Los dos siguen en silencio. Perdidos en sus propios pensamientos.
-Bien. Tengo que irme- dice el detective García parándose de la silla- ¿Te llevo a tu casa?-
-Claro. La prensa debe de estar afuera en estos momentos- exhala con exasperación.
-Recuerda. No respondas si no quieres hacerlo-
Los dos se dirigen a las puertas principales y se topan con flashes que al detective lo dejaron sin visualización por unos segundos. Y seguido de los flashes la inundación de preguntas.
-¿Por qué estás en la clínica, Austin?- preguntó un periodista mientras conseguía la atención de Austin.
Austin no respondió y junto con el detective trataban de hacerse paso al auto en la acera de la calle. El camino parecía infinito, parecía que estuviera a quilómetros, pero sólo estaba a unos metros de ellos.
-¿Te sentías mal? ¿Por eso estabas en la clínica?- esta vez preguntó una mujer cerca de los cuarenta.
-No- contestó con una sonrisa totalmente fingida, pero que el solamente podía saberlo.
En los segundos que parecieron horas, ya estaban llegando a la casa de Austin, quien bajo del auto y entró a su casa. Suspiró profundo y se alertó al escuchar ruido en la cocina. El miedo le corrió hasta por la sangre de sus venas. Tomó un florero que estaba junto a la puerta de la entrada, avanzó con cautela dirigiéndose al lugar de los ruidos.
Al entrar se llevó una grata sorpresa. Su madre, que estaba arreglando cualquier cantidad de alimentos en su alacena.
-Mierda mamá. Casi me das un infarto- dejó el florero en la encimera.
-Si esa es tu manera de agradecerme por ir de compras por ti, entonces tendré que llevarme todo jovencito- lo regañó.
-Lo siento ¿Si? ¿Me podrías hacer dicho que venías? Casi te doy con un florero de cemento en la cabeza-
-Pensé que estarías ocupado- suspiró- de acuerdo. La próxima te llamaré ¿Cómo te fue? ¿Cómo es ella? Apuesto que es bonita- cambió su humor en un parpadeo.
Él se quedó parado mirando a su madre. Por supuesto que le parecía bonita. Incluso con mirarla. Y cuando estaba durmiendo y su reflejo con la luz del sol. Eso no le podía contar a su madre. Mucho menos si ella iba a ir a verla. Michelle no era de esas mujeres que guardan las cosas que sus hijos le dicen.
-Mamá, no sé. No la conozco ¿Vas a ir a verla?- pasó la mano por su cabello algo incómodo.
-Por supuesto que lo haré-
-Una cosa mamá- cuando tuvo la atención de Michelle el prosiguió- ella no recuerda nada-
-¿Tiene amnesia?- la preocupación brotó y se desparramó en todo su rostro.
-Sí. No recuerda nada, ni siquiera como se llama. Y no hay manera de saber quién es. Nadie ha hecho alguna denuncia o algo por el estilo-
-Bien. Entonces la muchacha necesita contención maternal- sonrió ampliamente.
-Mamá- le advirtió.
-Oh cállate. No hare nada, ni hablare mal de cuando eras pequeño con tus travesuras y-
-¡Mamá!- se quejó.
-¿Te encargas de esto? Iré a ver a la muchacha- cambió completamente de tema.
-Pero el horario de visita ya terminó- avanzó para terminar lo que había empezado a hacer su madre.
-¿No conoces a tú madre todavía? Me extraña Señor Mahone. Puedo lidiar con un par de enfermeras Austin- lo besó en la mejilla- aparte Dave irá conmigo-
-¿Qué?- se sorprendió.
-Bien cariño. Me voy. Cuídate-
-Adiós mamá. Tú igual. Saludos a Dave-
Michelle desapareció y luego de unos segundos se escuchó la puerta cerrar. Entonces Austin estaba sólo. Otra vez. Se deslizó hacia abajo, apoyando su espalda a la puerta de un alacena, tomó sus piernas y las apretó a su pecho.
<< -Austin ¿Por qué estás triste?- >>
La voz de la chica desconocida retumbaba en sus recuerdos. Sus ojos, su expresión de preocupación ¿Preocupación? ¿Por qué ella estaría preocupada por él? Ni quiera lo conocía, no sabía nada de él. Y él no sabía nada de ella, pero su belleza lo había inundado profundamente ¿Cómo podía una persona afectarlo tanto? Y sobre todo una mujer. La idea a Austin le pareció irrealmente cierta.
Austin sonrió al recordarla. Pero enseguida la ignoró nuevamente. Parándose bruscamente del suelo y guardando las cosas en su lugar.
Una vez terminado todo se sintió aburrido. Pero estaba inspirado. Le pareció raro, rara vez se sentía de esa manera. Se dirigió a su habitación hasta el piano electrónico, agarró algunas hojas blancas y comenzó a componer junto con su adorable voz.
Sorprendentemente luego de unas horas él, ya había compuesto tres canciones. Jamás había llegado a tanto. Tres canciones en un día. Ni él mismo podía creerlo.
L@s quiero! cuidense. Espero que les haya gustado un beso explosivo *w* Voten y Comenten.
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La Chica Desconocida
RomanceAustin es un solitario famoso. Vive sólo y su vida está lo suficientemente organizada como para perder tiempo en otras cosas que no sea su carrera de cantante. En la noche menos esperada, encontrará la persona que cambiará su vida para siempre. Y le...