Capítulo VI

17.6K 1.1K 127
                                    

Durante la siguiente semana, Edrick salió de la ciudad a un viaje de negocios y no volvió, sino, hasta el viernes por la noche, esa ocasión, no fue necesario que Sophia lo acompañara, así que se mantuvieron en contacto cada día, vía correo electrónico y de paso acordaron, que ese mismo fin de semana, luego de su regreso, cenarían en casa de los señores Clark.

El sábado por la noche, él la esperaba impaciente y ansioso fuera de su departamento y no sabía por qué, pero estaba un poquito desesperado por verla, pues la última vez que se vieron, había sido precisamente en ese mismo lugar y de eso, hacía ya una semana y si no mal recordaba, se habían despedido en términos no muy amistosos, al menos de parte de ella.

Estaba guapísimo, vestido con un traje gris claro, combinado con una camisa azul cielo, sin corbata, faja negra y zapatillas a juego, su usual olor exquisito, varonil y embriagador que nunca faltaba y su imponente rostro, de perfectas y agraciadas facciones, que a cualquier mujer desencajaban. Su mirada en ningún momento se apartó de la entrada del edificio, los segundos, los minutos, transcurrían y le parecían eternos, hasta que, al fin, el motivo de su desespero hizo aparición y casi se le salen los ojos de órbita al verla, agradecía estar dentro de la camioneta y poder contemplarla a sus anchas, estaba tan bonita, que parecía irreal. Era tan fina y delicada de naturaleza, que ni siquiera tenía que esforzarse por verse bien, todo en ella era perfecto, era bella con lo que luciera y eso tenía te aceptarlo, de una jodida vez.

Sophia llevaba un outfit totalmente negro, desde el vestido, sandalias y cartera de mano. Su cabello castaño lo había arreglado en una especie de media cola, con unos bucles bien hechos que caían sobre su espalda, para el maquillaje de ojos, combinó sombras doradas, café claro y beige, delineado de gato y sus bien formados labios, pintados en un exótico rojo vino de acabado mate, se veía increíble. Con aquel vestido, sus definidas y bien torneadas piernas, lucían de infarto, tenía una figura envidiable, que despertaba admiración en cualquiera.

Con la ayuda de Steven, el titan, que acompañaba a su jefe a sol y a sombra, entró al interior de la lujosa Infiniti de color champagne, una que, al principio, no reconoció, porque era evidente, que no era la misma en la que la había recogido la última vez.

—Buenas noches, señor Paltrow—saludó algo cohibida, al recordar los hechos de hacía una semana, cuando en un ataque de enojo, le había dicho un sinnúmero de cosas.

—Buenas noches, Sophia—respondió mirándola a los ojos, cosa que solo ocasionó que ella se pusiera más nerviosa y más cuando solo la llamó por su nombre de pila.

—Señor— le habló, luego de varios minutos de silencio y de que la camioneta iniciara su marcha.

—¿Sí? —la observó él detenidamente.

—Por favor, si no quiere que mi papá nos descubra, le ruego que esta noche no se comporte tan indiferente.

—¿Indiferente? —Alzó una ceja.

—Sí, indiferente—confirmó—. Créame, mi padre es muy observador y se daría cuenta de la mentira ante el más mínimo e insignificante detalle, así que, si no desea arriesgarse a que todo esto se vaya por la borda, no se muestre tan reticente e inexpresivo conmigo, al menos, por el rato que permanezcamos en mi casa.

—Entiendo—respondió serio—. Trataré de hacerlo mejor hoy—aseguró sin dejar de verla.

¿Indiferente? ¿Inexpresivo? ¿Reticente? —pensó—. Si supiera lo que en realidad pensaba de ella en ese instante, dejaría de creer que él era todo eso. Quizás sí, aparentaba serlo, pero desde hacía unos días, ese hermoso rostro, llevaba colándose en sus pensamientos.

—Gracias—susurró ella desviando la mirada.

Llegaron a "Richmond Upon Thames", una Colonia popular donde residían sus padres, muy diferente de Kensington Gardens, pero, bastante agradable, seguro y cómodo para vivir.

UNIDOS POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora