Capítulo 4

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•IBALLA GONZÁLEZ•
-Vas tan rápido que quizás te estampes contra el muro -respondo borde

-Relájate fiera -acaricia mi mejilla

Aparto su mano de mi rostro y sigo nadando tan plácidamente. De repente, siento unas manos rozar levemente mi cintura.

-¿No te quedó claro que no quiero nada contigo? -digo cabreada mientras me giro

-No he hecho nada, lo juro -Jesús levanta las manos y río

-Perdón, pensaba que eras -me interrumpe

-Pensabas que era Dani, lo sé -suspira- discúlpale, es imbécil

Observo detenidamente sus ojos color café, observando así cada rincón hasta que me pierdo en ellos sin darme cuenta.

-Tienes unos ojos preciosos -esboza una sonrisa- color miel, mis favoritos -susurra en mi oído

Siento cómo me voy sonrojando y el calor en mis mejillas aumenta. ¿Por qué siento este fuego dentro de mí? ¿Por qué no puedo dejar de mirar esos jodidos ojos capaces de hipnotizarme en unas milésimas de segundo?

-Podrías volver loco a cualquiera que se te antoje con esa deslumbrante mirada -sonrío tímida

-Sólo espero no volverte loco a ti -susurro en su oído

Mi corazón se acelera, ¿por qué demonios habré dicho eso? Pensará que soy una cualquiera, una rompecorazones sin sentimientos que no vale nada comparado con él.

-Quizás me vuelva loco por ti, pero tú también caerás -dice seguro

-¿Cómo estás tan seguro? -pregunto riendo

-Tu mirada nerviosa te delata -sonríe

Le devuelvo la sonrisa y salgo de la piscina. Me siento en la toalla a coger un poco de sol y cuando ya estoy lo suficientemente seca, me abrazan.

-¡Capullo, estás helado! -grito

-En breve tú también lo estarás -ríe de forma malévola

Me coge en brazos, pataleo pero no me suelta. Se zambulle en el agua conmigo y cuando salgo a la superficie golpeo sus hombros con fuerza hasta que sujeta mis manos con las suyas.

-¡Eres un imbécil! -grito

-Y tú una niña mimada -susurra en mi oído

Me suelto de su agarre y salgo de la piscina, podría decirse que hecha una furia. Me siento de nuevo en la toalla y él me observa desde el interior de la piscina con detenimiento.

-Te ves tan bonita enfadada -dice Daniel

-Te ves tan idiota diciendo eso -respondo borde

Dulce introducción al caos. [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora