Capítulo 13

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•IBALLA GONZÁLEZ•
-Gracias por darle sentido a mi vida

-Gracias a ti por hacerme perder la puta cabeza cuando sonríes -mis mejillas se tiñen de rojo- quiero preguntarte algo

-¿El qué? -agarra mis manos

-Si tuviera que irme al extranjero por motivos de trabajo, ¿me esperarías? -asiento

-Qué bonita -acaricia mi mejilla dulcemente- tengo que irme, luego te llamo -besa mi mejilla y sonrío

Observo cómo se marcha mientras mira atrás y sonríe, tanto o más que yo. Entro en casa y mi madre está apoyada en la guía de la puerta.

-No me gusta ese chico para ti -dice finalmente

-¿Tú también? -digo evitando alzar la voz

-Tu padre tiene razón y le apoyo, deberías olvidarte de él

-Esto ya es el colmo , ¿cómo puedes darle la razón si lo único que quiere es que pase el resto de mi vida estudiando encerrada en mi habitación sin ver la luz del sol? No termino de creerlo mamá, me has decepcionado, pensaba que me ibas a apoyar pero ya veo que ambos me habéis dado la espalda y en vez de querer verme feliz, queréis que esté amargada el resto de mi vida. Gracias eh, gracias.

Subo a mi habitación lo suficientermente cabreada como para dar un portazo, esto es tan cómico, ¿dónde está la cámara?

Estoy harta de que me traten como una niña y tener que obedecer siempre, ya no aguanto más.

«¿Por qué todo es tan complicado? ¿Por qué?».

Me siento en la cama y observo todas y cada una de las matrículas de honor que están colgadas en la pared.

-¿Por qué tendré que tener tanta capacidad para estudiar? ¿Por qué soy distinta? Y lo que menos me explico, ¿por qué él se fijó en una chica como yo? ¿Por qué yo y no las demás? Jesús Oviedo, ¿por qué te atrae una empollona de facultad? ¿Qué me ocultas? ¿Por qué observo tanto misterio en tu mirada? -digo susurrando

Decido salir a correr para despejarme, me pongo unos shorts cortos, una camisa básica de deporte y unas adidas.

Pongo música en el móvil y me coloco los auriculares, me dirijo al parque y cuando me tomo el descanso me acerco a una fuente para beber agua.

-Vaya, no sabía que los Oviedo tenían tan buen gusto -me giro, es un chico que ni siquiera conozco

-¿Quién eres? -digo extrañada

-Un viejo amigo de los Oviedo -aclara

-Vaya, qué interesante -digo irónicamente- si me disculpas, voy a seguir corriendo -avanzo un poco

-Sólo te daré un pequeño consejo: ¡no te enamores de ninguno, te harán daño! -grita

Escucho sus estupideces y subo el volumen. Regreso a casa y me doy una ducha, bajo a cenar y seguidamente subo a mi habitación, pongo la televisión y me dejo dormir de agotamiento.

Me despierto con el desesperante sonido del despertador otra mañana más, me preparo y voy a la Facultad, se me hacen eternas las clases, he de admitirlo, pero finalmente acaba la jornada.

Salgo y no veo su coche, comienzo a ponerme tensa y muy nerviosa, no está.
«¿Le habrá pasado algo?».

Comienzo a caminar en dirección a mi casa con la mirada perdida, cabizbaja, me siento extraña, vacía, como si me faltase algo.

-Quizás lo mejor sea que me olvide de ti-susurro prácticamente rompiendo en llanto

Llego a casa destrozada, desanimada, sin ganas de articular palabra alguna con terceras personas. Subo a mi habitación sin ni siquiera probar bocado, las discusiones afloran, los nervios florecen en mi interior y sigo sintiéndome vacía.

-¿Por qué no estás cuando más te necesito? -susurro entre lágrimas

Pasan las horas y no sé nada de él, quizás mi padre tenga razón y sólo sea una aventura pasajera pero se ha clavado como una estaca en mi corazón y no puedo sacarlo aunque quiera.

Me doy una ducha para lidiar las tensiones que recorren mi cuerpo sin cesar.

¿Dónde estará? ¿Estará pensando en mí? Quizás sea la típica niña tonta que se enamora pero que simplemente está de segundo plato, y un chico la utiliza, pero sinceramente me cuesta creerlo, cuando está cerca de mí y me mira a los ojos veo el amor reflejado en su mirada, sus ojos color café brillan tanto o más que la Luna.

«Me es imposible pensar que podría estar jugando conmigo».

Dulce introducción al caos. [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora