo al cual ninguno de los dos se podía negar. Ella respiro
pesadamente, el empezó a sentir que perdía la cabeza. Sus cuerpos se pegaron más.
"¡Dios! ¿Cómo resistirse?" logró pensar ella antes que él se apoderara de sus labios.
Era fuerte, demandante, imponente... Profundizó el beso y la llevó a un éxtasis sin fin. Cada parte de
su cuerpo se sensibilizaba, su pensamiento se nublaba, como si una nube en ese momento los
cubriera y no existiera más a su alrededor. Ella soltó un gruñido de excitación, soltando su pareo,
dejándole caer a sus pies y abrazando sus brazos a su cuello, jugueteando con los cabellos que nacían
en la nuca de él.
Chris se pegó más a ella. Le importaba un bledo estarse mojando en ese momento por el traje
húmedo de ella, es mas eso le excitaba aún más. Quería comérsela, devorarla, hacerle suya. Su mano
empezó a deslizarse por la cintura de ella, mientras que Dulce rodeaba las caderas de él con sus
piernas. Estaba perdida. Empezaba a sentir espasmos por todo su cuerpo.
Sus lenguas jugaban en un ritmo inimaginable, sus corazones latían a mil por hora. Ella sintió que el
acariciaba sus piernas y se estremeció. Con manos hábiles el empezó a acariciar su pecho, ella sintió
que se perdía en el éxtasis. Su cabeza daba vueltas y solo pensaba en que quería más, quería sus
manos jugando con cada centímetro de su piel, sus labios y su lengua más profundos en su boca. El
miembro excitado de el chocaba contra su feminidad, volviéndola loca. Quería más, lo quería dentro
de sí.
De repente un poco de cordura llego a su cabeza y empujando a Chris y se separó de él, regresando
sus piernas al suelo. Ambos estaban jadeantes. Él le veía sorprendido, ella solo buscaba algo de
aliento para hablar.
Dulce -tomando su pareo del suelo y volviéndose a cubrir-: ¡¿Porque me besaste idiota?! -no quería
reconocer que ella también había participado-. ¡No me vuelvas a tocar! ¡¿Que no te das cuenta que
ando con tu padre?!
Escuchar esto hizo que a Chris le hirviera la sangre, respondiendo violentamente.
Chris -acorralándole de nuevo contra el marco de la puerta-: ¡¿QUE CARAJOS TIENE MI PADRE QUE
NO TENGA YO?! -expresó lo que llevaba preguntándose hace días-. ¿ADEMAS DE ARRUGAS?
Ella estaba paralizada. Aunque no sabía si era por temor o por excitación. Los labios de él estaban tan
cerca a los de ella.
"Otro beso, por favor dame otro", deseaba decir. Estas palabras se repetían una y otra vez en su
mente, pero algo más llegó allí, su misión. La suya no era seducir al hijo, sino al padre y estaba
echándolo todo a la coladera por un simple deseo, fuerte si, nadie lo puede negar, pero inapropiado.
Giró su rostro, apartándolo del de él, si seguía viéndole no podía responder de sus propios actos.
Dulce: Eres un bruto -lo empujó para escaparse de sus brazos-. ¡No me vuelvas a tocar, porque no
respondo!
Chris: ¿Por qué me dices si es más que obvio que me deseas? ¿Porque lo dices cuando se te nota que
tu cuerpo responde por ti? -le acaricio la mejilla, ella no pudo evitar suspirar-. Respóndeme la
pregunta, ¿qué le ves a mi padre? ¿La billetera?
Dulce -eso la enojo, de verdad que lo hizo, la veía como una golfa, soltó una risa burlona-: Eso para tu
información, no te incumbe -lo volvió a apartar empujándolo y se adentró en el baño cerrando la
puerta tras ella.
Era un estúpido, un idiota, tan machista, tan confiado en sí mismo, era un pavorreal que necesitaba
mostrar sus plumas de colores para que todo el mundo le girara a ver. Lo había visto ya en acción, el
estaba allí en aquella fiesta en la que le habían dicho que conocería a Aníbal, se había percatado de su
presencia.
Galante, recargado sobre la barra, pavoneando sus millones en su caro atuendo y disfrutando de un
caro vaso de whisky, esperando a que una de las mujeres se descuidara para caerle. Una táctica muy
conocida y ella acababa de descuidarse, le había dado pie, y él la había besado. ¡Y de qué forma! Se
toco los labios mientras pensaba en ese beso, en ese apasionado beso. Aun podía sentir su lengua
jugando con la de ella. Reprimió un grito de impotencia y empezó a caminar hasta abrir un closet
donde había guardado su ropa cuando se había venido a poner el vestido de baño.
"Lo mejor que puedo hacer es evitarlo", se dijo a si mientras empezaba a desabrochar la tira de su
vestido de baño que daba a su cuello. "Aunque sea tan dificil", suspiró. Todo estaba en juego en estos
momentos.
Entro a su habitación y desabrochó los botones de la camisa, tirándola al suelo y acercándose al closet
de donde saco una seca, al igual que otros pantalones. Mantenía alguna ropa en casa de su padre,
nunca se sabe cuándo se necesitará. Tiró la ropa sobre la cama y empezó a desabrochar su pantalón,
pero mientras bajaba la bragueta un pensamiento se vino a su cabeza. Dulce.
Demonios, esa mujer lo estaba volviendo loco. Con esa figura, esos labios carnosos, esa piel tan tersa,
ese cabello tan suave y provocador, esas piernas tan bien torneadas, ese cuello que daban ganas de
morderlo, de saborearlo.
De momento su mente volvió a aquel momento en que se besaban en el marco de la puerta del baño.
Demonios, en ese momento habría querido tomarla como propia, adrentarse en el cuarto de baño y
deshacerse lentamente de ese vestido de baño blanco, luego saborear cada espacio de su piel,
apoderarse con su boca, aquel piercing del ombligo y juguetear con este hasta escuchar jadeos que
provinieran de los labios de ella. Luego descendería hasta saborear su esencia, para luego subir a sus
labios y adentrarse lentamente y sentir el calor de su interior, moverse lentamente hasta escuchar
que rogaba clemencia. Acelerar el paso y moverse en su interior tan rápidamente, que ella gritase con
tal fuerza que se escuchara en cada rincón de aquella casa. Sus jadeos, sentirla retorcerse y correrse
ante su dominación. Si, necesitaba apoderarse, dominar a esa mujer.
Jodida sea la vida ya estaba muy excitado. Definitivamente necesitaba una ducha fría, no, helada.
Pero mandar a traer un iceberg saldría muy caro. Dejó caer lo que quedaba de su ropa en el piso de su
cuarto y se adentró en su cuarto de baño para luego meterse debajo la ducha. Estaba helada, pero
aun así no surgía efecto. Su deseo por ella era demasiado fuerte.
Chris: A la mierda -apoyando una mano sobre la pared del baño-. Cómo me tiene esta chava. ¡Tengo
que hacerla mía! -dijo esto mientras golpeaba una y otra vez su puño contra la pared. Su padre le valía
un reverendo pepino, quería a Dul para él y nada lo iba a detener.
Sus labios se encontraron y ella se despegó tratando de aparentar que lo hacía por la prisa, cuando en
realidad aquel beso simplemente le asqueaba.
Dulce: Discúlpame que tenga que irme así. Me llamo una compañera de trabajo, tengo algunas fotos
que hacer.
Aníbal: Tranquila bella, yo entiendo, el modelaje a veces es absorbente; pero si tu quisieras yo me
encargaría que nunca más necesitaras caminar por una pasarela -le acaricio el rostro, ella se
estremeció al recordar el toque del hijo.
Dulce -apartándose-: Es lo que me gusta hacer -le sonrió sensualmente-, me hace sentir deseada,
inalcanzable -se dio la vuelta y empezó a caminar sensualmente, teniendo total conocimiento de la
mirada de él sobre su trasero. Esbozó una sonrisa. Ya lo tenía, solo necesitaba mantener la cabeza en
su misión y mantenerse alejada del endemoniado hijo de Aníbal.
Se subió a su deportivo rojo y arrancó para salir de aquella mansión, la puerta principal se abrió y salió
en dirección al norte. Necesitaba tomarse un descanso, quizás dar una vuelta, comprar unas cosas.
Sonó su celular, y contestó colocándose el mano libre en su oído.
Dulce: ¿Si?
---: ¿Por qué apagaste el micrófono?
Dulce: Any por favor, iba a meterme a la piscina y se iba a dañar. Además que cuando salieran chispas
de mi vestido de baño me iban a descubrir.
Any: Ok, está bien, pero debiste haberlo puesto por lo menos en un lugar sin que nadie se diera
cuenta -respiro profundo-. En mis manos está tu seguridad y por eso necesito saber todo lo que pasa
a tu alrededor.
Dulce: Lo siento, en serio -dio vuelta en una curva.
Any: Ok, pero entonces necesito que nos encontremos para que me cuentes todo. Alfonso necesita
un informe completo, y de verdad que odio a nuestro jefe cuando se pone amargado, es un completo
gruñón -su voz se oía irritada.
Dulce: Pero lo amas -riendo-.
Any: Dul, no inventes -dijo ofuscada-. Es un ogro que lo único que hace es dar órdenes a diestra y
siniestra. Y ahora que estamos en este asunto anda más jodon que nunca. A cada rato pidiéndome
que le de informes, ya estoy completamente cansada.
Dulce: Ok, ok, lo que digas. ¿Dónde quieres que nos encontremos?
Any: Hay que aparentar una salida normal de amigas mmm... -pensando-. ¡Ya se! Veámonos en el
shopping y matamos dos pájaros de un solo tiro. Necesitamos ropa para la fiesta que está
organizando el senador y a la que nuestro querido petrolero va a ir.
Dulce: Tu y las compras.
Any: Estas aparentando ser modelo, así que tienes muchas cosas que aprender de mi, por ejemplo, el
amor por Gucci, Dolce & Gabana, Victoria's secret, Armani, y demás. Así que es inescapable la ida de
compras, hay un hombre que seducir.
Dulce -suspirando resignada-: Ok, nos vemos en media hora en el centro comercial.
Any: Ok, allí nos vemos.
Colgaron, y dulce se quito el manos libres, dejándolo caer sobre el asiento del copiloto. Lo que en
verdad necesitaba era encontrar la forma de resolver ese caso inmediatamente o se volvería loca.
Entro a su oficina azotando la puerta tras él. Su día había sido una mierda. Lo único que lo salvaba era
aquel beso con la pelirroja "amiguita" de su padre, pero hasta ahí. Ya que lo siguiente que había visto
era como esta se besaba con su padre y luego se alejaba en su convertible. ¡Demonios! Deseaba a esa
mujer con todas sus fuerzas, pero era casi que inalcanzable. Su padre de verdad podía ser un ogro
cuando se enfrentaba a alguien por obtener lo mismo y de verdad que ganarse a su padre de enemigo
por una mujer seria imperdonable, pero ella era diferente, no era una mujer cualquiera, era una
diosa.
"Una diosa que va tras el dinero de tu padre", se dijo a sí mismo. "Bueno, tal vez. ¿Pero y si hago que
cambien las cosas y vaya tras el mío? Digo soy el hijo de mi padre, heredare sus millones algún día y
soy más joven y de seguro caerá ante mis encantos", -empezaba a carnear un plan. Se sirvió un vaso
de whisky seco y se sentó en el sofá de su oficina. Si conseguía conquistarla que lo deseara
carnalmente a él por sobre el dinero de su padre, quizás esta partida la podría ganar. Tomo un sorbo.
"Va a ser mia."
---: ¿Chris ya tienes los informes que te pedí que me pasaras esta mañana? -entrando a la oficina
estrepitosamente-. Los necesito para mostrárselos al nuevo cliente -lo vio sentado en el sofá con el
whisky en la mano-. ¿No crees que sea temprano para tomar?Que tal? Les gusta????

ESTÁS LEYENDO
Armas de Seducción
FanfictionTacones altos cuyas cuerdas subían por sus piernas como enredaderas, esas piernas tan bien yorneadas que pareciera que estaban diseñadas para seducir. Autoría: @tikapradi