H: Hilo.

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(Au)

El hilo rojo del destino es una vieja historia que todos conocen y muy pocos creen. Louis era uno de esos, hasta que al cumplir los dieciocho, apareció atado en su dedo meñique un aro rojo seguido de un enorme hilo que al parecer nadie además de él podía ver.

Lleno de intriga, Louis Tomlinson emprendió un viaje para llegar al final del hilo y encontrar a su "alma gemela". Cuanto más avanzaba, más tenso se ponía el hilo al jalarlo. Entonces, entre girones, enredos, nudos y tropezones, cuando Louis pensaba que nunca realmente llegaría al final, llegó a Holmes Chapel.

Mientras compartía la mesa de una cafetería con un enérgico chico rubio que estaba de paso en la lugar, Louis sintió que algo jalaba del hilo, haciéndolo echar un poco de su café encima. Sorprendido, tiro de un hilo invisible a los ojos del rubio frente a él, quien lo comenzaba a ver raro.

Disculpandose, el castaño se levanto de la mesa y se despidió, saliendo de la pequeña cafetería para seguir el hilo rojo. Hacía dos años que Tomlinson había emprendido ese viaje, y sólo ahora estaba recibiendo, tal vez, algo a cambio por su determinación. Era la primera vez que sentía que algo jalaba del otro lado del hilo.

Comenzando a correr, sintiendo que cada vez se acercaba más; con el corazón galopando en su pecho, Louis Tomlinson se estrelló contra algo. O mejor dicho, alguien.

—¡Lo siento! ¿Estas bien? —la otra persona, que también había caído al suelo porque igual que Louis estaba corriendo, se acercó al castaño.

Sentándose luego del golpe, Louis se fijó en la persona solo por un segundo; cabello largo y rizado, ojos intensamente verdes de cercar, pómulos tallados por los mismísimos escultores griegos y labios finos que gritaban ¡besame!, luego se paro de golpe pensando seguir en lo que hacía.

Volviendo a correr en dirección contraria al chico, Louis sintió un tirón en su dedo, así que se detuvo a ver que sucedía. El alto chico de camisa rosada miraba abajo, a su mano.

Es cuando Louis se da cuenta que el hilo que durante tanto tiempo había sido increíblemente largo, ahora era realmente pequeño y terminaba en el dedo meñique de aquel desconocido.

Siguiendo el hilo hasta Louis, el alto castaño de rizos subió la mirada hasta encontrar la del oji azul, sonriendo tiernamente y mostrando unos hoyuelos.

Hasta esa tarde, Harry jamás había visto el hilo rojo.

—Hola —dijo tímidamente.

—Hola —sonrio Louis dulcemente, destensando sus hombros y ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón en una imagen despreocupada.  Siempre quiso llegar al final de ese condenado hilo, pero jamás pensó en qué haría cuando sucediera.

—Me llamo Harry ¿Quieres ir por un café? —pregunto nervioso apuntando a una cafetería a una cuadra de ellos.

—Me encantaría —acepto Louis. Tenían tanto de que hablar.

Larry ABCedario. [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora