24. Café.

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ASHLEY POV'S:

—¡Buenos días!

—Ashley, ¿por qué tanta energía un sábado por la mañana? 

—De hecho, no lo se, de repente me desperté feliz... ¿Que es esa caja, mamá?

—Es el nuevo equipo. ¿Quieres que vayamos a probarlos? —los ojos de mamá brillaban como si fuera un niño en una dulcería.

—¡Claro!

Seguro que la mía estaba igual.

Salimos al garage en busca del auto, pero este no estaba.

—¿Y... el auto? —hablamos al unísono. Nuestras mandíbulas llegaban al suelo.

—¡Maldición! ¿Y ahora que hacemos?

—¿Por qué tu padre no puede ser capaz de avisar que se lleva el auto? —dijo entre falsos sollozos. Y de un momento a otro se me prendió la lamparita.

—¡Ya se! ¿Y si llamas a Nora para que venga a buscarnos y los probamos juntas?

—¡Eso es! Ya estoy marcando su número... ¿Hola? Nora, ¿como te va? Que bueno, yo también. Querida, me llegó el nuevo equipo, ¿vamos a probarlo? Estoy con Ashley. Bueno, si, nos tenés que pasar a buscar. Okey, ¡nos vemos!

—¿Y? —pregunté ansiosa.

—En cinco minutos pasa por nosotras. 


RYAN POV'S:

—Mamá, ¿a donde vas? —le pregunté mientras la veía bajar las escaleras a toda velocidad y agarrar las llaves del auto.

—A probar el nuevo equipo de Alice con ella y Ashley.

—¿Y Ashley? —mi mamá se dio vuelta y me miró alzando las cejas— Lo dije en voz alta ¿verdad?

Ella asintió y luego pareció entender mejor la situación.

—¿Quieres venir conmigo? —me preguntó entrecerrando los ojos y sonriendo.

—Por supuesto.

Sin nada más que decir corrí hasta mi mamá para sacarle las llaves del auto de las manos y luego correr más rápido hasta él.

Cuando saqué el auto hasta la entrada toque bocina cinco veces.

—¡Apúrate, abuela!

—¡No me faltes el respeto, niño malcriado!

—¡Me criaste tu!

—¡Cierra la boca de una vez! —me gritó mientras subía del lado del copiloto— ¡Y arranca de una vez!

—¿Por qué sigues gritándome?

—Perdón querido, era la emoción.

Conducí hasta la casa de Ashley y allí, en su entrada, me encontré con la Alice y Ash.


—¡Alice! ¡Ashley! ¡Buenos días! —mamá se bajó a saludarlas y luego volvieron al auto.

Pero había algo que no estaba bien. Al lado mío subió Ashley, ya que a mi mamá se le ocurrió la gran idea de sentarse atrás con Alice. Maldita sea y ahora que hago. QUE HAGO.

—Buenos días, Ryan —me saludó la madre de Ash, quien tenía una sonrisa de oreja a oreja. Malditas seas, Nora Stone—, ¿nos acompañarás a probar estas bellezas o te irás luego de dejarnos?

—N-no, yo también voy a probarlos, si no le molesta.

—¡No nos molesta! Úsalos como si fueran tuyos.

La vida de una chica espía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora