Zamasu sujetaba a Shin del mentón con una mano, la otra la mantenía en su espalda. El pequeño no podía dejar de llorar y temblar, ¿cómo culparlo? Su peor pesadilla estaba haciéndose realidad. Yo no podía moverme, estaba shockeado. Prestando más atención, pude oír las palabras que el muy maldito le decía:
- Ha pasado un tiempo... ¿me extrañó, maestro? - Shin no respondió, no estaba en condiciones de hacerlo - Te ves tan bonito temblando de miedo...
- P-Por favor... no me hagas daño - suplicó, cerrando los ojos. En ese momento, sentí como algo en mí, se rompía.
- ¿Hacerte daño? Oh, claro que no. Lo único que quiero hacer, es jugar un poco. Te gustará.
- Zamasu, no...
- ¿Te atreves a negarte? De todas formas lo haré y lo sabes. Al igual que aquella vez, no hay nadie que pueda defenderte. Estás sólo.
Habló con crueldad, comenzando a rasgar las ropas de Shin. Éste se retorcía, intentando liberarse. Obviamente, no lo logró. Yo seguía incapaz de hacer algo, hasta que... vi como le dio una bofetada a mi Shin . Con eso, se quedó quieto, llorando, aceptando lo que le sucedería. Entonces, reaccioné.
Dando uso a toda mi velocidad, fui hasta ellos. En cuestión de segundos, me posicioné detrás de Zamasu. Él no se había percatado de mi presencia, era normal, no había forma de que sintiera mi ki o leyera mis movimientos. Al contrario, Shin había abierto mucho los ojos, mirándome como si fuera la cosa más extraña de los doce universos. Le hice una seña con mi dedo para que no dijera nada y, sin perder el tiempo, tomé a Zamasu con fuerza del cuello.
- ¿Q-Qué? Agh.
- Ahora vas a pagar por todo lo que hiciste - lo tomé aún más fuerte, con intenciones de ahorcarlo. Sin embargo, los minutos pasaban y su vida no daba fin, sin importar el oxígeno que le faltara.
- N-No servirá... soy... inmortal - habló, con una sonrisa horrenda plasmada en el rostro. Shin corrió a esconderse detrás de mí, asustado.
- Veamos si es cierto - comencé a darle golpes que, para cualquiera de su nivel, resultarían letales, pero sus heridas siempre se regeneraban - Vaya, que curioso.
- Soy invencible.
- ¿Eso crees? Tengo algo para decir al respecto - me acerqué a él, poniendo mi mano a la altura de su rostro - Destruir.
Él comenzó a desaparecer, soltando un grito. Por fin nos habíamos librado de esa amenaza. Satisfecho, me di vuelta, para encontrarme con Shin. Estaba en el suelo, mirándome con impresión.
- Señor Bills... no creí que fuera a hacer eso.
- Haría lo que fuera por ti.
- B-Bueno... no lo entiendo. Todo esto es mi culpa, ¿realmente no está enfadado conmigo?
- Claro que no, no podría. Y no es culpa tuya.
Me senté en la hierba, a su lado. Él apoyó su cabeza en mi hombro y, juntos, nos quedamos viendo como el agua corría, lanzando destellos por los últimos rayos del sol. En eso, recordé lo que nos había dejado allí en primer lugar.
- Shin, ¿puedo preguntarte algo?
- Sí.
- ¿Estabas celoso de Marcarita? - vi como su rostro enrojecía por completo.
- En realidad... no lo sé. La palabra "celos", suena muy fuerte. Yo solo me sentía molesto. De verdad creí que entre ustedes dos había algo. Lo lamento.
- No tienes porqué disculparte. De hecho, me pone algo felíz. Eso significa que te importo al menos un poco, no puedes negarlo.
- No pensaba hacerlo.
Lo miré, sorprendido con sus palabras. Me devolvió la mirada, pero la suya, estaba llena de algo difícil de describir.
- Señor Bills... ¿recuerda la Camelia que me dio?
- Sí, ¿sabes su significado?
- Exacto. De todas formas, usted me lo dejó muy claro. Sus palabras fueron hermosas. Yo no soy capaz de llegar a ese nivel, pero... quiero que sepa que siento lo mismo.
En ese momento, me atraganté, no sé con qué, tal vez con el aire, pero sentí como si me asfixiara. ¿Así se sentía ser correspondido? Era maravilloso. Pero... debía asegurarme de muchas cosas.
- ¿Estás seguro?
- Sí. De hecho... he comenzado a verle de otra forma incluso desde antes de que Zamasu apareciera por primera vez.
- ¿Qué pasó con él? ¿qué pasó con Zamasu, Shin? No lo comprendo del todo.
- A mí también me cuesta entender, pero le contaré lo que sé: al parecer, Kibito y el antiguo Supremo Kaio-Shin lo habían traído porque el señor Gowasu lo pidió. Él tenía unos serios problemas de conducta. Esperaban que yo me encontrase mejor, ya que creían que sería el indicado para volverlo un aprendiz correcto. Sin embargo, todos notamos que él se mostraba frío con el resto, excepto conmigo. Sí, yo también lo noté. Kibito no dijo nada, pero el señor sí. Me dijo que tuviera cuidado, que era peligroso. No le creí. Zamasu se mostraba muy amable conmigo, no lo creía capaz de hacerme daño... entonces, pasó - Shin comenzó a llorar - Al parecer, en una de las caminatas que dio por el planeta, encontró un lugar alejado, escondido. Nadie pudo sentir mis gritos, nadie pudo encontrarnos. Él me hizo cosas horribles. Luego, huyó. No sé a dónde habrá ido, pero fue ahí cuando se volvió inmortal. Lo sé, porque, intentando defenderme, logré causarle algunas heridas, las cuales no se regeneraron. Al parecer, nos estuvo vigilando durante todo este tiempo, esperando el momento perfecto para seguirnos...
- ¡El saquito de té! - grité, de pronto. Él me miró, sin entender.
- ¿Qué?
- ¿Recuerdas que, luego del desayuno, tú y yo... casi nos besamos, pero nos interrumpieron? - sonrojado, asintió, sin comprender - Pues resulta ser que no había nadie en la puerta. Alguien había dejado un saquito de té y estoy seguro de que fue él.
- Que descarado. Incluso en su situación, se atrevió a bromear...
- Shin, no llores más, por favor - lo abracé - Ya pasó.
- Señor Bills... usted, ¿cuidaría de mí? - preguntó, con los ojos vidriosos.
Fue entonces cuando recordé. Recordé mi verdadero objetivo, el porqué estábamos ahí. Recordé la flor de Kuroda, su poder. Afortunadamente, la tenía conmigo.
- Shin, yo cuidaré de ti por siempre. Te tengo un regalo, por favor, acéptalo.
- ¿Un regalo? - le di la flor. Él puso una expresión de total felicidad - ¡Oh, muchas gracias! Es hermosa.
Casi por instinto, la acercó a su rostro, para olerla. Entonces, ocurrió. Shin se desmayó. Lo tomé con cuidado, evitando su caída. Lo dejé recostado, sentándome a su lado, esperando. No tardó mucho en reaccionar. En cuanto me vio, lo primero que dijo fue:
- ¿Quién eres?
Me di cuenta de que la leyenda era cierta. El polen de la flor de Kuroda, borraba la memoria de los enamorados. Realmente no me recuerda, es doloroso saberlo... pero tampoco recuerda a Zamasu, ni a lo que le hizo. Eso era lo bueno. Ahora podría vivir tranquilo nuevamente.
- Soy Bills - y voy a conquistarte de nuevo, aunque sea lo último que haga.
Wow, hasta yo estoy sorprendida de lo abierto que quedó mi final. ¿Qué dicen? ¿Les gustaría una segunda temporada? Tengo una idea en mente. Pero, antes de subirla, planeo subir otra historia. Les agradecería que apoyaran dicha historia también ♡
¡Se les quiere mucho! Hasta la próxima ;)
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| Polos opuestos se atraen... se necesitan | ~Shills~
FanfictionEl pequeño Shin cae bajo los efectos de una extraña enfermedad, por lo que Bills deberá ir a visitarlo, para preguntar por su estado. Lo que ninguno de los dos planeaba... fue enamorarse.