Capítulo 12: desafío aceptado

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Sí, Kami-sama ha escuchado sus plegarias...

Okno

*La persiguen con antorchas*

Esta vez no les voy a prometer nada, solo no me maten (?

Algún día volveré a actualizar seguido... algún día.





Ya nada fue igual a partir de entonces.

     Era obvio que las cosas iban a cambiar. Y vaya que lo hicieron. La cordura de Shin se vio dañada de gravedad. Nadie podía culparlo. Nadie podía hallar al culpable. Zamasu no estaba. El pobre Shin no tenía idea de su paradero.

  Estoy seguro de que, si no fuera por mí, se habría suicidado.

    Así de mal estaba. No dormía. No comía. Casi nunca hablaba. Temblaba todo el tiempo. Su rostro perdió el color. Sus ojos perdieron vida. Además de dejar de sonreír, lloraba cuando creía que nadie lo escuchaba.

  Estuvo así por un buen tiempo.

    Quise acercarme, ayudarle, darle todo mi apoyo... pero tuve que regresar a mi planeta. Ha pasado mucho desde la última vez que lo vi.

  Él no estaba bien en ese momento.

     Nunca le dije a Wiss. Lo conozco, sé que se espantaría y armaría un alboroto si se enterase de semejante cosa. No es para menos, yo realmente deseo encontrar a ese maldito para darle una muerte lenta y dolorosa.

  Pero no puedo, no ahora. Ya es tarde. El daño está hecho.

    Sé que, haga lo que haga, las cosas no cambiarán. Me da mucha rabia. Demasiada. Cosa que mi asistente ha notado. En ese momento, me costaba pensar con claridad. No fui lo suficientemente listo como para inventar algo, así que le dije la verdad. Tal y como supuse, él no se lo tomó para nada bien. De hecho, se desmayó.

    Tuve que esperar varias horas para que volviera a estar consciente. En cuanto despertó, salió. No sé a donde diablos se fue, ni me importa. Porque el anciano Kaio-shin está en el jardín, buscándome. Quiere que vaya a su planeta a tratar un asunto... es sobre Shin. No dudé en acompañarlo. Era justo lo que necesitaba.

    Llegamos al planeta Supremo. El lugar parecía haber cambiado un poco... pero hay otras cosas que simplemente no pudieron cambiarse. Dolía bastante saberlo.

- En todo este tiempo, me temo que Shin no ha mejorado casi nada - informó.

- Sigo sin poder creer todo lo que ha pasado... ¿se puede hacer algo al respecto?

- Sí. Kibito y yo hemos decidido enviarlo a un planeta remoto, pacífico, llamado Kureda. Necesita descansar lejos de otras personas... aunque no podemos dejarlo sólo. Sería peligroso. Así que, consideramos la posibilidad de que usted... pudiera... acompañarlo... no se preocupe, nosotros nos haremos cargo de todo por aquí.

- No tengo problema con eso.

- Señor Bills, hay una cosa más que quisiera decirle...

- ¿Ahora qué?

- ¿Usted... estaría dispuesto a ayudar a Shin?

 

- ¿Cómo haría eso?

- En ese planeta, hay una leyenda, trata sobre... una flor mágica. Le dicen "Flor de Kuroda", sus poderes deberían de poder sanar... la mente de Shin.

- ¿"Sanar su mente"?

- Pues, se podría decir que tiene un efecto especial en cualquier tipo de persona, incluso en los dioses...

  Me dijo todo el plan. Si las cosas salían bien, Shin volvería a ser el de antes, dejaría de sufrir... pero había un problema: debía lograr que sintiera algo por mí. Debía lograr enamorarlo, o sino la magia no surtiría efecto. De todas formas, acepté el desafío, sólo por él...

| Polos opuestos se atraen... se necesitan | ~Shills~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora