Sucia

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A ver, este capítulo será clasificado M. En palabras de la autora nos encontraremos con escenas poco agradables, pero necesarias para comprender la personalidad de Regina, que ya anticipo no nos caerá nada bien al principio. Sí, tendrá a Emma, pero no será por las buenas. Este fic no comienza como un cuento de hadas ni mucho menos. Para las que os lo preguntéis, Emma tiene 28 años y Regina está en la treintena, no ha envejecido, y más adelante sabremos por qué.

Bueno, os dejó con esta Regina Malvada.



«Haré contigo lo que quiera...» las inmundas palabras de la bruja resonaban aún en los oídos de Emma, aunque la reina había abandonado los calabozos ya hacía largos minutos. La asaltaban pensamientos aterradores, el primero menos cruel que el siguiente: ¿iba a ser torturada, asesinada, devorada, hechizada...? Evidentemente Emma había escuchado los rumores que corrían sobre la Reina Malvada. Numerosos de sus súbditos habían sido secuestrados, y pocos eran los vivos que pudieran testimoniar sobre la crueldad de la reina. La perspectiva de su futuro en esas mazmorras no era realmente optimista.

Descorazonada y aterrada por lo que le iba a ocurrir, Emma se dejó caer al suelo. Cuando se marchó, la reina volvió a ponerle la cadena en el tobillo, provocando un dolor aún más intenso. Ya no podía apoyarse sobre el pie derecho. Emma sabía, gracias a los escasos rudimentos de medicina que había adquirido a través de su preceptor, que si no era curada inmediatamente, las consecuencias para su pie serían irreversibles. Pero su tobillo era el menor de sus problemas. Ahora temía por su vida.


Emma no habría sabido decir cuánto tiempo había pasado desde la visita de la reina: ¿algunas horas, días...? En ese oscuro calabozo, había perdido toda noción del tiempo. Le parecía que había dormido poco, como parecía probarlo la presencia de una escudilla llena delante de ella. ¡Al diablo el orgullo! ¡No se diría que Emma Charming había muerto de hambre sin combatir! Además, si sus padres necesitaban algo de tiempo para ir a rescatarla, ella debía estar con vida.

Así que, se lanzó como un animal hambriento sobre la escudilla y la vació de su contenido poco apetecible. La sopa era clara y no tenía gusto a nada, pero el estomago vacío de la princesa gritaba para ser saciado. Olvidó por un instante los buenos modales y trago ruidosamente el contenido del plato. Ya no tenía ninguna voluntad, solo mandaba su instinto de supervivencia.

Instigado por el ruido que hacía la princesa, un guardia se acercó a los barrotes. ¿Era el mismo de la última vez? Emma hubiera sido incapaz de confirmarlo, y a decir verdad, no le importaba. Como el anterior, estaba cubierto con una cota de malla y un yelmo que escondía la integralidad de su rostro. Habiendo recuperado algo de fuerza, Emma se levantó y se encaró con el guardia. Si iba a morir, no lo haría sin luchar.

«¿Qué habéis hecho con mis amigos? ¿Dónde están Ruby y August?»

Caminando de arriba abajo delante de la puerta, el guardia no se tomó la molestia de contestar. Apenas le dirigía una mirada. Emma volvió a decir con un tono de voz más firme

«Pero, ¿se puede saber qué queréis de mí? ¿Me queréis convertir en moneda de cambio? ¿Queréis un rescate? ¡RESPONDEDME!»

Una vez más ninguna respuesta le llegó. Emma no soportó ese desprecio, así que comenzó a gritar. Gritó de rabia, grito de dolor, gritó de miedo...Solo cuando se agarró a la cadena y tiró de ella con las pocas fuerzas que había encontrado, el soldado se dignó a girarse hacia ella.

«¡SILENCIO!» le gritó

«¡Gritaré si quiero! ¿Qué me vais a hacer? ¿Matarme? Bien, ¡venga!»

El canto del cisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora