Capitulo II

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Esa mañana de viernes, Sophia cumplía su primera quincena laborando para Paltrow's Bank, sin duda, hacía el trabajo de maravilla y aunque Edrick no se lo demostraba, estaba más que satisfecho con su desempeño en ese corto período de tiempo.

Como todas las mañanas a la misma hora, Sophia le llevó su café preparado por ella junto con el diario, ese día, lucía un atuendo bastante elegante, se veía hermosa, intelectual y sofisticada. El outfit consistía en un vestido negro cuello redondo, ajustado, que le llegaba unos pocos centímetros por sobre las rodillas y que resaltaba a la perfección sus atractivas y prominentes curvas, combinado con unos stilettos medio altos rojos y su cabello largo y bien cuidado, suelto, completamente lacio, con un flequillo de lado.

—Buen día, señor Paltrow—saludó con los nervios a flor de piel, luego de haber tocado la puerta y esperado que él le concediera el acceso—. La presencia del pelinegro la alteraba e incluso así, lograba disimularlo bien, ese porte, esa elegancia, que desprendía el hombre y su aroma tan embriagador, eran como una bomba para sus sentidos y hormonas, claro estaba.

—Buen día—contestó él, desviando la vista de los papeles que firmaba, se quedó unos breves segundos contemplándola e inconscientemente, cerró una de sus manos en puño.

—Le traje su café y su diario.

—Déjelos sobre el escritorio—demandó, devolviendo la mirada a los documentos—. Era tan bonita y atractiva, que muchas veces lo distraía y se quedaba viéndola de más.

—Está bien, permiso—musitó seria, luego de hacer lo que le había pedido.

Se dice gracias y por favor— pensó, ante su falta de educación.

Edrick asintió y al darle ella la espalda, no pudo contener las ganas de mirarla y admirar su bonito caminar, su trasero y llamativa figura, definitivamente que Dave tenía razón, su asistente, era preciosa.

Sophia se quedó recostada tras la puerta al cerrarla y soltó todo el aire, que, sin darse cuenta, había estado reteniendo, él era demasiado guapo y la mayoría del tiempo, por no decir siempre, no podía evitar sentirse nerviosa en su presencia. ¿Por qué carajo tenía que ser tan joven y apuesto? Aunque también un poco maleducado, malhumorado y tosco, ¿Es que nunca le habían enseñado modales? ¿O las personas de su clase no acostumbraban a dar las gracias o decir por favor? Era increíble, en esos quince días que llevaba trabajando para él, no recordaba haberlo escuchado mencionar esas dos insignificantes, pero a la vez, importantes palabras.

Mas tarde, volvió a recibir otra llamada de su jefe para que fuera por unos documentos, como de costumbre, tocó la puerta antes de ingresar y una vez que estuvo dentro, se topó con una bonita mujer que estaba de pie, frente a él, por su aspecto, figuraba ser alguien de mucho dinero y distinción también.

—Permiso, señor—. Buen día, señorita—agregó con educación.

La mujer la observó con frío desdén y, por si fuera poco, ni siquiera le respondió el saludo.

—¿Y esta quién es, Edrick? —Inquirió de manera despectiva y con arrogancia.

Sophia se puso colorada.

—Por favor, Shantal, más respeto a mi asistente— replicó él severo.

La rubia no dijo nada más, solo se limitó a observarla de pies a cabeza, con una mirada gélida como si fuera un bicho raro.

—Señorita Clark, tenga estos documentos, ya están firmados, necesito se los lleve a mi hermana, Stacy y se los entregue personalmente.

—Con gusto—acotó mientras tomaba los papeles— ¿Algo más?

UNIDOS POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora