Practicante

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Por ahí pedí un personaje nuevo para agregar a esta historia-notanhistoria, y de entre los miles de personajes que pudieron pedir salió Harley Quinn...



Querido diario, hoy estoy tan emocionada; mi solicitud para hacer mis primeras prácticas profesionales en ACME fue rechazada, sin embargo, por extraño que suene, fui aceptada en otro lugar, una escuela cuyos alumnos –según lo que me dijeron por correo– son diferentes. Me imagino que con diferentes se refieren a que tienen problemas socioemocionales; aun así debo estar preparada para todo y presentar mi informe a la universidad de los cuatro chicos que me encargaron psicoanalizar.

Deséame suerte.

N/A: De aquí en adelante (o hasta que yo lo diga) son puras grabaciones de audio, así que serán puros diálogos sin descripción, excepto lo que marcaré en cursivas, esos serán los sonidos de fondo o los que hagan los protagonistas.

Primer paciente:

–Muy bien, me llamo Harley Quinzel, y seré tu psicóloga en los próximos días, ¿está bien?

Silencio.

–E-Está bien... -Risa nerviosa de Harley- Grabaré nuestra sesión y-

–Ve al punto, linda.

Más silencio.

–Muy bien... ¿Por qué no empezamos por lo que dice tu expediente? SILENCIO Tomaré tu guiño de ojo como un sí. Ahora, aquí dice que te llamas... Linterna... Ehmmm... C-Creo que me dieron el expediente equivocado.

–No lo creas, lindura, así me llamo –baja la voz– O eso es lo que las voces me dicen.

–¿E-Escuchas voces?

–¡Claro que no! –comienza a reírse– Pero no dudes que más de uno en este lugar de locos las escuchen.

–¿Por qué le llamas lugar de locos?

–¿Es en serio? Seguro no has estado el tiempo suficiente; pero ya lo verás... ya lo verás.

Silencio incómodo por diez segundos.

–Aún tenemos cuarenta minutos de sesión, Linterna.

Segundo paciente:

–Buenas tardes, me llamo Harley Quinzel, y seré tu terapeuta en los pró-

–¡No me importa quién seas, no eres digna de hablarle a alguien de la realeza atlante!

Suspiro de Harley.

–Y dime... Orm, ¿por qué crees que no soy digna de hablar contigo?

Silencio.

–Claro. No quieres hablar... hmmm... ¿Y si mejor hablas solo? Yo estaré aquí escuchándote, pero no diré nada, ¿qué tal eso?

–¡No necesito que un ser de la superficie me dé ideas! Pero necesito que me firmes mi hoja de salida, así que me veré en la necesidad de hacer lo que pides...

De ese momento en adelante solo puede escucharse a Orm hablar de las patéticas formas de vida que habitan en la superficie y su inconformismo con ser el menor de la realeza atlante.

Tercer paciente:

–Hola, John... Me llamo-

–Cállate...

El silencio incómodo se comienza a volver algo común...

–Hmmm... Y dime, John, ¿por qué quieres que me calle?

–Usted no, me refiero a Boston.

Se escucha el movimiento de hojas como sonido de fondo.

–Cierto. Si no te incomoda que pregunte, ¿qué es lo que Boston te dice?

–Dice que usted es novata, que quiere ser una psiquiatra de algún manicomio para entender a los locos... Si le soy sincero, puede que ir a trabajar a esos lugares no termine bien.

–Veo que tu amigo es muy perceptivo.

–Es el espíritu de un desgraciado que por alguna razón terminó atado a una diosa, y ahora quiere vengar su muerte, así como la de otros desgraciados como él.

–Está bien...

–¡Me cree loco! ¡Boston es real!

–No, John, yo no dije que-

–¡Lo pensó, lo pensó! Lo sé, el Doc me enseñó a leer la mente; pero ya lo verá... ¡Boston, haz algo!

Se escuchan vidrios romperse y las sillas moviéndose violentamente, además de los gritos de terror de Harley.

Cuarto paciente:

–H-Hola...

–¿Por qué la ventana fue remplazada por una bolsa de plástico? ¿Y por qué tiembla como chihuahua? ¿Se encuentra bien señorita?

Risas nerviosas y el sonido de hojas moviéndose.

–Ha sido un largo día... Como sea, me llamo Harley Quinzel y seré tu terapeuta por... hoy... solo por hoy; así que dame tu hoja de salida, la firmaré y serem-serás libre.

–Eso suena bien.

Al día siguiente... Y ahora sí todo estará completamente normal.

–¿Puedo pasar? –Se escuchó la voz de la rubia del otro lado de la puerta.

–Claro, claro, señorita Quinzel –El Director dejó de leer los papeles que tenía sobre su escritorio y puso toda su atención en la joven aspirante a psiquiatra, quien entraba con paso decidido aunque un poco nervioso –. Dígame, ¿cómo ha estado su primer día?

–Usted es una persona muy buena, señor, por eso no puedo mentirle... –Harley se mantuvo de pie a apenas un metro de la puerta, como esperando a que lo siguiente que dijera fuera mal visto por el mayor y éste explotara –Yo...

–Seguro estas pensando en irte –Adivinó con algo de diversión en su voz, y su interlocutora no objetó nada, así que ya tenía su respuesta –No hay forma de culparte, si algo ha caracterizado a los alumnos de la Institución es que son... interesantes.

–¿Interesantes? –Preguntó incrédula Harley –¡Uno de ellos habla con los muertos! ¡Otro es el hijo menor de la realeza atlante! El primero simplemente me coqueteó por toda la sesión ¡ni siquiera hay algo malo con Linterna! Del único que no puedo quejarme es del último, ese tal Super, a quien le firmé la hoja a dos minutos de empezar con la sesión porque aún tenía la carne de gallina por lo sucedido con John Constantine.

Harley tomó aire, tanto hablar de aquello se lo había quitado, y aún sentía ganas de desahogarse por un largo rato, sin embargo ya sentía haberse excedido, así que simplemente lo dejó como estaba.

–Bueno, tampoco esperaba usted que con chicos diferentes me referiría a personas con alguna disfunción mental o desequilibrados emocionalmente.

–¡Pues sí! Eso fue justamente lo que pensé.

–En ese caso, puede que este lugar no sea el indicado para usted. Lamento haberle pedido que viajara tan lejos para este desastre... Pero... Puede que la recomiende a un lugar más cercano a su domicilio... Escuché que el famoso manicomio Arkham necesita personal.



Adelanto del próximo capítulo:


[...] me encerré en mis pensamientos hasta que aterrizamos... en Metrópolis.

–¿Él vive aquí?

–Sí.

–¡Igual que Superman! –Exclamé con la curiosa sensación de la mirada penetrante de Bruce a mis espaldas.

–Superman es un idiota, Dick –Murmuró él ayudándome con la maleta más pesada.

Antes del ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora