Kill Me, Heal Me [Dramione]

CAPÍTULO 24 - UN LOBO COMO CENA

Capítulo 24 - Un lobo como cena

Estaba hambrienta, como nunca.

Caminé por los pasillos en busca de un buen plato, olvidando por completo que había matado a alguien no hacia ni siquiera una hora.

Vi a un par de niños con apariencia de tener una esplendida salud, y un sangre exquisita. Caminé hacia ellos, relamiéndome los labios, pero antes de que pudiera llegar a ellos, Aaron se interpuso en mi camino.

— Mi señora, ¿qué sucede? ¿Quiere sangre? —Me preguntó, ofreciéndome su cuello sin contemplaciones.

Me acerqué a él, y puse mis manos en sus mejillas.

— Aaron, cariño, estas más seco que una fruta vieja, tu sangre ya no es disfrute, es una amargura en mi boca. No te quiero más, ya no puedes ser mi comida —le dije, utilizando un timbre cariñoso —. Ahora, haceme un favor, ¿sí? Largate y olvidarme —le ordené.

Su rostro se volvió serie, y alejando mis manos de él, se dio media vuelta y se fue. Mientras lo veía desaparecer al doblar un pasillo, comprobé además, que los niños también se habían largado.

Bufé con fastidio.

— Señorita Granger —me llamó la directora McGinagall.

— Oh, hola profesora McGonagall. Justo iba a ir a la sala común para hacer mis deberes —le dije, intentando escapar.

— ¡Niña! ¿Eso es sangre? ¿Qué sucedió? —Me preguntó desesperada, acercandose aún más.

<<Soy una idiota>>. Pensé, al bajar la mirada y recordar que ni siquiera me había lavado las manos, ni siquiera me di cuenta cuando levanté las manos no hacía ni cinco minutos.

— A la mierda —dije, y me acerqué a ella a gran velocidad —. Olvida esto, nunca me viste. Vete —le ordené, dejando que se fuera, porque era demasiado vieja como para beber de ella.

Últimamente no hacía magia, Prácticamente nada; así que la dejo en el cuarto una vez terminada las clases del día, por lo tanto, tuve que esquivar a muchos indeseables para que no me vieran cubierta de sangre.

Entre a mi habitación y me quité la ropa y fui directo al baño. A pesar de que el agua estaba hirviendo, no sentí nada, pero no me importó, disfruté de ella a pesar de todo.

* * *

Salí del baño secándome el cabello, y envuelta en una toalla.

La puerta de la habitación se abrió de golpe y Annabella entró furiosa.

— ¿Qué te pasa? ¿Sabes a caso lo que me costó enterrar ese cadáver?

— Por el tiempo que has tardado, no me queda ninguna duda—le dije, sacandome la toalla y viendo que ponerme.

— No te atrevas a insultarme, ahora soy tú igual...

— Ni tanto cariño —la detuve antes de que pudiera decir algo algo más —. Aún estás por debajo de mí, por lo tanto, deberás obedecerme, sin ponerte a mi nivel. Yo te limpié, y creeme, aquello que te he dado, también puedo quitártelo.