Q: Quebec.

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En una pequeña cafetería en Quebec, más específicamente en el área de juegos, dos niños de seis y ocho años se encuentran sentandose uno frente al otro dentro de la casa de juegos del lugar.

Louis, de ocho años, se encuentra en el lugar celebrando el compleaños de uno de sus tíos. Como la mayoría son adultos, le han dejado jugar solo en el pequeño parque, donde conoció a Harry; el único niño que junto a él está a las ocho de la mañana en la cafetería, su hora exacta de apertura, por lo que son los primeros clientes.

Harry, de seis años, se ve obligado de estar en la cafetería incluso antes de su apertura al público, porque sus padres son los dueños y siempre deben ir y arreglar todo antes de abrir. A Harry realmente no le molesta, aunque a veces le gustaría dormir más en su cálida cama; sobre todo cuando la mañana está tan fría como ese día, donde parece estar nevando un poco.

Él ayuda siempre colocando los servilleteros, azucareros, saleros y menús en las mesas. Luego, es mandado a jugar al parque, donde siempre está contento de hacer nuevos amigos aunque no los vuelva a ver. La mayoría de las personas que van a la cafetería, son turistas de paso que han decidido descansar o celebrar algo especial en la bella ciudad.

Ese es el caso de Louis, su nuevo amigo, quien está solo por las vacaciones de invierno.

Harry fue quien, con su brillante y espontánea personalidad, se acercó al castaño de ojos azules cuando le vio entrar al área. Aunque tímido y algo asustado por la energía que desprendía el más pequeño, Louis acepto rápidamente jugar con él. Su sonrisa era muy agradable, sobre todo cuando se marcaban aquellos pequeños huequitos en sus mejillas.

Así, entre juego y juego, terminaron descansando en la pequeña casita de madera del lugar, donde a Harry le gustaba mucho estar cuando quedaba solo luego de que todos los niños se fueran. Era pequeña, pero perfecta para que entren dos persona con facilidad y se sentarán en el suelo. El interior daba un aire cálido y agradable.

Allí, hablaron mucho, esperando a que alguno de los dos tuviera que irse.

A Harry realmente le agrado aquel niño de ojos azules; más que cualquier otro niño que hubiera conocido, parecía inteligente para su edad, gracioso y amable, incluso tenía un acepto que le gustaba mucho y le parecía divertido.

Louis no pensaba diferente, consiguiendo en aquel niño llamado Harry, más en común que con cualquiera de sus amigos en Londres. Hablaba mucho para su edad, le prestaba atención y parecía interesarle todo lo que decía. Sonríe de una forma cálida que le hacía sentir bien y reía con humor sincero de sus chistes.

—Que mal que no seas de aquí — dijo Harry luego de un pequeño silencio que se hizo entre los dos, luego de discutir sobre la mejor caricatura del momento y como de en que momento la nieve era la mejor para hacer un muñeco de nieve —Así podríamos ser amigos, e irias a mi escuela y podríamos pasar tiempo juntos. Eres agradable, Louis.

Y bueno, para el joven y tierno corazón de Tomlinson, esa era la primera vez que alguien que no fuera su familia le decía aquello; llegando a calentar su pecho con un sentimiento agradable.

—Gracias, Harry, también creo que eres agradable —con una enorme sonrisa, el castaño de rizos le agradece. Entonces se hace otro pequeño silencio entre ellos, cada uno pensando lo triste que será no volver a verse.

A Harry no le gusta estar triste, tampoco que las personas que quiere lo estén, por lo que cuando ve a Louis tan decaído por lo que el empezó diciendo, piensa en algo para animarlo.

—Hey, Louis, no te muevas — dice como mucha seriedad. El mayor de los dos se congela, quedándose quieto ante la mirada tan seria de su pequeño amigo.

Larry ABCedario. [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora