Capítulo 12

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•IBALLA GONZÁLEZ•
-Eres todo un caballero -sonrío

-No suelo serlo muy a menudo pero contigo hago una excepción -dice sonriendo

Nos subimos en el coche y arranca, me mira y sonrío levemente.

-¿A dónde te apetece ir? -pregunta

-¿De verdad quieres que te responda? -asiente- al fin del mundo con tal de que se esfumen todos mis problemas de golpe

-Más bonita -acaricia mi mejilla dulcemente

Me lleva a un restaurante lujoso, uno de tantos a los que no acostumbro a ir, ya que provengo de familia humilde, pero...¿de dónde sacará tanto dinero? ¿Sus padres tendrán alguna empresa importante? ¿Una multinacional?

-¿En qué trabajan tus padres? -noto cómo se sorprende al oír mi pregunta

-Muy pronto te lo diré, lo prometo -agarra mi mano y la besa

-No quiero secretos -suspiro

Terminamos de comer, paga y me lleva de regreso casa, y como no, mi padre está nuevamente en la ventana.

-Adiós felicidad, hola infierno -musito

-¿Quieres que te acompañe? -mis ojos se iluminan y comienzan a recuperar el brillo perdido

-Por favor -suplico

Aparca el coche, se baja y me acompaña a la puerta, sale mi padre y se nota a leguas que está de mal humor.

-Buenas tardes, usted debe de ser el que está distorcionándole la vida a mi hija, ¿o me equivoco? -miro a Jesús

-No se equivoca señor, pero déjeme decirle que no jugaré ni con ella ni con sus sentimientos

-No le creo ni una sola palabra de lo que dice, no puede aprobar algo que ni siquiera usted mismo sabe

-Sé muy bien lo que quiero, y la quiero a ella -aclara tajante

-No me fío de usted -suelta mi padre

-Pero yo de él si, no le conoces -digo interponiéndome

-Cállate -dice con los ojos inyectados en furia

-No me callo, estudiar no me da la felicidad plena papá, no me llena -me detengo- me siento vacía, ¿crees que por intentar ser feliz voy a dejar los estudios? -concluyo

-Sí, y de hecho creo que la felicidad no está hecha para ti -me quedo perpleja- tu única vocación debe de ser estudiar y ser una profesional con una madurez exquisita y un trabajo digno y honorable, no tires todas tus matrículas de honor por la borda, te arrepentirás

-Me arrepentiré pero seré feliz, con eso debería de bastarte -me observa serio

-No te reconozco -dice decepcionado

-Las personas cambian -respondo firme

-Ojalá te arrepientas de lo que estás haciendo y reacciones a tiempo -se marcha

-Será cuestión de declararle la guerra y luchar por mi felicidad aunque no esté de acuerdo -acaricia mi mejilla

-Eres muy valiente pequeña

Besa la comisura de mis labios, mi corazón late a 100 por hora, es imparable, igual que los nervios que afloran en mi estómago.

Mi cuerpo está ansioso por sentir el roce de sus manos ofreciéndome caricias dulces y suaves.

-Aunque tu padre no me acepte y me quiera lo más lejos posible de ti, lucharé por tenerte, lo prometo -nuestras miradas se encuentran

Dulce introducción al caos. [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora