Alas cortadas, yo era una cosa rota, tenía una voz, tenía una voz pero no podía cantar.
Tú me dejaste sin energía, yo peleo en el suelo.
Tan perdida, la línea ha sido cruzada, tenía una voz, tenía una voz, pero no podía hablar.
Tú me retenías, ahor...
-¿Wanda?-. Dijo Natasha cuando cerré la puerta con seguro.
-Te amo Nataska-. Dije en sokoviano con una sonrisa.
-Yo también Te amo Wanda-. Ella respondió en ruso.
Sus manos se fueron a mis caderas y yo subí los mios en sus hombros, sonreímos y comenzamos a besarnos lentamente.
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Baje mis manos lentamente hasta llegar a su chaqueta para empujarla fuera de sus hombros, Natasha sonrió y rápidamente se la quito junto con la camisa que llevaba.
Trague en seco al verla solo en ropa interior, dios su abdomen era magnifico.
Natasha alzo una ceja y yo mordi mi labio inferior y ella se acercó para quitarme la camisa.
Con rapidez lo hice y me quite las botas haciendo que cayera en la cama causando la risa de Natasha.
-Yo lo hago por ti-. Dijo y se arrodillo enfrente de mi.
Me quito las botas y yo solo la miraba, Natasha se levantó y se quito sus tenis y comenzó a desabrochar el pantalón.
Yo no tarde en hacer lo mismos y ahora ambas nos encontramos en ropa interior.
Me deslice hacia atrás mientras Natasha se acomodaba encima de mi, su mano derecha acarició mi mejilla.
-¿Segura?-. Dijo y yo asenti.
Nos comenzamos a besar mientras mis manos iban a su espalda acariciando de arriba hacia abajo.
Entre abrí mis labios y Natasha adentro su lengua, nuestras lenguas peleaban por el dominio, ambas gemimos.
No se si hacia mucho calor o sólo era yo, Natasha atrapó mi labio inferior entre sus dientes y lo estiro.
Mis manos bajaron de su espalda y se adentraron dentro del bóxer de mujer que llevaba.
-Wanda-. Dijo entre un gemido.
Su boca se arrastro a mi cuello besando y mordiendo sacando más gemidos de mi parte.
La empuje dejándola debajo de mi, me senté en su abdomen y ella poso sus manos en mi cintura acariciando un poco.
-Eres hermosa Nataska-. Dije y ella se levanto para besarme.
Suspire cuando quito mis ultimas prendas y yo hice lo mismo con ella, dejándonos a ambas desnudas.
Su piel era tan suave y delicada que me llamaba para reclamar cada parte de ella.
Baje quedando a su altura para besarnos, nuestros besos comenzaban a subir de tono.
Sus manos viajaban de mis piernas a mi espalda acariciando todo a su paso, haciendo que gimiera.
