Capitulo IX

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A la mañana siguiente, cuando Sophia despertó, Edrick ya no estaba en la habitación, había bajado muy temprano a hacer un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel. Ella, pensando que quizás su ahora esposo, posiblemente se había adelantado a desayunar, aprovechó la oportunidad para ducharse antes de que llegara. Tomó su ropa interior, se metió al baño, se duchó, se maquilló y arregló el cabello. En un sexi y delicado conjunto de encaje de blanco, salió del tocador en busca de su vestimenta de esa mañana, asegurándose antes, de que seguía sola. Sin embargo, las cosas no salieron como planeaba, porque cuando menos lo esperó, el pelinegro apareció en la habitación sudado, con unos short y camisa deportivos y la vio así.

Sophia se quedó paralizada, abrió los ojos desmesurados y se ruborizó al instante. El asombro no solo se lo llevó ella, sino, también él, que no pudo contener las ganas de recorrerla y contemplarla de pies a cabeza.

¡Que hermosura de mujer! —pensó agitado y con el rostro colorado.

—Yo...lo siento, no sabía...perdón—se disculpó él dándole la espalda y pasándose las manos por el rostro avergonzado.

Ella no atinó a decir nada y lo único que pudo hacer, fue correr y encerrarse en el baño. Maldición—vociferó en voz baja, cuando estuvo dentro resguardada.

Minutos después y apenada, salió con las mejillas todavía ruborizadas.

—Ya... está libre el baño—anunció con la voz temblorosa.

Edrick la contempló una vez más, estaba exquisita, llevaba un vestido de botones del mismo color de su ropa interior, ¿y cómo olvidarlo? si había sido una vista maravillosa, este le quedaba unos centímetros por sobre las rodillas, lo había combinado con unas plataformas rosa pálido, el cabello suelto en unas ondas naturales, maquillaje casual y un brillo rosa que resaltaba en sus labios y despertaba el deseo, en cualquiera de besarlos, de morderlos, de...

—Claro—se aclaró la garganta para alejar esos pensamientos de su cabeza, JODER—. Sophia, ya que vamos a estar varios días aquí instalados, me parece que lo más conveniente es que salgamos, no creo que sea bueno permanecer todo el tiempo encerrados.

—Sí, yo también lo creo, no es buena idea quedarnos aquí.

—Bien, entonces, podríamos desayunar primero y luego... ¿salir?

—De acuerdo.

—Ok, voy a darme un baño.

—Ok.

Turbado buscó sus cosas y se dirigió al baño, si solo con verla vestida ya lo perturbaba, haberla visto en ropa interior, lo había descolocado por completo, lo peor de todo, habían acordado que no habría ningún tipo contacto físico entre ellos, no obstante, desde que la besó en la ceremonia, todo su ser, había entrado en una especie de revolución y ya no se sentía tan seguro de poder resistirse durante todo ese año y tenía que hacerlo, debía hacerlo. Es que esos labios, esos ojos, ese cuerpo, ese rostro, ese cabello castaño y largo, lo atraía, todo lo que representaba ella, lo comenzaba a afectar en gran manera y lo único que podía hacer, era pedirle a Dios fuerzas, porque su verdadero martirio, apenas comenzaba.

Sophia, mientras esperaba, salió al balcón a admirar la bella Roma a plena Luz del día y de paso, echar un vistazo a sus redes sociales. Alrededor de treinta minutos después, Edrick salió del tocador, muy atractivo y elegante, vestido de negro, con un outfit tan casual, que se asemejaba a un modelo de revista, o incluso mejor, porque ninguno de esos, le llegaba a los talones a ese dios griego.

¡Es tan hermoso, tan varonil, tan guapo! pensó ella admirada.

Por instantes se dejó llevar y cautivar, por esos ojos azules que la observan con intensidad. El magnate no se quedó atrás, también estaba prendado de esos brillantes ojos claros, que lo atrapaban con tan solo una mirada, ella era preciosa, sexi, una mezcla entre lo sensual e inocente y a él le encantaba, para qué engañarse así mismo, comenzaba a despertarle deseos y emociones fuertes, empezando por las desmesuradas ganas que tenía de besarla, de mordisquear y saborear esa tentadora boca, de llevarla contra una pared, acorralarla como un león a su presa sin darle escapatoria y gastar esos jodidos labios hasta dejarlos ensangrentados

UNIDOS POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora