Capítulo 11

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El detective García le entregó la foto y este la guardo en el mismo bolsillo de donde la había sacado.

-¿Entramos?- le preguntó.

-No. Me quedaré aquí- contestó Austin.

Él simplemente no quería enredarse nuevamente con la chica que había visto hace 5 minutos. No sabría que decirle o cómo reaccionar ante ella. Pensó que estaba sonando como un cobarde, pero no le importó. Quería impedir que ella adivinara o supiera cómo estaba o como se sentía ¿Qué le importaba a ella como estuviera él? Ni siquiera lo conocía, no sabía nada de él. Y, de todos modos ¿Por qué él se estaba comportando como un idiota? Como sea, no iría. Se quedaría ahí hasta que el detective terminara con lo que tenía que hacer.

Miró a su izquierda y pudo ver un hombre tomando fotos, todo vestido de negro. Paparazis, pensó. Se levantó y siguió al detective que ya estaba entrando por la puerta automática de la clínica.

-Pensé que no quería venir- dijo García.

-La prensa ya sabe que estoy aquí-

Austin levemente pudo escuchar al detective García maldecir.

-¿No pensaste en esto cuando te hiciste famoso?-

-Es un precio que tengo que pagar por hacer algo que me gusta- contestó con completa serenidad.

El hombre no respondió, caminaron en silencio por el pasillo hasta llegar a la habitación 52 nuevamente.

El detective entró a la habitación y luego de unos segundos salió sonriendo.

-Es la primera vez que lo veo sonreír- dijo Austin mirándolo con cara rara.

-¿Cómo no podría sonreír a semejante cosa?- sonrío más ampliamente.

-¿De qué habla?- se interesó Austin.

-Velo por ti mismo- hizo un movimiento de cabeza hacia la habitación.

Austin frunció el ceño, se paró y entró a la habitación.

Lo primero que pudo ver fue a una hermosa chica dormida en las sabanas blancas que le cubrían el cuerpo. La luz del sol le daba justo en la cara, dando la imagen de que era un ángel caído del cielo.

La chica desconocida estaba durmiendo profundamente sin ningún gesto en su cara. Simplemente relajada.

Austin sonrió tímidamente al ver la escena. El detective García tenía razón ¿Cómo una persona no podría sonreír ante algo así? La observó nuevamente antes de salir por la puerta y sentarse al lado del detective.

-¿Tenía razón?- dijo García.

Él solamente asintió mordiendo su labio inferior para ocultar la sonrisa que tenía en su cara, pero no funcionó.

-Te gusta esa chica ¿Verdad?-

El muchacho explotó en nervios ¿Por qué dijo eso?

-Por supuesto que no-

-Como digas. He trabajado por muchos años. Soy un detector de mentiras-

Austin sonrió sin mostrar los dientes.

-Está bien. Sí, creo que es linda. Pero eso es todo- puso su cara seria nuevamente.

-¿Qué te parece si vamos por un café y luego volvemos? Todavía nos queda una hora-

-Claro- suspiró Austin- espero que la resonancia magnética esté bien-

El detective lo miró cómplice y casi se le escapa una carcajada pero la tapo fingiendo toser.

-Con que no te gustaba-

Austin se ruborizó lentamente y se excusó.

-Yo no lo dije por eso. Lo dije porque no quiero toparme con la prensa haciéndome preguntas que no sabría que responder-

-No las respondas y listo. Fin de la historia-

Los empezaron a caminar por los pasillos hasta llegar a la entrada de una cafetería en la clínica, no había mucha gente, pero el lugar era lo suficientemente grande como para abastecer a cincuenta personas.

Se sentaron en una mesa cerca de la entrada y al instante un mesero apareció pidiendo sus órdenes.

-¿Qué pedirás?- preguntó el detective.

-Capuchino-

-Bien. Yo un café doble-

-Muy bien ¿Algo para comer?- preguntó el mozo con voz gruesa, prácticamente podría ser un buen locutor.

-¿Austin?-

-No. Gracias- contestó amablemente.

-Para mí tampoco. Gracias-

El mesero se inclinó levemente hacia delante y se retiró. A los pocos minutos apareció nuevamente con una bandeja en las manos con los pedidos encima. Los acomodó de acuerdo con lo que había pedido cada uno y se retiró nuevamente.

En silencio ambos empezaron a tomar sus bebidas calientes.

-Supongo que no tienes novia- sugirió el detective después de tomar un largo sorbo de café.

-No. No tengo tiempo para esas cosas. Demasiado trabajo, poco tiempo libre- Austin le agregó otro sobre de azúcar al tazón.

-¿Y por qué vives solo?-

-Me es más cómodo. Y no quiero molestar a mi madre con la prensa todo el tiempo en mi puerta-

El detective asintió comprensivo y tomó el café nuevamente para llevárselo a la boca.

-Y supongo que usted no está casado- dijo Austin tomando de su capuchino.

El detective casi se ahoga, pero pudo contralarlo respirando hondo.

-¿Qué edad crees que tengo?-

-38 supongo- dijo Austin seguro.

García lo miró con súplica.

-Apenas tengo 25- contestó tristemente.

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La Chica DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora