Larry ABCedario. [l.s]

R: Rosas.

Entonces, Harry lo arruinó. Le dijo cosas a Louis en un momento en el cual no estaba pensando. Le lastimó y luego huyó en vez de disculparse.

Ahora, Louis no quiere responder sus mensajes o llamadas y Harry esta realmente desesperado porque lo ama y extraña.

[...]

Saliendo de la casa que no comparte con Harry, Louis se coloca sus lentes oscuros para el sol y acomoda el flequillo de cabello que esta dejando crecer nuevamente. Debajo de toda su apariencia arreglada y deportiva, su enojo hierve por las palabras que aún resuenan en su cabeza; palabras dichas por nada más y nada menos que Harry.

Tal vez estaría menos enojado con él si se hubiera disculpado y no escapado. Y bueno, seguro todas esas llamas pérdidas y mensajes sin leer eran un sin fin de largas y sentimentales disculpas de parte de su novio, pero esta vez Louis no cedería tan fácil. Quería que Harry se esforzará más allá de poner una cara triste y dijera dulces palabras.

Acercándose a su auto, Louis lo desbloquea y rodea hasta el lado del conductor, donde abre sin más; y contra todo lo imaginado, es tragado por una ola de rosas que caen sobre él en una cascada de colores entre rojas, azules, amarillas, rosadas y blancas.

—¿Qué demonios? —sacando su cabeza de entre las flores para poder respirar, Louis observa como su auto esta aún lleno de rosas que no han caído. Levantándose, se sacude los pétalos caídos, acercándose para ver dentro del vehículo.

Los asientos traseros están llenos de rosas hasta el techo, y es ahora que no esta bajo ellas, que se da cuenta que todas tienen una pequeña etiqueta. Regresando al montón en el suelo, Louis se arrodilla y comienza a revisar las etiquetas. Todas están escritas por la misma letra.

"LO SIENTO" "TE AMO" "REGRESA" "TE EXTRAÑO"

Esos y más mensajes se leían en las etiquetas, todas terminando con la firma inconfundible de Harry.

Una pequeña risa incrédula sale de Louis, quien mira las rosas en el suelo que han caído sobre él y las que aún quedan en el auto y cuenta unas cientos de ellas. ¿Harry escribió en todas?... Lo cree.

No se pregunta cómo hizo para meterlas en el auto, sólo sonríe como tonto y suspira derrotado. Tal vez, sólo tal vez, pueda responder a la próxima llamada de Harry.

—¡Hey, Niall! —grita por sobre la cerca de la parte trasera de la casa cuando a regresado a ella.

Luego de un rato, el castaño se asoma por una ventana del segundo piso de su propia casa.

—¿Qué pasa, Louis?

—Ayúdame con algo —escuchando como su amigo y vecino gruñe, Louis espera su llegada y se pregunta que hará con tantas flores.