Amigos no tan imaginarios

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Bueno, bueno, dejando eso de lado ¡nuevo/no tan nuevo lector! Y es nadie más ni nadie menos que... @@SantiagoAre.


Edad de los personajes:

Murciélago: 13 años

John: 9 años

-Cállate, nos están escuchando –Murmuró John encogiéndose en su lugar ante las miradas extrañadas de sus compañeros.

-Puedo apostarte que a quien están escuchando es a ti.

El tono burlón de su supuesto amigo le puso los nervios de punta, realmente a veces quería matarlo... otra vez.

-Déjame en paz.

-Si lo hago, terminaré aburriéndome, y no quiero –Dijo Boston con una sonrisa de lado.

-Doctor Destino también puede verte, ve con él –John realmente estaba perdiendo la paciencia.

-¿Se te olvida que nos corrió porque hiciste otra de tus invocaciones para traer de vuelta a tu ma-?

-¡Dije que te calles! –Gritó John levantándose de su asiento, pero en seguida se dio cuenta de su error, pues ahora todos le miraban y señalaban en su dirección mientras murmuraban cosas como "Es el chico raro del que te hablé" "Siempre habla solo" "Qué raro, por eso nadie se le acerca".

El rubio no pudo más y salió corriendo de la cafetería.

Normalmente, cuando algo así sucedía, John iba a hablar con Zatara y su hija, quienes entendían bien que el menor veía fantasmas y le apoyaban, pero aquel día el profesor se encontraba en una dimensión alterna peleando contra seres extra dimensionales junto al Doctor Destino que apenas se le había unido, y Zatanna seguramente se encontraba a cientos de kilómetros de distancia; así que John se encontraba solo.

-No deberías escucharlos –Dijo Boston sentándose a un lado del menor, el cual se cubría el rostro con sus rodillas con sus ojos calientes por el llanto que deseaba salir –. Son idiotas, todos ellos.

-Eso te incluye a ti –Dijo John con su voz amortiguada por sus rodillas.

-¿Me incluye en qué?

El menor se congeló y por instinto se encogió más en su lugar; varios de sus compañeros le habían intentado golpear por ser "raro" y hablar solo, de no haber sido por Boston, seguramente tendría varios moretones y tal vez un par de huesos rotos.

-N-Nada... Yo... ¿No lo sabes? –John levantó el rostro frunciendo el ceño –Hablo solo, estoy loco, no me hagas caso.

Realmente odiaba ser así con quien no le había criticado desde el primer segundo, pero estaba seguro que aquel chico de cabello color carbón y ojos de hielo sería igual al resto, y cuando le escuchara hablar con Boston se alejaría como lo hacían todos.

-No pareces estar loco como para hablar solo -Contradijo el otro encogiéndose de hombros –, créeme, sé cómo lucen los locos; además, si lo estuvieras realmente, Waller no te hubiese traído aquí.

-Extraño y todo, pero me cae bien, es el primero en no querer llamar al manicomio en seguida de conocernos –Boston se acercó al recién llegado haciendo muecas justo en frente de él.

-¿Cómo te llamas? –Preguntó el mayor tendiéndole la mano al rubio.

-John –Contestó aceptando la ayuda, aunque aún muy desconfiado, todo eso era muy bueno para ser real.

-¿Así nada más? ¿No tienes apodo?

-El Comandante dijo que los sobrenombres eran para proteger a quienes queremos y a nosotros mismos, pero yo no tengo a nadie, a quien tengo o lo mataré yo o permitiré que alguien más lo haga.

-¿Pero qué hay de mí? ¿No soy importante para ti? –Preguntó Boston indignado.

-También digamos que el resto son... muy complicados de eliminar, y sinceramente no me importa mucho mi propia vida, así que no soy nadie más ni menos que John Constantine. Incluso haré mi propia tarjeta de presentación.

El otro rió bajito y muy corto, casi parecía una tos en lugar de una risa.

-Eres raro –Dijo sonriendo, y por alguna razón John no sintió la típica opresión en el pecho cada que alguien le llamaba así –, pero bueno, no es como si nadie en este lugar no lo fuera.

Ambos se quedaron en silencio por un momento mientras caminaban sin rumbo fijo hasta que el menor decidió hablar de nuevo, los nervios lo comían por dentro, pues nunca había hablado por tanto tiempo con alguien vivo.

-Y... ¿Cómo te llamas tú?

-Murciélago.

-Vaya, qué injusto, debería decir el verdadero por cortesía –Se quejó Boston cruzándose de brazos.

-Tu verdadero nombre ¿o crees que a los que protegerás será de mí? –Preguntó el menor incrédulo, pues no se sentiría, jamás, capaz de hacerle daño a alguien tan amable, ni mucho menos a sus seres queridos, si es que acaso tenía a uno.

-Nunca se sabe, John. Lo siento.

Nuevamente se mantuvieron en silencio por unos minutos hasta que ahora fue Murciélago quien rompió el silencio.

-¿John?

-No le contestes hasta que te diga su nombre –Aconsejó el fantasma susurrándole al oído del rubio.

-Hnm...

-Tú... ¿Podrías seguir hablando? –Pidió en voz baja, casi inaudible.

-¿Por... Por qué?

-Tu acento... Me agrada, me recuerda a alguien.

Ni Boston ni John supieron cómo reaccionar a ello, en especial este último, quien nunca se sintió halagado de su acento inglés.









Escena post créditos:

-...Fue así como conocí a Boston, y desde entonces no se despega de mí porque soy el único que puede verle.

-Hnm... ¿Y no hay algún hechizo para que todos le vean?

-Sí, pero ni Doctor Destino ni Zatara me lo quieren decir, dicen que no estoy listo.

-No es verdad, dicen que lo utilizarías para que todos vean fantasmas de pesadilla –Contradijo el susodicho fantasma mirando a John acusadoramente.

-Sería justo –Se defendió el menor con una sonrisa.

Antes del ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora