CAPÍTULO 14 - ABRIENDO PUERTAS - P2

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Capítulo 14 - Abriendo Puertas - P2

Tenía el permiso para entrar, pero no para sacar un libro, por lo tanto, arranqué la hoja del libro rojo que tenía en la mano y me lo guarde en el corpiño. Dejé el libro en su lugar y salí de la biblioteca, seguida por la penetrante mirada de la bibliotecaria.

Prácticamente corrí hacia un aula vacía, un aula que no era utilizada por nadie, en la parte norte del castillo. Despliegue la hoja y me senté en el suelo.

Leí una y otra vez lo que necesitaba, dándome cuenta para frustración mía, de que necesitaba la ayuda de otro vampiro, ya que romper una barrera de seguridad, como la que habían creado al rededor del castillo, era muy difícil de romper incluso en un lugar tan pequeño como esta aula. Mi magia no era completa, e intentar invocar a Él, podía dejarme enferma de por vida, mientras que, si lo hacía con ayuda de otro igual, las cosas se equilibrarían y no habría desastres de por medio. Sencobili

Pensé por un momento, hasta que llegué a la conclusión de que, la niña era la única que podía ayudarme. No la quería, de hecho, mi lado vampírico estaba ganando, y me iba a dar por vencida, pero mi lado humano, el que aún me quedaba, me decía lo contrario. La lucha interna dentro de mí volvió y lo odie.

Me levanté del suelo, y silbando de una forma especial, como si fuera el chillido de un murciélago, la llamé. Sólo las criaturas como nosotras podía escucharlo, ya que para el oído humano era imperceptible.

Unos minutos más tardes, al fin llegó.

- ¿Qué quieres? -. Me preguntó, dejando la puerta abierta y entrando.

La miré de arriba a bajo, y después con mi velocidad sobrehumana, me acerqué y cerré la puerta.

- Vas ayudarme a hacer algo.

- ¿Por qué debería? Tú no has hecho nada por mí. No te debo nada.

La miré fijamente.

- Digamos que, si me ayudas en esto, te debo una.

- No me interesa.

- Mira niña, lo harás quieras o no -. Comenzaba hartarme, y el tiempo era más corto a medida que perdía el tiempo.

- Mi nombre es Anabella. No niña -. Me dijo, soltándose de mi agarre y se dio la vuelta para irse. Pero la detuve. - No puedes obligarme.

- ¿Quién es tu Padre? -. Quise saber, Mié tras presionaba con más fuerza su brazo. Ella parpadeó y su expresión cambió por completo. - Oh, no lo sabes, te creó y luego te abandonó como si nada. Así que no has tenido un maestro, por lo tanto, no sabes que realmente puedo obligarte.

El color de mis ojos cambiaron, y rompí su brazo. Cayó de rodillas e hizo una mueca de dolor.

- ¡Eres una perra! ¡Puta! -. Me gritó, agarrando su brazo con la mano sana.

- Puedo ser eso y más. Si no tienes un maestro, morirás. ¿Sabes por qué? Simple, no has desarrollado todas tus capacidades, por lo tanto, eres vulnerable a todo. No somos tan diferentes de los humanos, también enfermamos. Pero sólo lo haré si me ayudas en esto.

La niña miró para todos lados, y así como nosotros los vampiros éramos rápidos al correr, también nuestros pensamientos tenían una velocidad diferente a los mortales.

- Está bien, pero en cuanto te pongas sádica, te mato -. Me advirtió.

- Si a ti te encanta en sadismo -. Le repliqué, con una sonrisa.

* * *

- ¿Cómo se encuentra? -. Le pregunté a Harry,quién se encontraba ahora sentado lejos de la cama, ya que ésta se encontraba rodeado por los Weasley.

Kill Me, Heal Me [Dramione] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora