Solo en sus aposentos, el soberano del Reino Blanco estaba perdido en sus pensamientos. Acodado en su escritorio de ébano decorado con una exquisita marquetería, no podía concentrarse en los documentos de intendencia que se extendían por toda la madera. Se había levantado pronto esa mañana, decidido a ocupar su mente arreglando los asuntos urgentes del reino, pero no podía, no lograba quitarse de la cabeza la imagen de su desdichada hija.
¿Cómo habían podido llegar a eso? ¿En qué se había convertido su tierna e inocente Snow? David no comprendía el deseo de venganza que la corroía hasta tal punto. Siempre había sabido que su mujer rumiaba un rencor tenaz hacia la reina negra, pero jamás hubiera creído posible que se perdiera hasta tal límite en la revancha. ¿Qué le había sucedido? Y sobre todo, ¿quién habría creído posible que se cegara hasta ese punto por el odio, llegando incluso a herir a su adorada hija...?
¿Acaso sería posible que todo estuviera ligado a ese extraño hechicero...?
Tras largos minutos de intensa reflexión, David no había avanzado mucho, pero sabía que debía hablar con su hija. Si eso no le permitía comprender, al menos Emma sabría que no estaba sola. Se levantó precipitadamente de su sillón y se dirigió hacia la habitación principesca.
Mientras avanzaba con paso ligero, David recitaba interiormente las excusas y las explicaciones que le iba a dar a su hija. Cuando hubo llegado a la puerta de su habitación observó que estaba ligeramente entreabierta. Pasando la cabeza por la abertura, el vacío de la pieza le saltó a la vista. Por extraño que parezca, no se sorprendió. Después de todo, ¿quién podía parar a su hija cuando se le metía una idea en la cabeza? David sonrió ligeramente, orgulloso de la fuerza de carácter de la princesa. Dio la vuelta. Sabía exactamente a dónde dirigirse.
Cuando llegó a la entrada del corredor que daba a los calabozos, una extraña escena se dibujó ante sus ojos: una loba mantenía apartados a dos guardias armados, sentados contra la pared. ¿Desde hace cuánto tiempo estaban de esa manera? Las armas estaban posadas en el suelo, y los dos guardias tenían las facciones tensas por la fatiga. Temiendo un ataque repentino del gigantesco lobo, no habían pegado ojo en toda la noche, acurrucados en una esquina contra la pared, vigilando el menor de sus movimientos. La escena le habría hecho sonreír si la situación no fuera tan seria para su hija. Pero en el fondo de su corazón, apreció la devoción de Ruby hacia su amiga.
En cuanto los caballeros divisaron la silueta real acercarse a ellos, no pudieron evitar gritar con entusiasmo
«¡Vuestra Alteza! ¡Por aquí!»
David apuró el paso y, al llegar al lado de la loba, le acarició el cuello bajo los ojos sorprendidos de los soldados.
«No temáis, es una amiga» respondió el monarca sonriendo «Levantaos, caballeros»
Esos últimos obedecieron con cierta aprensión. Después, girándose hacia la loba, dijo
«Puedes cambiarte de nuevo, Ruby, ya no son una amenaza»
Rápidamente, Ruby recobró su forma humana y estiró sus miembros doloridos por haber pasado tanto tiempo inmóvil. Sin embargo, los caballeros permanecieron pegados a la pared, esperándose, sin duda, que esta les saltara encima a pesar de la desaparición de sus garras e impresionantes colmillos.
«¡Wow, gracias Majestad, tenía miedo de quedarme acorralado ahí durante días!»
«Marchaos soldados, yo me ocupo de ella. Tomaos el día libre, os lo merecéis»
Los dos soldados no se hicieron de rogar y desaparecieron rápidamente, muy contentos de alejarse de esa extraña y amenazadora criatura. David, entonces, preguntó a Ruby dónde estaba Emma. La joven se inquietó. ¿Podía confesárselo, aunque parecía evidente que el rey ya lo había adivinado todo? David pareció vislumbrar los cuestionamientos interiores de la joven, pues le dijo con dulzura
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El canto del cisne
FanfictionTraducción del fic francés Le chant du Cygne, de Bonne Ame En el Bosque Encantado, la princesa Emma es secuestrada por la Evil Queen, más negra y sedienta de venganza que nunca...¿Va a ella a poder escapar de esos sombríos lugares de tortura?