Canario Flechado

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N/A: Veinte puntos a quien entendió de qué se trataría el capítulo desde que leyó el título XD

(Este capítulo sucede siete años después de los anteriores y está relatado desde el punto de vista de Oliver).

Podía apostar que, de todo lo sucedido luego de ser sacado de la isla, la voz de un hombre diciéndole varias cosas en algún idioma extraño era todo lo que podía recordar.

Pasó cinco años sin hablar más que lo estrictamente necesario, digamos que el hombre con el cual convivió durante ese tiempo no era muy platicador, y con el pasar de los años Oliver había cedido en eso de entablar una conversación con él. Se entendían por gestos, señas, inclusive miradas; las palabras sobraban cuando a ninguno le ellos les importaba saber las mentiras del otro.

En esa isla olvidada por el hombre era a donde el joven Oliver de diez años había llegado a parar luego de una tormenta que hundió el jate donde su padre y otras tres personas más pasaban dos semanas de viaje; el menor de toda la tripulación llegó a la isla sosteniéndose con sus pocas fuerzas a un escombro del bote, casi inconsciente, tiritando por el frío de aquellas aguas, vaya su suerte el haber sido encontrado por aquel hombre cuyo origen era desconocido.

Fueron cinco años para olvidarse de ser hijo de dos millonarios, que su desaparición ocuparía la primera plana de muchos diarios por dos semanas para luego considerarse muerto junto con el resto de la tripulación; muy en contra de lo que deseaba, su madre pronto encontraría consuelo en copas y copas de alcohol apenas manteniendo la compañía a flote gracias al mejor amigo de su esposo.

Pero volviendo al regreso inesperado del menor, muy a diferencia de los deseos de su madre, éste no se dio a conocer en el instante, al contrario, se mantuvo oculto durante días hasta que Amanda Waller se apareció y convenció a la señora Queen de que era lo mejor mandarlo a su institución para que el ahora adolescente de quince años no alzara tanto revuelo en los medios de comunicación y su futuro no se viera afectado por parecer y actuar como un "chico salvaje".

A diferencia de su madre, Oliver pronto supo cómo las intenciones de la desconocida no eran tan desinteresadas como las hacía parecer, y aunque no podía leerlas con tanta facilidad como con otras personas, algo le decía que esto sería... interesante.

Efectivamente, llegó a la Institución de la cual sería alumno; no tardó en darse cuenta de lo realmente diferentes que eran todos ahí, además de las clases que se impartían y de los profesores que, si bien él no recordara bien su vida anterior, estaba convencido esa gente era la misma de la cual leía historietas relatando sus historias y aventuras.

Pero claro, así todos sus profesores fueran héroes aclamados por todos, nada importaba más que la clase de WildCat, un hombre de treinta y tantos años que les daba clases a él y a otros dos chicos de su misma edad, uno de ojos azul gélido, cabello negro carbón y piel pálida cuyo apodo era Murciélago, y otra chica, callada, ojos azul cielo, cabello rubio y labios finos, su apodo era Canario. Y luego estaba él, alto, rubio, ojos azul claro y de apodo Flecha, ¿que por qué Flecha y no otro? Bueno, porque ésta había sido la primera herramienta que él aprendió a utilizar en la isla junto con el arco, y digamos que arco no sonaba como un nombre tan cool como flecha.

Pasaron días, luego, semanas. Cuando menos se lo esperó, fueron meses, y sin darse cuenta ya se había hecho amigo de sus compañeros de habitación, de apodo Linterna y Veloz, chicos carismáticos y llenos de humor; pero si algo le habría de desviar siempre la atención, así fuera cuestión de vida o muerte, era Canario.

Todos los adolescentes tienen sus clases favoritas, algunos tienen Artes, Biología, Lengua, incluso existen quienes tienen Matemáticas como la preferida; pero en el caso de Flecha, su clase preferida era Artes Marciales, con el profesor WildCat, así Murciélago le diera fuertes palizas y el maestro le regañara por siempre estar distraído, el joven arquero prefería todo eso a no ver a Canario vistiendo su ropa de entrenamiento o mover su cabello por cada patada o puñetazo que daba.

Antes del ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora