Capitulo IV

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Dos meses se habían cumplido ya, desde que Sophia había entrado a trabajar en Paltrow's Bank y dos meses le quedaban a Edrick para conseguir una esposa. Los asuntos en la oficina marchaban siempre igual, ambos distantes, sobre todo él, con su máscara de frialdad e indiferencia bien puesta y todo porque muy en el fondo, sabía que le atraía su asistente y no estaba dispuesto a aceptarlo, al menos no tan fácilmente.

En el transcurso de ese ocupado día, que por cierto casi terminaba, Edrick recibió una llamada de su padre, para recordarle el asunto pendiente entre ellos, cosa que al orgulloso joven, lo tenía frustrado, de mal carácter e incómodo y todo empeoró más, cuando durante el almuerzo, Dave, había insistido nuevamente con lo de que Sophia, era la mejor candidata para ese negocio del matrimonio y a esas alturas, comenzaba a considerarlo seriamente, el tiempo se le estaba acabando, las ideas también y si no se decidía pronto, sus días en la presidencia, estaban contados.

Todo el resto de la tarde, después de esa intensa charla con su amigo, pasó dándole vueltas y vueltas al mismo tema, tenía que encontrarle solución al problema lo antes posible, dos meses se pasaban de prisa, necesitaba conseguir una esposa de inmediato y en vista de que no tenía otra opción más fiable, decidió proponérselo a su asistente, ¿para qué alargar más el asunto?

—¿Señor Paltrow? —contestó Sophia muy profesional al levantar el teléfono.

—La necesito en mi oficina, ahora.

—En un momento es...— lo escuchó colgar, sin siquiera dejarla terminar de hablar.

La castaña se quedó observando la bocina como si fuera un objeto raro recién descubierto y luego la dejó caer pesadamente, como si esta tuviera la culpa de la falta de educación de su jefe

—Descortés, maleducado—renegó irritada y en voz baja, mientras se dirigía al despacho.

—Permiso—dijo al pasar.

—Siéntese, necesito tratar un asunto importante y muy serio con usted—soltó él glacial, sin dejar de verla a los ojos.

Ella palideció ante la seriedad con la que se dirigió y repentinamente las manos comenzaron a sudarle.

—¿Hice... hice algo mal? —musitó asustada en lo que tomaba asiento.

—No, no es eso—la tranquilizó, al ver que su bonito rostro había perdido de pronto el color—. Necesito de su ayuda con un asunto—le hizo saber, perforándola con esos impresionantes ojos.

Ella asintió aliviada.

—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó, recobrando la calma.

—Sophia—la llamó directamente por su nombre de pila—sé que esto la tomará por sorpresa, quizás piense que es una locura o un juego, pero, en realidad no lo es—guardó silencio unos segundos, inhaló profundamente y luego continuó— Necesito y urgentemente, que se case conmigo—soltó de golpe y sin anestesia, dejándola pasmada, estupefacta y con la boca abierta—. Ya no se diga sus ojos ámbar, que parecían querer salirse de sus cuencas.

—P-Perdón... ¿escuché bien? —inquirió ella, todavía impactada.

—Efectivamente—aseguró él.

—¿Es una broma verdad? —No pudo evitar decir.

—¿Le parece que me estoy riendo? —cuestionó Edrick tajante, sin una pizca de humor en su semblante—. Lo que le estoy pidiendo es muy serio, yo no bromearía con algo tan delicado como esto—aclaró, para que no le quedaran dudas.

—Pero, es que...no comprendo—seguía en shock.

—Sé que mi petición la tomó por sorpresa, sin embargo, cuando le cuente el motivo por el que lo hice, quizás, pueda comprenderlo mejor.

UNIDOS POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora