Capítulo 15: Una parte de mí

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Sentí un ardor que se extendía cuanto más observaba aquella situación, una sensación de rabia incontrolable y en cierto sentido irracional, pero sobretodo había vuelto a convertirme en una mera espectadora de mi propio ser. Mi cuerpo había vuelto a revelarse contra mí, aunque esta vez dejé que mis emociones tomasen el control. 

Avancé con paso firme hacia uno de los componentes del siniestro grupo y sin hacer mucho esfuerzo lo agarré por el cuello, haciéndolo agonizar hasta quedarse sin aliento. Aunque aquella macabra parte de mí no había hecho más que empezar... Nada era suficiente; aquel círculo que apareció en el calabozo de Asdarel retornó a mí, envolviendo en él a todos aquellos oscuros seres, dejándolos sin posibilidad de movimiento para que contemplasen, con todo lujo de detalles, como el cuerpo inerte de su compañero era reducido a cenizas por la misma ira que me consumía a mí. 

Quise parar llegado aquel punto, pero el rencor seguía conduciendo los hilos de mi vida.

Tras aquella siniestra introducción, paseé mi mirada, triunfante a la vez que tétrica, por todas sus atónitas y horrorizadas expresiones. La situación había dado un giro inesperado, ya no solo para ellos, sino también para todos los presentes en la sala.

Denia y Yenos, que en todo ese rato no habían prestado atención a nada más allá de su encarnizada batalla, quedaron completamente anonadados por el despliegue de poder que aquella, aparentemente simple humana, podía poseer. 

Por mi parte, aquella ruleta rusa me llevó a elevar por los aires a mi siguiente víctima, obligandola después a entrar en el centro del círculo. La hice caer al suelo con tan brusquedad que pude oír hasta los huesos más pequeños resquebrajarse, sumiendo en un dolor extremo, retorciendo al ser que se escondía tras aquella túnica negra. Y para su mala suerte, la agonía duraría un poco más; lo agaché a la altura del suelo e hice que bebiese la sangre que Asdarel había derramado por la culpa de todos sus camaradas. 

''¡No lo hagas! ¡Para!''    -   Me gritaba a mí misma inútilmente desde la prisión en la que, irónicamente, mi propia ira me había encerrado. Aquella parte de mí había llegado demasiado lejos, parecía que le produjera puro placer el torturarlos... y esa no era ella  -  Además... ¿Por qué no lo pensé antes? ¿si todos ellos mueren.... ?

- ¿...Te será imposible averiguar quienes somos? - susurró una voz aterciopelada, con tono irónico. Estaba demasiado cerca de mi oído, a la altura de la nuca. Demasiado como para no haberme percatado antes.

Bastó un rápido y seco golpe a la altura de la carótida para hacer que me desmayase, sumiendo todo mi campo de visión en la más absoluta penumbra, haciendo que las voces se escuchasen más y más lejos... 

Me habían vencido de la manera más estúpida, después de todo el esfuerzo y peligro al que me había expuesto. Creía que podría con ellos, hasta que comprobé que los buenos también podían morder el polvo...

 Creía que podría con ellos, hasta que comprobé que los buenos también podían morder el polvo

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